Las Memorias Perdidas De Donald ✔✔Completo ✔✔

Parte 2 (1/2)

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El Pato Donald no sabía qué pensar cuando vio las expresiones de sus sobrinos cuando les presentó a cada uno una pila de panqueques para el desayuno. En este momento se encontraban fuera del área de la cocina, con una expresión de curiosidad y escepticismo pintados en sus caras. Claro que era una rareza que hiciera algo así como preparar un abundante desayuno para ellos, y necesitaba estar de muy buen humor para hacerlo, pero eso no significaba que no pudiera hacer algo así. La bondad de su corazón, ¿verdad?

"¡No sean tímidos, vengan a desayunar!"

Los patitos trillizos se miraron para tranquilizarse antes de acercarse lentamente a la mesa de la cocina. Cada uno de sus cuerpos estaba tenso, listos para huir en caso de que su Tío estuviera planeando algún tipo de truco. No era que su Tío Donald no les hiciera cosas bonitas de vez en cuando, sino que parecía muy poco probable que lo hiciera ahora, especialmente después de haber sido despedido de su trabajo. De hecho, era más probable que él los guiara a una falsa sensación de seguridad antes de que los enviara a todos con una broma solo porque necesitaba a alguien con quien deshacerse de su ira y frustración.

Después de moverse a un ritmo que era incluso más lento que el de un caracol, los chicos finalmente se sentaron en la mesa. Donald sonrió ampliamente antes de empujar tres platos apilados con pasteles de color marrón dorado claro hacia sus sobrinos. "Aquí están, muchachos. Panqueques de fresa para Hugo, panqueques de arándanos para Paco y panqueques con chispas de chocolate para Luis. ¡Ahora sí, al ataque!"

Dichos patos agarraron tímidamente sus tenedores, tocando suavemente los suaves y planos círculos que parecían demasiado buenos para ser verdad. El dulce aroma de las fresas, los arándanos y las chispas de chocolate se mezclaban en el aire, lo que hacía que el aroma fuera tan delicioso que ya no era posible examinar los panqueques del desayuno.

"Oh..."

"...Por..."

"... Dios ..."

"Estas son deliciosas Tío Donald!" los tres corearon alegremente mientras engullían más panqueques con vigor.

El pato mayor se rió entre dientes. "Me alegra que les gusten", dice antes de sentarse en su silla y comenzar su propio desayuno. No pasó mucho tiempo antes de que las cuatro aves acuáticas terminaran de comer, cada una recostada en sus asientos, suspirando felices y satisfechos.

Donald sonrió interiormente cuando vio lo felices que estaban sus tres sobrinos. Pensó que era agradable que todos se llevaran bien entre ellos y no en la garganta del otro. Levantándose, agarró cada uno de sus platos y caminó hacia el fregadero de la cocina para lavarlos.

" Es un poco agradable hacer cosas por los demás" , pensó para sí mismo . 'Me pregunto porque no lo hise antes'.

Pero mientras caminaba hacia el fregadero, la sensación de algo pequeño e inestable se abrió camino debajo de su pie, lo que le hizo inclinarse hacia atrás y caer al suelo. Todo el aire en sus pulmones abandonó su cuerpo cuando su espalda se encontró con el suelo frío y duro. El sonido de cristales rotos llenó la cocina y la sensación de pinchazos afilados que perforaron su piel pronto siguió.

'Ah, ahora lo recuerdo. Ninguna buena acción queda sin castigo...'

Después de que el pato silvestre caído se enderezó y los diminutos fragmentos de vidrio se liberaron de sus plumas, notó que Hugo, Paco y Luis habían dejado sus asientos y ahora estaban acurrucados en la esquina. Sus ojos se llenaron de miedo, preocupación y culpa. Al mirar al suelo, Donald encontró la causa de su desgracia; Un pequeño coche rojo de juguete. Eso explicaba la expresión de culpabilidad en sus rostros. La molestia y la ira comenzaron a llenar el cuerpo del hombre mayor. ¿Cuántas veces les había dicho que no dejaran sus juguetes en el medio del piso? Más de las veces, estaba seguro. Tenía la buena intención de voltearlos sobre su rodilla y darles una paliza de toda una vida. Pero las palabras de su terapeuta y su nueva determinación se lo impidieron, así que, a llevar a cabo la escritura. Así que en lugar de hacer su rabieta, salió de la cocina y entró en su habitación, dejando a su familia en paz.

"W-Wow", susurró Hugo después de un momento de silencio. "El tío Donald no nos gritó".

"Aunque nos lo merecíamos", murmuró Paco.

"Yo no celebraría por el momento, amigos. Tío Donald podría tener un algo peor que usar para azotarnos". gruñó Luis.

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Donald se sentó rápidamente en su escritorio y sacó una hoja de papel nueva. La irritación burbujeante que amenazaba con escapar de su cuerpo ahora se derramaba con cada palabra que escribía en el papel. Una vez más, su escritura fue descuidada y casi ilegible por su rabia antes de volverse cada vez más clara y ordenada con cada palabra escrita.

Querido universo

¡MUCHAS GRACIAS UNA VEZ MÁS POR RECORDARME POR QUÉ NO HAGO COSAS AGRADABLES PARA LA GENTE! GRACIAS POR HACERME RECORDOR QUE ES MEJOR ESTAR EN LA IGNORANCIA, QUE ME LLEBARA A NINGUN LADO! ¡TE ODIO! ¡Te odio tanto que tengo que lidiar con esta mala suerte todos los días!

Pero supongo que podría haber sido peor. Al menos no llevaba cuchillos ni nada. Incluso tú no eres tan cruel, ¿verdad? ... cierto ?

Firma...

Donald F. Duck

Donald suspiró suavemente y dejó su pluma una vez que la ira abandonó su cuerpo. Ahora podía ir a hablar con sus sobrinos sin el temor de estrangularlos. Luego salió de su habitación y entró en el área de comer. Como si sospechara que el lío de vidrios rotos todavía estaba allí y que sus niños no estaban por ninguna parte. Lo más probable es que se hubieran escondido, solo en caso de que saliera con el palo de azotes. Realmente no podía culparlos, hace unos días lo habría hecho. Pronto comienza a caminar por la casa, utilizando sus experiencias pasadas a lo largo de los años para dictar dónde se escondían sus sobrinos. Entró en la sala y se dirigió hacia el reloj de madera del abuelo. Abriendo la puerta, alcanzó una mano emplumada y sacó a Luis, que estaba gritando y que estaba ahora cubierto de pies a cabeza con temor. Metio el frenético patito verde debajo el brazo.

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