| P A R T E I |

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Habían pasado justo 3 meses después de la boda, no habíamos tenido las vacaciones que son comunes después de las bodas, pero al menos disfrutaba estar sola en casa toda la semana, pues Rafael se la pasaba en la oficina, seguro que con su compañera de trabajo.

No era un secreto en la empresa que desde apenas unas cuantas semanas, Rafael Miller engañaba a su esposa con Verónica, su compañera de trabajo, una chica delicada y más refinada de lo que parecía.

Por supuesto que a mí no me afectaba en lo absoluto, no lo quería y jamás lo haría. Pero parecía que entre más crecía su acercamiento con su amante más seguridad me ponía a mí. Óscar era el nombre de mi guarura personal, parecía entrenado por alguien ruso, era alto y de piel *apiñonada quizá de unos 27 años o más. También cabe aclarar que Rafael me había prohibido las salidas, y tenía mis visitas controladas, patán.

– ¿Entonces sí irás a mi fiesta esta noche?– rogó por décima vez Chantel.
Me encantaría ir, pero sabes qué Rafael no me deja.– comenté haciendo un puchero antes de llevarme un gajo de naranja a la boca.
– Eso tío me cae tan mal.– dijo mi mejor amiga alargando la última palabra.

Conocía a Chantel hacía unos 4 años, era una niña loca en el colegio y nadie se quería juntar con ella en el descanso, hasta que me acerqué por pena a ella, desde entonces éramos inseparables.

– ¡Ya sé!– gritó, haciendo eco en gran parte de la lujosa cocina de donde ahora era mi casa desde hace meses. – Qué tal sí le dices que irás con Sky a dormir, mira que no puede prohibirte ir con tu familia, le dices a Sky que te cubra unas horitas y prometo llevarte a casa antes del amanecer ¿qué dices?– mordió su labio emocionada, parecía que estaban a punto de salírsele los ojos.
– No tienes ni un pelo de estúpida– reí, no podía verme a mi misma, pero estaba segura de que los ojos me brillaban.

Para el atardecer había puesto en una mochila un cambio de ropa, y entre ella había escondido el maquillaje que utilizaría para la fiesta de Chantel, ahora solo faltaba decirle a Rafael y esperar lo que dijera.

– Miller, ¿tienes un momento?– Dije después de haber tocado la puerta del estudio de la casa.
– Qué sea rápido, no tengo tiempo para tus cosas.– soltó con la vista en la computadora.
– Lamento no ser Verónica, solo quería decirte que iré a casa de Sky...

Justo antes de terminar, apartó su mirada del computador y la dirigió a mí, su mirada era cálida, no era de un chico con mal carácter como lo era él. Tenía unas cuantas pecas en la cara, a duras penas se notaban, su cabello negro combinaba perfectamente con su tez blanca.

– ¿Casa de Sky?– Frunció el ceño.
– Sí, su novio salió de viaje y regresa mañana, ya conoces a mi hermana, no quiere quedarse sola en el depa.–Terminé de decir mordiéndome el labio inferior, realmente estaba nerviosa.
– Mi respuesta es no.– Inmediatamente regresó a lo que estaba haciendo en la computadora.
– Es que no entiendes, no te estoy pidiendo permiso, te estoy avisando... No puedes prohibirme ir con mi hermana.– Continúe con sarcasmo.

Inmediatamente Rafael levantó su mano izquierda moviendo su dedo anular, justo donde yacía el anillo de boda.

– Estamos casados niñita, puedo prohibirte lo que quiera.
– Idiota.– susurré.
– ¿Qué has dicho?
– He dicho...– me quedé callada, tenía que pensar muy bien lo que quería decir, tenía que ir a esa fiesta.– He dicho qué por favor.
– Sí llegas después de la 1 p.m. Mañana, juro que jamás volveré a caer en tu actitud de paz.
Sonreí.
– Gracias.

[....]

En los últimos años Chantel se había convertido en una especie de Reina de Fiestas, siempre que hacía una terminaba sorprendiendo con la organización. Esta vez era en la finca de sus padres, un terreno junto al mar. La casa tenía aspecto rústico y grandes jardines, sobre todo el que se encontraba detrás de la casa, pues una barda pequeña dividía de el mar.

La música no era fuerte, ni tampoco era la típica música que pondrían en un club. En una de las esquinas del jardín trasero, justo debajo de un árbol del cual colgaban luces blancas se encontraban unos cuantos músicos tocando sus instrumentos al ritmo de Jazz, estaba casi segura que su mamá había escogido la música.

Los invitados reían y se agrupaban en al menos 5 personas, chocaban sus copas y se oían contar chistes, otras bailaban mientras batallaban con sus vestidos largos y algunos hombres solo observaban desde las mesas. Meseros caminaban entre la multitud con bandejas en las cuales llevaban copas llenas de vino.

– ¡Lucia has venido!– escuché decir a la madre de Chantel mientras caminaba hacia mí con un vaso de lo que parecía Whisky en la mano.
– Señora Grey.– sonreí.
– Ese vestido rojo te queda increíble, aquí entre nosotros, el escote en la espalda roba una que otra mirada querida.– susurró para terminar riendo.
– Vamos Susana, no espantes a mi amiga.– sonrió Chantel abrazando a su madre.
– Un gusto verla Señora Grey.– estreché su mano antes de que se fuera.
– Mi querida Lucia De Borges, en el mundo hay 2 tipos de personas, las que beben whisky y vino..– continuó Chantel abrazándome por los hombros mientras seguíamos caminando.– Y las que guardamos lo mejor para nosotras, espera aquí que ya te traigo una bebida de verdad.– rió y salió disparada a la cocina.

Reí mientras caminaba a la barda con vista al mar, era luna llena, la mejor decoración para una fiesta de noche.

– Me pregunto sí usted será más de las chicas solitarias en las fiestas o solo ha venido para distraerse.– dijo una voz sacándome de mis pensamientos, era masculina y de acento engañoso.
– Me iré por la segunda opción, aunque tampoco descartaría la segunda.– reí volteando a ver a mi compañero.

Un chico de tez morena me veía curioso, ojos cafés, cabello peinado pero alborotado y sobre todo una sonrisa reluciente.

– Creo que yo también me iría por la segunda.– contestó al fin.
– Lo siento, ¿nos conocemos?– sonreí siguiéndolo con la vista, pues se había recargado en la barda.
– No, aún no.– soltó una risita y extendió su mano.– Abraham Mateo, un placer.

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CONFIDENT - Abraham Mateo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora