La maestra ya nos esperaba en la puerta de la guardería con mi hija, odio que hagan eso de sacarla a ella del aula, como si mi hija fuera el problema por ser diferente en lugar de educar a esos niños
El señor Brooks detuvo el auto antes de llegar.
- ¿Ocurre algo? Ella está allí
Cuando voltea verlo está mirando a mi niña como si esta fuera lo más hermoso que viera en la vida, ella llevaba el cabello suelto hasta la cintura y un vestido blanco con pequeñas flores azules, y su cabello estaba adornado con una tiara de flores celestes muy claras casi blancas parecía un hada del bosque.
- Ella es hermosa.
Su mirada era de total admiración.
- Claro que sí, le dije que era una princesa, venga conmigo señor Brooks le presentare a la princesa Antonella Biagio.
Nos acercamos más en el auto, el señor Brooks bajó primero y me abrió la puerta, al parecer ni la maestra ni mi hija se lo esperaban porque nos miraban con sorpresa o podría ser exclusivamente al atractivo hombre a mi lado que me trajo en su lujoso coche, carraspee sonoramente para que la maestra volviera su atención a mí.
- ¡Ah! Señor Biagio, lamento tanto la situación, usted sabe cómo son los niños, tal vez si Antonella no llamara tanto la atención...
El señor Brooks dio un paso al frente intimidando a la profesora.
- ¿Está usted sugiriendo que el botón más bello del jardín debe ocultarse para no ser arrancado, en lugar de protegerlo y dejar que florezca?
La maestra boqueaba como un pez fuera del agua.
- Bueno no, pero los niños son crueles y no toman a las personas diferentes con agrado.
- Los niños no son crueles, ellos nacen sin prejuicios, somos quienes los educamos quienes ponemos los prejuicios en ellos, debería plantearse que hace usted para que eso cambié.
Tomé a mi hija en brazos ya que la maestra soltó su mano de la impresión.
En otro momento sería gracioso, pero sé que la niña tiene que volver mañana y la historia se repetirá.
- ¿Papi dónde encontraste a este príncipe y por qué no tiene caballo?
El señor Brooks pareció salir de su papel de villano y en un segundo el hombre encantador y sonriente que se presentó en mi oficina estaba frente a mí.
- Discúlpeme Princesa Biagio, soy Richard Brooks y lamento únicamente tener un auto que ofrecerle.
El señor Brooks imito un perfecto acento inglés y una teatral reverencia que tenía a mi hija y su maestra totalmente encantadas.
Por la mirada que el señor Brooks y mi hija se dedicaban me di cuenta que fue amor a primera vista.
El señor Brooks se ofreció a llevarnos a casa, acepté por qué quería seguir hablando con él y me sentía incapaz de separarlo de mi hija cuando la veía como si fuera la primera estrella de la mañana, así que Antonella y yo subimos a la parte trasera del auto, el señor Brooks amablemente nos abrió la puerta y puso el bolso de Antonella al frente con él.
- Papi tengo hambre, me perdí la hora del almuerzo.
Ese momento fue incomodo, los niños piden lo que quieren en el momento que quieren.
- Pronto llegaremos a casa y te prepararé algo.
Me encanta cocinar, prepararle a Antonella su comida y cena, pero lo que más me gusta es hornear, pasteles, galletas y postres son el corazón de mi cocina. En verano preparamos postres de frutas y helados caseros.
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Leyes del Amor Libro 3
RomanceCuando la ex novia de Dominik Biagio le dice que está embarazada y quiere abortar este la convence de que le entregue el bebé y decide ser padre soltero. Cuando ella se va y lo deja con su hija recién nacida el gira toda su vida en torno a su pequeñ...