1- Confundido

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"No calles más lo que aqueja a tu corazón, pues tu alma llora en silencio esperando por tu valor. No tengas miedo de ser quien eres, sal y encuentra tu camino, sin temor, sin miedo, ama, lucha, vive..."


—¿Entonces me hacés el favor? ¿Sí o no? — le pregunté a Andrés que se encontraba del otro lado de la línea.

—Por supuesto. — contestó — Cuando me expliques por qué no vas a llegar. — suspiré desesperado, quería cortar y tirar el teléfono lo más lejos posible, en vez de eso le contesté.

—Son temas personales. — reafirmé por cuarta vez. — Es sobre Nerea, quiere que la acompañe a ver a su vieja, está delicada. — añadí, porque aunque era una vil mentira, sabía que si no le decía algo más no iba a hacerme el favor.

—Okey, okey, ¿entonces es por Nerea? — preguntó una vez más. Andi es buen compañero, aunque algunas veces sí que se hace odiar.

—Sí, es por Nerea, ¿entonces sí me harás el favor? — pregunté directamente, simplemente quería cortar el teléfono.

—Por supuesto, claro, claro. — guardó silencio un minuto — Espero y que no se enoje tanto, sabés que el doctor odia que falten. — recalcó, pero no importaba lo que dijera, no iría a la rotación hoy.

—No importa, ¿sí? Vos sólo intentá inventarle algo y si no lo cree, simplemente dejalo así, ya se me va a ocurrir alguna otra cosa. — diciendo finalmente y sin dejarlo responder, corté la llamada.

En realidad no estaba así por Nerea, ni por ninguna mierda parecida, no faltaba a la rotación por gusto, ni porque estaba enfermo. Aunque lo hubiese preferido, hubiese preferido alguna mierda de esas como discutir con Nerea, o estar con algún resfrío, incluso hubiese preferido una discusión con mis padres, pero no, las cosas no eran tan fáciles, tan sencillas. Hoy era una fecha 'especial' y por especial me refiero al peor puto día de mi vida, a una fecha marcada con fuego en mi memoria, como un tatuaje eterno, sangrante y doloroso. Y qué doloroso, de esas cosas que te atormentan todo el año, toda la vida, pero que en cierta fecha se multiplican por mil, pues exactamente ese día era hoy.

Así que sí, hoy era un día de mierda, en absolutamente todo el sentido de la palabra. Un día en el que me limitaba a auto-tirarme mierda, a culparme, a recordar, pero sobre todo, un día en el que me dedicaba a recopilar todo lo que hice mal, en el que piensaba en todo lo que pude hacer bien, y no hice.

La mayor parte del tiempo me la paso reprimiendo recuerdos, sentimientos, reprimiendo lo que digo, lo que pienso. Porque cuando dejo volar a mi mente, se desvía por caminos tortuosos, caminos llenos de recuerdos dolorosos, que no me dejan avanzar, que no me dejan en paz, así que simplemente los reprimo, los ocultó en un baúl en el lugar más recóndito de mi cabeza, para sólo sacarlos cuando siento que estoy a punto de explotar, cuando la consciencia se hace tan pesada que simplemente la dejo salir, cuando necesito sentir que recibo lo que merezco.

El celular que dejé encima de la alfombra comenzó a sonar, pero lo ignoré. Ya había hablado con Andrés para avisarle que no iría, y era lo último que prometí hacer antes de desconectarme. Así que simplemente decidí ignorar el ruido, y seguir bebiendo de la botella de whisky que tenía en la mano.

Pero definitivamente el teléfono tenía otros planes, porque no dejaba de sonar, no me dejaba concentrarme, ni pensar, ni absolutamente nada. Así que decidí agarrarlo y apagarlo, pero antes de poder lograrlo la pantalla se encendió con un mensaje en ella.

Dejame tocarte. [Quallicchio +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora