Cuando Steven cambia de forma, quiero retractarme y gritar que estoy harta pero sé que quedaría como una cobarde, así que sin importarme los regaños de mi voz interior, me enfrento al lobo marrón que se encuentra frente a mí.
—Tu podrás utilizar algunas armas, niña —Alekai me muestra un nunchaku y también una especie de nudillera, junto con una pequeña navaja que parece estar afilada.
—¿Cuándo acabará? —las palmas de mis manos ya han empezado a sudar con anticipación.
—Cuando alguno de los dos se rinda o no pueda continuar peleando —paso saliva fuertemente y asiento en su dirección.
—Si puedes, no dudes en destrozarlo porque él no lo dudará —mi loba me alienta y mi confianza se eleva.
—Eso planeaba hacer, y tú no tomes el control, por favor —le ruego unos segundos y ella hace un ruido extraño pero acepta al fin.
—¡Nunc! —con una rapidez casi imposible, mis dedos se envuelven en el mango del pequeño cuchillo y me coloco la nudillera extraña.
Dos patas se instalan en mis hombros y experimento la presión que estas realizan para derribarme. Así que ahora me encuentro tirada en la tierra con un lobo enorme sobre mí. Agradezco haber sujetado esa navaja con firmeza porque si no lo hacía, se me habría escapado de las manos al caer.
Las uñas de Steven se me clavan en los hombros e intento no concentrarme en ese dolor constante. Como la situación me lo permite, alzo un poco mi mano para realizar un tajo en alguna parte de su cuerpo, él lloriquea y hace más presión con sus garras. Doy un quejido bastante audible y vuelvo a cortar en su torso, aunque esta vez se que el filo de la cuchilla se ha incrustado aún más fuerte, y el alarido del lobo no hace más que confirmármelo.
—Tú sabes quien eres, Selene. Libérate —aprieto mi mandíbula al oír a Aminta.
Es extraño y dificultoso de explicar pero sin esperármelo, puedo sentir como si una corriente eléctrica me recorriera toda mi anatomía y un impulso hace que levante mis ambas piernas para comenzar a patalear al aire, intentado que alguno de esos golpes sea suficiente para quitármelo de encima. Por supuesto que no lo logro, sin embargo, sus patas delanteras ya no me aplastan los hombros ya que ahora se encuentran por debajo de estos.
Al sentir mis brazos en completa libertad, golpeo su hocico con el metal duro que cubre mis nudillos, repito mi accionar hasta que Steven se aleja de mí, creo que le he dado en el ojo. Rápidamente arrastro mi cuerpo hacia atrás para ponerme de pie y un ligero mareo me llena por completo. Dirijo mi mirada hacia mi oponente y veo como sacude su hocico varias veces hasta que vuelve a pegar sus ojos en mí, los cuales irradian furia y puedo sentir la dosis de adrenalina que viaja por mis venas.
Mis pensamientos se ven interrumpidos ya que Steven no tarda en derribarme otra vez, solo que esta vez si he caído algo lejos y siento algo duro chocar contra mi nuca. Durante unos segundos, pierdo la noción del tiempo y espacio y mi vista se vuelve nublada. Solo alcanzo a ver como un lobo se acerca directo hacia mí y me muestra sus dientes con superioridad, tengo tanta furia en mi interior que quiero arrancarle uno.
—Hazlo, se tu misma—un pequeño susurro en mi cabeza suena.
La desventaja que llevo es ridícula como para hacer eso, y lo sé. Sé muy bien que puede arrancarme la cabeza en cualquier instante aunque sea contra las reglas, pero también se que no he entrenado durante toda mi vida para rendirme tan fácilmente. Así que cuando él vuelve a saltar sobre mí, utilizo mis largas garras para rasguñarlo y romper su piel. Nadie me lo ha prohibido. Cuando está distraído, también aprovecho y golpeo su mandíbula aunque duela como la mierda.
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The last moon
WerewolfEl desgarrador llanto de la mujer generaba eco en las entrañas del oscuro bosque, sus sollozos se intensificaron cuando observo la marca en la nuca de su inocente bebé nacida hace no más de diez minutos. Sabía lo que significaba, ellos vendrían por...