Primer Contacto

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Mathias:

Comenzaba la mañana y el frío se introducía por la ventana la cual estaba cubierta con unas cortinas negras impidiendo así que los rayos UV del sol entrasen al cuarto. Con mucha fuerza de voluntad me pongo de pie y voy en dirección al baño, mi cuarto está un poco desordenado, los libros y hojas se encuentran  esparcidos por toda la obscura habitación. Cada paso somnoliento era un desafío por no caer al suelo y pegarse contra las chucherías que estuviesen por allí. Cuando por fin llegué al lugar, giré el grifo de la bañera para calentar el agua y a su vez comencé a desvestirme lentamente. Entro a la tina ahora ya cubierta de agua caliente y un poco de espuma en consecuencia a los productos, me siento y relajo por unos momentos disfrutando del agradable ambiente, cierro mis ojos y comienzo a divagar en mi mente y construyó imágenes, momentos e incluso escenas de pura felicidad, pero hay un solo pensamiento que ronda en particular en mi cabeza siempre y es el de Nayeli, la mujer más inteligente y bella del instituto, imagino que habla conmigo, que tenemos una conversación seria y que me mira con “esa” cara, sus ojos solamente enfocados hacia mí, su sonrisa dulce que dejan espacios mostrando sus ojuelos en sus mejillas y sus manos por debajo del mentón, el cual se apoya por la palma de la mano y los codos se sostienen por el pupitre en el cual se encontraba sentada. Esa es la expresión que  siempre he querido ver de ella y que solamente sea para mí pero de que nada de eso pasará, vuelvo a abrir mis párpados volviendo a la realidad y me hecho un poco de agua a la cara para despertarme bien, durante el tiempo que había estado en mi mente el agua se había vuelto un poco más fría, me pongo de pie y extiendo la mano hacia la toalla blanca de algodón que estaba a unos pocos centímetros de la tina.

Una vez terminado el baño regreso nuevamente a mi habitación a buscar mi uniforme pero al pasar con los pies descalzos y húmedos las hojas del suelo se pegaban y este es mi problema de todos los días, tendría que ordenar un poco más mi cuarto. Mis pantalones marrones se encontraban colgando por la cabecera de la silla junto con mi camisa blanca y remera de algodón del mismo color, las medias se encuentran en el cajón de mi armario junto a mis zapatos. En mi cama se halla mi celular y es allí donde me dirijo, agarrándolo, lo primero que veo al encenderlo es la hora, “06:30” ya es demasiado tarde entonces vuelvo a soltar el celular y  con mucha rapidez me visto. Una vez listo agarro mi mochila y el celular, luego bajo a la cocina para buscar algo para desayunar, encuentro el café con leche servido en una taza blanca y panes tostados que estaban aún calientes puestos allí por mi generosa madre. Vuelvo a mirar la hora “6:40” es el tiempo suficiente para llegar caminando, me coloco unos auriculares pequeños, escojo una música y salgo de casa, durante el trayecto observo mi alrededor como es costumbre, las aves volando con tranquilidad a sus nidos construidos sutilmente por sus picos, los arbustos puestos y decorados por las madres en sus casas dando una sensación de vida al observar el hogar y los pequeños árboles de cerezo brotando al otro lado de la acera es la vista que siempre me encanta, vuelvo  la mirada al frente hay una persona que no estaba allí la primera vez que observe, su apariencia y uniformes me indican que es una mujer y de mi mismo instituto, cabello lacio con bordes ondulados de color plateado nadie más en el instituto tiene el cabello así más que Nayeli, la jovencilla más codiciada del colegio, aquella chica totalmente fuera de mi alcance estaba a unos pocos centímetros frente mío observando su celular, entonces apago la música y retiro los auriculares de mis oídos guardándolo en mi bolsillo, acercándome un poco más hacia ella trato de saludarla, no tenía intención alguna de que me reconociese pero igualmente lo hago, al estar a su lado noto como una pequeña lágrima cae desde su ojo derecho hasta su mejilla, lo único que me pregunto es que demonios pasa por su  mente.

-Hola Nayeli… soy (Tú)- Saludando algo alegre intentando hacer notar mi presencia- ¿ocurre algo?

-Hola (tú)- Exclamó algo decaída y limpiándose los ojos- gracias por preocuparte pero es una tontería.

-Quizás no me conozcas muy bien pero no me gusta ver a una chica triste y llorando ante mí, pero ¿Puedes contarme que anda afligiendo a tu corazón?

-Es… una larga historia-Susurro entre dientes- pero será para después, ahora mejor vayamos a otro lado, no me siento con muchas ganas de ir al instituto.

-(¿Ahora qué debo hacer?, pero no me queda de otra ya me acerque a ella y no creo que me deje ir por las buenas.)-Claro estaré encantado de acompañarte, ¿Pero a dónde iremos?

-Al parque por supuesto, es lo más lejos del instituto y nos queda más cerca- Haciendo una pequeña sonrisa volteando a verme y volviendo nuevamente la mirada adelante.

Continuamos caminando juntos conversando un poco acerca de nuestras vidas personales en dirección totalmente distinta al instituto, aun no sé lo que nos depara el tiempo, pero, si mi destino es recibir una paliza de mi mamá (si se llegase a enterar hacia donde me dirijo) pues lo acepto con todo gusto.

Si tan solo sintiera lo que siento... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora