—¡Suéltenme salvajes!
Lester, Samuel y yo nos encontrábamos arrastrando a Hazard dentro de mi habitación. Para mi suerte la abuela había salido de compras y mamá y el padre de Julia aun no habían llegado del trabajo. Poppy cerró la puerta detrás de nosotros y Lester bajó a Hazard sobre mi cama. Meterla al auto y mantenerla quieta a la fuerza no fue nada fácil. Ella se empeñó en recordarnos que algún día moriríamos y que iba a ser realmente horrible mientras intentaba patalear y tiraba manotazos en el aire. Estoy seguro de que Lester y Samuel tendrán moretones mañana.
—Hazard, necesito que guardes silencio —hablé una vez que la dejaron sobre la cama—. Chicos, debo hablar con ella ¿Nos vemos mañana?
Lester, Poppy y Samuel asintieron y se despidieron calladamente antes de salir luciendo un poco exhaustos. Yo me rascaba la nuca de arriba abajo. De todas las personas en el instituto ¿Por qué justamente Hazard? La chica que no tiene compasión, la chica que no se ríe, que parece no sentir. Bueno, está claro que siente pero no sé si sentirá cosas buenas para variar... como misericordia.
Yo sentí un fuerte golpe en mi brazo izquierdo que se me clavó hasta los huesos. Gemí de dolor y caí sobre mi silla giratoria con los ojos cerrados, era punzante y agudo, me había clavado los huesos de su delgada mano en la piel. Julia me había golpeado tan fuerte que estaba viendo estrellitas. Me dije a mí mismo que era hora de comenzar a hacer ejercicio, sobre todo con Julia en casa.
—¿Quién coño te crees que eres para venir a secuestrarme? ¡Tú y tus amigos están enfermos! —recibí otro golpe en la parte posterior de mi cabeza.
—Joder, Julia, ¿Podrías no volver a golpearme? Sé que me siento como una de esas bolsas de boxeo, soy blandito, lo entiendo ¡Pero duele! Necesito un poco de dignidad, por favor —mantenía mi mano derecha acariciando mi brazo y la cabeza punzando.
—No ha sido mi culpa que hayas dejado caer el cuaderno, mucho menos que le hayas puesto la inscripción de "Ghost Writer" ¿Pero tú tienes sentido común? Charlie, eres algo tonto.
No me ofendí, más bien lo había oído antes, de mí mismo, claro.
—Lo sé —asentí—. Julia ¿Podrías por favor no decirle a nadie que soy... Ghost Writer?
Levanté la vista hacia ella. Julia mantenía su nariz respingada en el alto y sus brazos cruzados. Había notado que ella hacía eso cuando estaba dudando de algo. Julia era realmente linda cuando hacía eso. No es que me gustara ella específicamente... pero vamos, era atractiva. Con su cabello ondulado cayéndole sobre la cara, los labios delgados y fruncidos, el entrecejo arrugado mientras parecía pensar...
—¿Qué hay para mí? —habló sacándome de mis pensamientos.
Y gracias a Dios.
—Bueno, estás viviendo en mi casa pero si eso no te es suficiente... lo que quieras —murmuré agotado dejando caer mi mano pesadamente contra mi muslo—. Lo que quieras a cambio de que nadie sepa que soy el chico de las cursilerías.
Ella se giró y caminó devuelta a la cama manteniendo su pose de duda. Soy un chico, y como buen chico que soy mis ojos fueron a su trasero. Y ahí se quedaron hasta que ella volvió a sentarse. ¿Qué estaba pasando conmigo? No lo sé, solo sé que Hazard tiene una linda retaguardia que probablemente alguien más ya ha notado, posiblemente alguien ya se lo hizo saber... y ella lo golpeó, por eso nadie se ha enterado. Mejor me quedo callado.
—Bien... la verdad es que necesito un gran favor —ella me miró con seriedad—. Yo no le digo a nadie que andas escribiendo sobre el amor si tú me ayudas.
—Claro, ¿Qué quieres? —me encogí de hombros.
—Es mucho más complicado que eso —ella rodó los ojos—. Es algo muy importante y personal.
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Mejor que la ficción.
Teen FictionCharlie Prescott tiene diecisiete años y una capacidad de redacción maravillosa; escribe en anonimato para el periódico escolar bajo el seudónimo de «Ghost Writer», dulces relatos románticos, graciosos, a veces reflexivos y hasta dramáticos, que na...
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