Capítulo 2

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Mis ojos se abren y no puedo evitar sentirme desorientada, al igual que todas las mañanas. Me remuevo en la cama y vuelvo a posicionarme para continuar durmiendo pero me veo interrumpida porque alguien entra bruscamente.

—Levántate, marmota. Por cierto, ¿Por qué hueles tan dulce? —suelto un pequeño grito de frustración y lanzo un zapato a la puerta.

—¡Lárgate, Paige Ruth Gallagher! —elevo mi voz hacia ella y sonrío triunfante cuando oigo la puerta cerrarse.

Mi rostro se deforma completamente al percatarme de que Aminta también despertó.

Oye, deberías de usar el brazalete si no quieres que se abalancen a nosotras. Estamos en celo —muerdo la almohada al escucharla y estiro mi brazo para tantear sobre la mesa de luz. Coloco la pulsera en mi muñeca y me levanto resignada e indignada.

Salgo de mi habitación y me encamino hacia la bañera cuando observo como Brett se queda mirándome en el medio del pasillo. Hago una mueca esperando su explicación pero no obtengo nada.

—¡No puede ser!, ¡Que alegría!, ¿Acaso te han quitado la lengua y ya no tendré que escucharte? —finjo falsa felicidad y no es hasta que sus ojos bajan por mi cuerpo que recuerdo que estoy en ropa interior.

Finjo que nada sucedió y entro al baño, no sin antes chocar mi hombro con su torso.

Bueno, al menos era un conjunto decente y no esos infantiles que utilizas —Aminta habla y mis deseos de golpear mi cabeza contra alguna pared crecen.

—Cállate —regaño a mi loba.

El agua cae sobre mi anatomía generando que mis músculos se relajen por completo. Enjabono la esponja y luego la deslizo sobre mis extremidades. Al finalizar mi ducha, cubro mi cuerpo con una toalla y regreso a mi dormitorio para vestirme.

 Al finalizar mi ducha, cubro mi cuerpo con una toalla y regreso a mi dormitorio para vestirme

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Muerdo una tostada cubierta en dulce de frutilla mientras observo mi teléfono desinteresada. Frunzo el ceño al no ver un mensaje por parte de Jared, aún así, me encojo de hombros y continúo alimentándome.

—¿Están todos listos? —escucho como Paige grita y me sorprendo al oír todas las respuestas afirmativas.

Rápidamente el pan cae en el plato y subo las escaleras apresurada. Un carraspeo suena detrás mío y me giro nerviosa, encontrándome con los seis mirándome enfadados.

—Los felicito, muchachos. Iré a prepararme antes de que su alfa me asesine, adiós —sonrío inocente y tranco la puerta, tomo un bolso y guardo mis pertenencias necesarias. Diez minutos después, me reencuentro con la manada abajo.

The last moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora