Si tuvieras la posibilidad de hacer lo bueno o lo malo... ¿qué escojerias? ¿qué harías en esa posición?
Esas son mis preguntas de cada día... extra a mis compromisos diarios.
Tomando un manojo de cesped en mis manos, cual si fuera una niña jugando en las verdes praderas, lo arranco sintiendo su textura tan relajante al tacto y su olor tan apabullante que golpea mis sentidos, mis recuerdos. Observo a lo lejos una simple imagen de dos seres azúcarados, besándose sin restricciones y sin medidas o culpabilidad.
Así vuelvo a caer en esas olas de pensamiento "que simple seria si no tuviera conocimiento" ojeo a mi alrededor y esa brisa característica de del verano de Diciembre se cuela por mis sensaciones electrizando cada parte de mi piel.
Soy presa de mis emociones, cuando una mano áspera y varonil se deposita en mi hombro.
No me atrevo a voltear a ver, ya que mi conocimiento de causa y efecto indican peligro a toda voz. Oigo su respiración pesada y puedo notar su mirada penetrante sobre mi. No hay manera de correr ni tampoco de pedir auxilio ya que no hay nada a mi alrededor.
Aprieta mi hombro con suavidad, mientras se inclina sobre mi, marcando su autoridad, mientras su mano derecha se deposita en uno de mis cabellos. Lo enrosca, lo tira y huele cual si fuera plastilina. Se arrodilla tras de mi y aún puedo sentir su calor y su altura consumirme y envolverme como ave a su pichón, solo que él no planea protegerme.
Posiciona su mentón cerca de mi oído con una voz apasible y seductora, aunque a mi no me engaña. Él manda que suba al auto que me llevara de vuelta a mi jaula. Obedezco como la esclava que soy y sin dudar, antes de sufrir un castigo perverso, me digno a levantarme del cesped, no sin antes observarlo como si fuera mi salvacion aferrarme a el y el muy maldito se niega a cobijarme, se niega a permanecer aferrado a la fuerza de gravedad que ejerce la tierra y se arranca con la misma simpleza que una flor por un tierno enamorado.
Bajo mi mirada, no puedo verlo, su simple mirada me convertiría en piedra, o peor en gelatina.
Acelero mi andar al vehículo que aguarda cual carruaje a su princesa y sin pensar en escapar subo al móvil.
Espero sentada mientras la puerta es cerrada, oigo a mi captor hablar con el conductor y darle ordenes severas. Luego, siento su peso del lado contrario a mi persona y su perfume hipnotizante se aferra a mis fosas nasales causando corrientes eléctricas en mi cuerpo. Puedo notar, al ver de reojo, su traje gris Armani y su reloj que seguramente vale más de lo que me hubiesen pagado en todo un año como simple camarera.
Sumergida pero no distante puedo oír un carraspeó de su parte, mientras mi visión se halla fija en la cabina que nos separa del conductor. Noto como el nudo de su corbata azul marino se deshace y trago saliva en respuesta al significado de esa acción. No se lo que se avecina, pero si sé que es un castigo por mi osadía, por alejarme de él y huir otra vez más, por dejarlo en vergüenza frente a quienes le interesan, por jugar a escaparme aún a sabiendas que siempre soy su presa.
Oigo como el vidrio oscuro es levantado mientras una melodía se hace notar. Su saco es retirado y pulcramente doblado para luego dejarlo de forma ordenada en el respaldo del asiento, se arremanga la camisa blanca y puedo notar una sonrisa ladeada de su parte.
Lo único que alcanzo a pensar es un "Estoy jodida".
Deposita su calida mano sobre la fina tela de mi indefenso vestido y toma mi tembloroso menton con la otra, obligandome a unir nuestras retinas. Ese profundo oseano de safiros se mete bajo mi piel con una sola mirada y proboca que mi mente haga corto circuito. Sube su mano sobre mi falda y toma mi cuello mientras se acerca a mis labios como si me ofreciera una fresa fresca. No va a engañarme, busca vengarse, y no tardará en mostrar quien es en verdad. Como evito su contacto, vuelve a bajar su mano y esta vez se mete bajo la tela para hurgar y arrancar lo único que me proteje de que obtenga todo de mi.
Saquea mis labios con violencia y aunque mi parte sensata me dice que lo aleje, mi personalidad abierta me indica que mueva mis labios y disfrute de su tacto mientras sea posible.
Me abandono a mi misma como si fuera una adicta a su droga y siento como su ardiente mano se mete entre mis piernas; puedo sentir como me derrito cuando introduce uno de sus dedos en mi interior y juega con mis pliegues como si fuera moldeable. Introduce un segundo dedo y los hunde hasta los nudillos mientras que al escaparse un gemido introduce su lengua imitando el acto de sus dedos y jugando con mis labios como si fueran dulce néctar.
Su mano viaja a su pantalon y de un simple movimiento logra liberar a la bestia entre sus piernas, esa que es tan recta, grande, dura y escurridiza entre mis orificios, los cuales ya son de su propiedad a su antojo.
Sujeta mi cabello y me obliga a succionarlo, lo observo con fingida decepción y se le escapa una sonrisa a lo que logro engullir su polla en mi boca.
Su mano se aferra a mi mientras oigo sus roncos gemidos, como se tensa en mi paladar, y los estragos que causa mi legua al rededor de su glande. Me arrodillo en el espacio que tengo y lo observo como una niña buena chupando su paleta preferida. Oigo un gruñido por su parte y soy obligada a saciar su sed de liberación. Esta llega al sentir la bibrasión en mis labios mientras su cuerpo es tensado como una cuerda para luego partirse como una vasija y luego siento el sabor de su eyaculación, tan gratificante, que me garantiza que mi castigo no será tan severo.
Besa con desesperación mi boca una vez me trago su manjar y sin pensarlo por mucho, toma mis caderas para subirme a horcajadas en sus piernas. Baja la parte superior de mi vestido hasta mi cintura y como un poseso se engulle mi seno izquierdo en la boca mientras juega con el restante. Mis gemidos retumban en la cabina y doy gracias al sonido de la música ya que frenamos en un semaforo. Este comienza a sentirse imponente bajo mi entre pierna y sin dudar, debido a mi exitación, con una mano jalo su cabello y con la otra meto su miembro en mi.
El amo me mira con reprobación y muerde mi pesón bruscamente, arrancandome un grito que es acallado por un placentero embiste de sus caderas
No puedo soportar la sensación y como una condenada, mientras sujeta mis manos a mi espalda, comienzo a subir y bajar mis caderas con desenfreno.
Mi Amo besa mi mentón y luego oigo en mi oido "Por calentarme, tu castigo será peor" me hago agua ante su amenaza y olvido el miedo que antes me poseía. Por que no importa cuantas veces me escape y él me encuentre para hacerme lo que guste a su plaser, siempre sabe como jugar con los botones de mi cordura. Sabe como electrisar mi cuerpo en los puntos correctos y como hacerme correr como una ninfómana en plena orgía.
El auto frena y sin importarnos lo que pase a nuestro alrededor, él patea la puerta y cargandome en su regazo, me arrastra a su mazmorra. Me lleva a su infierno personal y yo me dejo quemar por sus manos como un pecador que sucumbe a la lujuria.

ESTÁS LEYENDO
Mi perdición
Proză scurtăCada sueño es una reproducción del inconsciente, de las cosas que queremos hacer, pero no nos animamos. Vivo con miedo de dejar salir mis demonios, pero hay uno que siempre se las rebusca para salir de su prisión y tomar todo lo que quiere. Hay quie...