Lucía había conseguido, por fin, casarse. Después de varias relaciones, logró encontrar a alguien bueno, serio y leal. Que le trataba como una reina. Éste era Pablo. Se conocieron en una cafetería. Se miraron mutuamente, y al poco, estaban ya sentados tomando café juntos. Todo era idílico. Ella estaba encantada. Aunque sí es verdad que, por otro lado, desconfiaba. Recién salía de una relación bastante dura, pero ella era muy positiva, y sumando terapia, acabó superándolo. Pablo y ella tuvieron una hija al poco de su enlace.
En uno de sus cumpleaños, éste le tenía una sorpresa guardada. Le llevó a un callejón, donde era imposible que nadie les viera. Ella cada vez se sentía mas intrigada y confusa, él nunca había reaccionado así. Le tapó los ojos y le condujo hasta el final del lugar. Le pidió que no los abriera, hasta que no le avisara. Ella sentía algo de miedo en el fondo. De repente, escuchó unos golpes. Se asustó y destapó su mirada.
—Feliz cumpleaños, nena. —Dijo Pablo con una sonrisa maliciosa.
El chico le ofreció una pequeña pala de jardín. Dura como ella sola. Por un momento, pensó que significaba que él había accedido a comprar aquella casa con el pequeño jardín que habían visto, y que a ella le encantaba. Pero nada más lejos de la realidad, a eso no se refería. Le señaló más adelante, a pocos metros. Allí se encontraba su ex pareja, maniatado y amordazado, de rodillas en el suelo, y con aspecto desaliñado de haber recibido una paliza. Él lloraba. No era capaz de moverse de los golpes. Ella tardó en entender qué hacía ese hombre así. Pero dedujo lo que le ofrecía su marido. En ese momento, dudó de sus intenciones. Esa mirada maligna daba miedo, pareciera que le salía el monstruo que hasta ahora no se había imaginado. Pero por otro lado, su ex se lo había hecho pasar putas. Pero mucho. Era un machista maltratador, tanto física, como psicológicamente. Tanto es así, que si no llega a actuar a tiempo, la habría matado. La violó en innumerables ocasiones. La golpeaba, la trataba como si fuera una mierda de persona, hasta tal punto que llegaba a creérselo. En ese preciso instante se le agolparon todos esos recuerdos que había superado ya, y que quería esconder en lo más profundo de su mente, para que no volvieran a salir nunca más. Pero lo hicieron. Finalmente decidió aceptar el regalo de su marido y cogió la pala. Fue directa a por él, y le golpeó tanto en la cabeza que acabó matándolo, con mucha rabia. Pablo, rápidamente, le frenó. Su intención no era más que darle una lección, para que no volviera a tocar a ninguna chica más, pero Lucía se había enajenado. En unos segundos, recapacitó y vio lo que había hecho. Por una parte se horrorizó, pero por otra sabía que ninguna chica sufriría más lo que pasó ella.
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In-vagina y otras historias
General FictionUn compendio de relatos a través de varios géneros literarios.