Capitulo 2

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La ausencia de calor despertó al joven Conde. Se encontró con que Claude no estaba en la cama. Soltó un largo suspiro. Se levantó y sintió un escalofrío, y al mirar por la ventana entendió el porque del frío.

Una capa blanca y espesa cubría todo el jardin. Habia nevado. Volvió corriendo a la cama y se tapó con las mantas. Se hizo una pequeña bolita bajo las sabanas tratando de volver a sentir calor. Se sentía triste, por que Claude no estaba con él.

Toc, toc

-Bocchan, voy a entrar. -Advirtió antes de entrar. Se acercó con paso sereno hacia la cama.- Es hora de levantarse.

Alois, en un ataque de ira se giró rápidamente y le asestó una sonora bofetada.

-Perdone mi insolencia, pero no entiendo que hice mal.

-¡Maldito mentiroso! -El joven conde se puso de pie en la cama en pocos segundos preparándose para arremeter contra el mayordomo.-

Claude, gracias a sus fantásticos reflejos, paró sus golpes agarrándolo de las muñecas con la misma delicadeza con la que trataba el cristal.

Estaban frente a frente. Podía sentir la respiración agitada del rubio sobre su nariz.

-¿Cual es el motivo de su enfado? -Preguntó en un tono neutro y sin mostrar expresión alguna.-

-¡Me dejaste solo! ¡Estupido! -Tras decirle aquello le escupió en la mejilla.-

-No me provoque, señorito.

-No me provoques tu a mi. Si te doy una puta orden la cumples.

-Cuando el sol sale mi turno termina. -Se relamió el labio inferior. Cada palabra enfadaba más y más al joven, porque sabía que tenía razón.-

Se quedó inmovil, sin poder mirarlo a los ojos. Una ola de tristeza se avalanzó sobre él y algunas lágrimas rebeldes se escaparon de sus ojos.

-Bocchan... Perdone mi rudeza.

No dijo nada, se dejó caer sobre sobre la cama llorando.

-Traeme el desayuno a la habitación.

-Como ordene. -El demonio hizo una pequeña reverencia y se fue a por el desayuno del señorito un tanto preocupado.-

Alois se quedó sollozando en la cama. ¿Porque Claude lo dejaba solo? Ah, si, porque era escoria. Tiempo atrás había vendido su cuerpo al viejo Trancy, y claro, ¿quien quiere un juguete usado cuando puedes tener uno nuevo?

La idea de darle una orden a Claude era tentadora. Muy tentadora.

La puerta se abrió y vio a su mayordomo portando una bandeja con conmida.

-Bocchan-

-Claude. Sientate. Ahora. -El mayor obedeció.- Dame de comer y como se te ocurra irte, te juro que te clavo un cuchillo en el cuello. -Estaba muy serio.-

-Como desee, Your Highness.

Claude se sentó junto a su amo con aquella elegancia que lo definía. Mientras, Alois esperaba impaciente a que su mayordomo cumpliese la orden.

Una cucharada de huevos revueltos tras otra. Algún que otro sorbo de zumo de naranja natural recién exprimido, algo de bacon, pero no demasiado. Y el desayuno del Joven Amo estuvo listo.

Claude se disponía a levantarse para recoger la bandeja y llevarla a las cocinas, pero Alois, cuando vio un amago de levantarse le cogió del brazo y cambió la dulzura que expresaba durante la comida, por una ruda expresión.

Siempre a tu lado. [ClaudexAlois]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora