"Y aunque los sueños parezcan locos e inalcanzables, esfuérzate y quizás, si lo deseas con toda el alma, se haga realidad".
Y tras decir aquello, y sin siquiera esperarlo, inclina mucho su cuerpo para darle un pequeño y suave mordisco a la tela sobre mi pene. Gruñó fuerte, ansioso y excitado.
—¿Qué querés que te haga, Gab? — me pregunta relamiéndose los labios.
—Sabés perfectamente qué es lo que quiero. — le respondo sin poder contenerme más, estoy a punto de explotar.
—No, no lo sé, bebé, decimeló. — murmuró juguetón mientras lo veía desabrochar mis jeans — Pasó bastante tiempo. — volvió a mencionar burlón, mientras se reía un poco, pero yo no estaba para juegos ni comentarios divertidos. Mi pene dolía y necesitaba que me aliviara.
—Dejá de hablar. — le gruñí, a él parecía hacerle gracia — Y poné tu maldita boca sobre mí.
—Así que mi boca ¿eh? — se quedó mirándome fijamente — Siempre te gustó... — pero antes de poder siquiera procesar lo que acababa de decir, ya tenía fuera los jeans y los boxers. Los había bajado de golpe hasta mis rodillas, liberando mi miembro, el cual ya estaba duro y lleno de fluídos.
No dijo nada más, se quedó viéndolo expectante, impaciente, mientras sus sonrosados labios se abren de par en par y comienzan a acercarse lentamente. No puedo contenerme, las ganas de tener sus labios envolviéndome son inmensas, y mi cuerpo me traiciona inclinándose un poco hacia sus labios, rozando mi punta con su boca. Él me mira encantado, y yo ni siquiera puedo mirarlo. Sé que estoy actuando como un puberto que nunca ha cogido en su vida, pero es que jamás había estado tan excitado, ni sentido tanta necesidad.
Renato entiende perfectamente que no estoy para juegos, y segundos más tarde me muestra la punta de su lengua mientra me mira fijamente. Respiro profundo y contengo una puteada cuando por fin me lame y succiona todos los fluidos que salen de mi glande. Y no sólo es eso,¡porque mierda que hace un buen trabajo! Su maldita lengua es el cielo y sabe hacer maravillas con ella. Chupa, lame y succiona, y yo estoy en el séptimo cielo, recibiendo la mejor chupada que me dieron en la vida. Pero no es suficiente y me desespero, porque mi deseo crece hasta desbordarse y mi necesidad de coger su boca se hace tan grande que ni siquiera puedo contenerme.
—Dale, Tato, ya dejate de jueguitos y chupala. — lo que hace es fantástico, pero necesito más. Necesito sentir su cálida garganta, su lengua y su paladar, ver sus ojos entornados cuando embistiera profundo dentro de ella y escuchar los sonidos sucios salir de su boca.
Lo vi alejarse un poco para relamerse los labios, y cuando los entreabrió supe que estaba perdido. Agarró mi glande entre sus labios y succionó el líquido preseminal. Mi cabeza automáticamente fue hacia atrás, apreté los labios tanto como pude y aún así los gemidos se escuchaban tan alto que ni siquiera podía creer que salían de mi boca. Renato fue lento, tratando de alargar mi agonía, podía sentirlo salivando más y humedeciendo cada vez el trayecto que seguía con sus labios. Al principio podía verlo engullir la mitad, pero poco a poco mientras iba humedeciendo mi pene más, también se atrevía a tragar más y más. Hasta que llegó un punto en el que chupaba con avidez, succionando completamente mi miembro hasta la base. Dejé de contener los gruñidos sabiendo que era caso perdido, porque definitivamente aquel era el pete más espectacular que me habían hecho en mi vida.
Los sonidos sucios que hacia su boca al chupar mi pija eran increíblemente cachondos, pero lo era aún más tenerlo desnudo frente a mi, entre mis piernas y con mi pene en la boca, escuchándolo gemir. Los mechones castaños de su pelo me llamaban, y sin pensarlo dos veces tomé entre los dedos de mi mano libre sus cabellos y apreté mientras tiraba mi pelvis hacia adelante. Tato ni siquiera se opuso, gemía disfrutando cada estocada que hacia mi pija en el fondo de su garganta. Y así termine cogiéndole la boca, embistiendo y disfrutando de su dulce, sonrosada y caliente boca.
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Dejame tocarte. [Quallicchio +18]
FanfictionGabriel vivía la vida de un heterosexual cualquiera, tenía una novia hermosa y un futuro brillante. Hasta que una noche su pasado llega a atormentarlo, y pone su mundo de cabeza. Renato está sumamente dolido. Después de haber pasado seis años fuera...