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3. Cursilerías.

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El desayuno fue incluso peor que la cena; solo éramos Julia, la abuela y yo. Mamá y el señor Hazard tenían que estar muy temprano en el hospital. La abuela hizo panqueques, puso tres en un plato para mí y otros tres para Julia. Yo tenía miel de maple, crema batida y fresas cortadas para mi desayuno, pero Julia lo miraba con desaprobación.

—¿Vas a comerte todo eso? —me preguntó ella haciendo un mohín mientras yo le echaba más crema batida a mis panqueques.

—Sí —asentí—. ¿No te agrada?

—Es mucha azúcar —me informó como si no lo supiera.

—El azúcar me da energía —me metí un pedazo de panqueque a la boca tratando de ver una mueca aun más asqueada en su rostro—. Es lo que me vitaliza

—Por Dios —susurró Julia.

—¿No vas a comerte los tuyos, Julia? —le pregunté apuntando hacia su plato con mi tenedor.

Julia me miró y frunció el ceño. Fruncí el ceño hacia ella de igual manera, imitándola—. Deja de hacer eso —me pidió.

—¿Hacer qué? —contesté fingiendo estar enfurruñado.

—Decirme Julia, imitarme ¿Por qué lo haces? Pensé que había quedado claro anoche.

—¡Oh! Te refieres a lo de tu nombre, lo siento, yo creo que Julia es mucho más bonito que Hazard.

—No se trata de eso.

—Sé que no se trata de eso, pero te llamaré Julia. Mi madre te llama Julia, mi abuela también, ¿Soy el único en la familia que no puede llamarte así? —sacudí la cabeza con reprobación—. ¿Qué clase de discriminación es esa, pequeña Julia? No, tengo derechos y quiero acudir a ellos ahora, ¡Que es mi hogar! Creo que deberías ser más considerada.

Julia se levantó de la silla a mi lado y se colgó la mochila en el hombro—. Como quieras, pero si te escucho llamarme así en el instituto te juro que vas a enterarte, niño.

—Muy descarada. No te tengo miedo —hablé con indiferencia.

Ella salió por la puerta trasera sin terminar su desayuno. Así que lo terminé por ella. Me sentía activo con todo el azúcar en mi organismo, normalmente necesitaba mucho los martes, porque me ayudaba con la presión de escuchar sobre Ghost Writer en los pasillos. Me aseguré de cerrar cuando salí, Lester me estaba esperando afuera con Poppy en el asiento delantero de Frank y con Samuel echado en el asiento trasero.

—A un lado —empujé los pies de Samuel fuera de mi camino—. ¿Qué tal?

Cerré la puerta y sonó como si acabara estrellarse de un avión. Miré a Lester y él se encogió de hombros, luego arrancó nuestro cacharro. Me preguntaba hacia donde se había ido Julia. Es decir, le hubiera dado el aventón, no es como que quisiera guardar el secreto de que está viviendo en mi casa. Yo creo que nadie se interesaría realmente por eso si lo supieran. Julia y yo no éramos los que acaparaban la atención del instituto, ni nadie de mi círculo de amistades. Por eso es tan fácil para mí guardar el secreto, Ghost Writer hubiese sido descubierto si la gente sospechase del tipo correcto.

—Los periódicos se están imprimiendo temprano solo por el final de Cinco Minutos —me notificó Poppy de muy buen humor—. Todo el mundo está twitteando sobre eso.

—Las chicas más que todo —agregó Lester.

—Sí, los chicos están twitteando algo como "Es solo basura romántica, supérenlo" —bufó Samuel.

—Samuel, ese fuiste tú —le recordó Poppy.

Lo miré con una mueca fingida de dolor y sorpresa.

Mejor que la ficción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora