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4. Identidad descubierta.

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—Chicos, tengo que decirles algo.

Dejé la bandeja con mi almuerzo frente a los chicos en nuestra mesa, ellos me miraron con ojos inquisitivos. Antes de hablar le di un mordisco voraz a mi emparedado de jamón y queso. Cuando terminé de masticar y la comida pasó a través de mi garganta hablé por fin.

—Estoy viviendo con Hazard.

Poppy me miró ladeando su cabeza, Lester bufó y Samuel levantó su cabeza con una mirada de sorpresa irremplazable.

—¿Cuánto tiempo me dormí en Ciencias? —preguntó Samuel.

—Explícate —exigió Poppy inclinándose hacia adelante.

Entonces procedí a explicarles todo el asunto acerca del padre de Hazard y mi madre. Estaban sorprendidos y ofrecían más burlas que apoyo. Se callaron cuando Hazard entró en el comedor junto con Ivy y ese chico larguirucho que siempre viste de negro, las únicas dos personas con las que alguna vez la había visto. Levanté mi mano hacia ella y la agité en un saludo. Claramente ella me vio, pero solo se paró en seco, parpadeó, miró a Ivy, quien se encogió de hombros y luego siguió caminando sin la mínima intención de contestar a mi saludo.

—Sí... yo creo que no le caes bien —comentó Lester con una sonrisa de burla.

—Es algo hostil, pero por lo que sé, estaremos así por un buen tiempo —me encogí de hombros y tomé un puñado de papas fritas de la bandeja de Samuel y él me miró mientras sacudía la cabeza—. Tendrá que acostumbrarse.

—La voy a invitar a mi súper fiesta —Poppy agitó sus hombros arriba y abajo con emoción—. Ya tengo todo preparado, pero necesito que alguien vaya a comprar la cerveza —Poppy movió sus ojos entre nosotros y movió su boca de un lado a otro como cuando esperaba que alguien saltara en su defensa o a ofrecer su ayuda.

—Está bien, está bien —Samuel alzó sus manos e hizo un gesto para indicar calma, aunque nadie estaba haciendo alboroto—, le diré a mi hermana y a sus amigas que compren cerveza para nosotros, simplemente debes invitarlas.

—¡Invitadas! —exclamó Poppy.

—Bien, todo resuelto —dijo Lester frotándose las manos.

—Charlie, como mínimo quiero un poema con mi nombre —Poppy me apuntó con un dedo.

—¿Qué tal si te doy un llavero? —pregunté aun picando mis guisantes con el tenedor.

—¡Charlie! —Poppy dijo en tono de reproche—. Oh, por favor.

—Poppy, voy a dejarle las cosas románticas a Lester, porque si no me matará —él ya me estaba mirando con el ceño fruncido y los ojos entornados—. Te regalaré ese suéter que vimos en el centro comercial y que tanto querías, porque está oferta y a mi abuela le gusta un buen reto, la envié por él y lo traerá a como dé lugar.

—¡Ay Charlie, muchas gracias! —Poppy estiró su mano y me desordenó el cabello mientras reía— A ti y a tu abuela —agregó—. ¿Tú que vas a darme, Bunny? —preguntó girándose hacia Lester, mientras hacía sus pestañas revolotear, con un aspecto adorable al que todos sabíamos que él era muy vulnerable.

—Sorpresa, sorpresa Cherry Pop —Dijo Lester con una sonrisa amplia.

—¡Uh, que divertido! —Poppy rió como una niña pequeña.

Y en un segundo estaban compartiendo saliva y arruinándonos el almuerzo a Samuel y a mí. Miré a mi amigo, quien fruncía el ceño. Me encogí de hombros y miré sobre la multitud más allá para buscar a Hazard, ella se encontraba sentada unas mesas más allá de nosotros y como siempre no sonreía. Hazard nunca lo hacía.

Perseguí a Hazard por el pasillo hacia la salida. Ella había estado evadiéndome todo el día y yo quería preguntarle algo importante. Era algo graciosa, viéndose como paranoica mientras escapaba de mí a toda prisa. Activé mis dotes de corredor en el último minuto y me puse delante de ella en la entrada, como mis brazos extendidos para no dejarla pasar.

—Te atrapé —le dije con una mueca burlona.

—¡Oh joder! —exclamó ella rodando los ojos.

—Esto ha sido divertido —bajé mis brazos—. ¿Lo jugaremos mañana otra vez? —le pregunté esbozando una sonrisa burlona que sabía que la cabrearía.

—¿Qué quieres? Has estado actuando todo el día como un acosador ¿Qué pasa contigo?

Su expresión era de completo fastidio.

—Solo quiero ofrecerte un aventón con mis amigos —me encogí de hombros—. Ya sabes, vamos al mismo lugar.

—No lo digas... —ella puso una mano frente a mí como si estuviera tratando de hacer callar sin tocarme—. Escucha, no me gustaría que nadie lo supiera —ella hizo una mueca que reflejaba su exasperación—. Ya es bastante vergonzoso que todos sepan que se quemó mi casa.

—No la has quemado tú, así que no veo porque sea vergonzoso.

—Lo sé, es solo que todos están tan condescendientes conmigo, tan compasivos, como si hubiese perdido una extremidad o tuviera cáncer o algo —ella sacudió su cabeza—. Es asqueroso —dijo con tono despectivo.

—Sí, como sea ¿Quieres o no? Lester y Poppy van a venir en minuto y luego Samuel y yo pelearemos por el último chicle en el bolsillo de Lester, como todos los martes.

Hazard se cruzó de brazos y levantó las cejas.

—¿Tienes eso anotado en tu agenda? —interrogó mientras levantaba una ceja.

—Si tuviera una agenda, probablemente lo tendría anotado allí —me balanceé sobre mis pies.

—Como sea —ella sacudió su cabello en un gesto femenino algo superficial, algo que a pesar de su actitud tosca le quedaba muy bonito a mi parecer—. Papá no quiere que llegue tarde esta vez, así que aceptaré.

—Bien, el auto está por allá... —di la vuelta dándole la espalda a Hazard para apuntar hacia el auto y escuché como algo azotó el piso cuando lo hice.

En cuando me giré para ver que había dejado caer, Julia estaba recogiendo del piso mi cuaderno de apuntes, que no podía ser más obvio llevando la inscripción en la tapa: "Ghost Writer". Mi corazón se detuvo por un momento, los sonidos se apagaron, las voces de Lester, Poppy y Samuel atrás de Hazard caminando por el pasillo se escuchaban muy lejanas y ellos parecían caminar en cámara lenta. Estaba consciente de la ampliación de mis ojos cuando Hazard alzó los suyos y su boca articuló—: ¿Qué es esto? —con un tono curioso y una sonrisa traviesa surcando su cara.

No podía moverme, estaba seguro de que parecía el jodido Gasparín y estaba a punto de ser descubierto.

Cuando ella abrió el cuaderno todo pasó a ir más rápido de los normal. Lester, Samuel y Poppy miraron sobre los hombros de Julia y luego levantaron sus miradas con el horror impreso en sus rostros. Julia también levantó la suya y me miró con una pequeña sonrisa sabedora.

—Bueno, así que tú eres el chico de las cursilerías.

Creo que dejé de respirar. 

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