"Y mientras mi carne sea llamada por la tuya, mientras mis dedos sólo deseen tocarte y mis ojos mirarte, vida, déjame decirte que... seguiré siento tuyo".
Estaba nervioso, asustado, pero sobre todo estaba sumamente confundido. Era una extraña mezcla, y tener a Renato sobre mí no ayudaba ni siquiera un poco a disipar mis dudas. El aire se sentía pesado e incluso me atrevería a decir que rozaba con lo asfixiante. Nos habíamos quedado quietos, mirándonos fijamente. Nadie decía nada, y el ambiente se llenó del sonido de nuestras respiraciones que se iban haciendo cada vez más rudas.
—No entiendo qué es lo que tratás de hacer.— le aseguré, porque no estaba entendiendo un carajo.
—¿Estás seguro de eso, Gab? — me respondió, mientras apoyaba nuevamente la palma caliente de su mano sobre mi abdomen — Porque yo creo que sabés perfectamente para qué estoy acá.
El cambio de temperatura y la presión sobre mi abdomen no me dejaban responder, me distraía, me hacían perder la concentración. Y no, definitivamente no de manera sexual, simplemente desviaba mis pensamientos y no me dejaba fijar absolutamente nada.
—Solo vine a recordar viejos tiempos. — agregó Renato, esta vez con la voz aún más ronca y susurrante, para después acariciar el ángulo de mi mandíbula con su mejilla — Sólo una vez más. — y el cálido aliento que salió de su boca impactó directamente en mi oído, haciéndome cerrar lo ojos, aún no pudiendo creer todo esto — En serio lo necesito, Gab.
Y entonces entendí, Tato realmente necesitaba esto para cerrar aquel ciclo que quedó inconcluso seis años atrás. Él tampoco lo había superado, no me había superado, y necesitaba hacer esto para poder perdonarme, para poder dejarme ir. Lo miré fijamente y recordé aquel adolescente de quince años que venía a acompañarme en las noches, o cuando pasábamos horas y horas jugando en la play, las veces que estuvo ahí para mí. E incluso luego de que las cosas se pusieran raras y se nos fueran de control, incluso ahí, él siempre estuvo para mí. Y aún así le fallé, lo dejé solo cuando me necesitó. Y por mi culpa la serie de eventos que sucedieron luego terminaron por alejarlo definitivamente de mí. Quizás ya no sea aquel adolescente de hace seis años. Pero lo que sí me quedaba claro es que no volvería a fallarle, no volvería a dejarlo ir. Y si lo que necesitaba para perdonarme era esto, entonces se lo daría, porque no podría soportar el hecho de que se fuera una vez más sin siquiera escucharme.
Así que no dije nada, sólo lo miré y él entendió perfectamente. Lo supe porque sus labios empezaron a esparcir un sinfín de besos por todo mi cuello, aventurándose cada vez más en dirección a mi pecho. Sus respiraciones eran un baile irregular y martilleante, que hacía que su pecho rozara el mío a cada segundo, su piel estaba caliente y las gotitas de sudor estaban regadas por todo su abdomen, su mano no se había quedado quieta y se paseaba por todo mi abdomen estimulando todas y cada una de las terminaciones nerviosas que ahí se encontraban.
Yo soy heterosexual. No podía hacer más que cerrar los ojos e imaginar que era una mujer quien me tocaba, intentando convencerme de que mi cuerpo reaccionaba porque las caricias eran tan suaves como las de una. Y entonces recordé: "Las manos son manos, Gabriel, las bocas son bocas, es normal que te confundiera de esa manera, pero no es nada que no puedas obtener de una mujer." Y me aferré a eso, porque lo que estaba sintiendo no era para nada normal, lo sabía. La forma en la que cosquilleaba o en lo bien que se sentía no era normal, no estaba bien, y sin embargo, ahí estaba yo, luchando contra la necesidad de levantar mis caderas y refregarme como un maldito gato en celo.
Podía escuchar la ligera risa de Tato en medio de su respiración forzosa, pero no era lo único que escuchaba. También podía escuchar el sucio ruido que hacía su boca al chupar la piel sobre mis clavículas, o cuando empezó a jugar con su caliente lengua sobre la piel alrededor de mis pezones. La cabeza me martilleaba, porque estaba en total desacuerdo con mi cuerpo, y la forma en la que empezó a reaccionar. Mis ojos se mantenían cerrados negándose a ver lo que ocurría, pero mi mente era imaginativa y a pesar de no verlo podía imaginarlo perfectamente. Encima de mí sin camiseta, con su pecho lleno de gotitas de sudor rozándose con el mío, y sus sonrosados labios mordiendo y lamiendo mientras apretaba fuertemente la cintura de sus jeans sobre mi abdomen bajo. Pero sobre todo me negaba a ver su erección, y posiblemente también la mía, por que me negaba a ver el efecto que tenía sobre él, y el efecto que él tenía sobre mí, a pesar de que podía sentirlo perfectamente.
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Dejame tocarte. [Quallicchio +18]
FanfictionGabriel vivía la vida de un heterosexual cualquiera, tenía una novia hermosa y un futuro brillante. Hasta que una noche su pasado llega a atormentarlo, y pone su mundo de cabeza. Renato está sumamente dolido. Después de haber pasado seis años fuera...