| PARTE III |

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El resto de la noche mis pensamientos iban dedicados al famoso chico de la fiesta, aunque nunca lo aceptara en voz alta me había parecido sumamente interesante. Justo antes del amanecer, recogí mis cosas y salí de la casa de Sky, no sin antes haber dejado una nota pegada al refrigerador dándole las gracias por prestarse a tremendo plan.

Cuando llegué a lo que ahora llamaba casa, Rafael se encontraba en la sala con un vaso de whisky en la mano, movía su pie de un lado a otro y parecía sumamente desesperado. Cuando se percató de que me encontraba frente a él, se levantó de golpe y cortó la poca distancia que nos separaba.

– Creí haberte dejado las cosas claras ayer, Lucía.– Soltó
– ¿De qué hablas? Aún es de mañana Raf, dijiste que la 1:00 p.m. Y estoy aquí antes.– Respondí con normalidad, no había roto ninguna regla.
– No te ha quedado claro que soy la luz de este mundo, dueño de ti y tu maldita vida, confié en ti Lucy, pero lo primero que hiciste fue correr con un idiota que conociste quien sabe dónde.– Dió otro sorbo a su vaso y con gran fuerza lo tiró hacia la pared, haciendo que éste se hiciera añicos al contacto.

Mi pulso se aceleró y el miedo invadió mi cuerpo.

– No entiendo de qué hablas.– Susurré tratando de ocultar el temblor de mi voz.
– Sé que no estuviste con Sky, sé que fuiste a una fiesta de tu estúpida amiga, y también sé que un tío ha tratado de distraer a los de seguridad mientras bajabas de su carro. ¿Te has acostado con él?– me miró por un momento y al no recibir respuesta de mi parte, levantó su mano y con gran fuerza soltó un golpe en mi mejilla.

Mis ojos se pusieron llorosos y mi mejilla ardía increíblemente, mi reacción fue llevarme la mano justo en el lugar donde había recibido el golpe.

– No me acosté con él, es un amigo.– contesté al fin, casi al borde del llanto.
– He comprado tu vida Lucia, me perteneces ¿comprendes? Cuida tus malditas acciones, vete a la habitación.
– Llamarte idiota te quedaría corto– solté sin pensar, arrepintiéndome inmediatamente de que fuera una lengua suelta.

Rió sin ganas, apretando los puños fuertemente.

– Mejor vete, no quiero hacer algo de lo que me arrepienta después.

Le sostuve la mirada un par de segundos y di la vuelta sin pensarlo, era un hombre impulsivo y no quería darle más motivos.

Inmediatamente subí a mi habitación asegurándome de colocar bien el seguro, sin poder evitarlo me tiré a llorar en mi cama.
No tenía idea de cuánto tiempo llevaba ahogando mi llanto contra la almohada cuando mi celular comenzó a sonar sin parar, y sin mirar la pantalla contesté.

– Seas quien seas, no estoy de humor para llamadas, comunícate más tarde.–solté rápidamente.
– ¿La resaca está haciendo lo suyo?–el tono burlón de Abraham se hizo presente.
– No exactamente, me duele la mejilla.
– ¿Una muela en mal estado?
– Un golpe.– suspiré.
– ¿No me digas que te..– hizo una pausa y pude escuchar su respiración agitada.
– Me golpeó sí, al parecer nos descubrió anoche.– agregué al no obtener respuesta de parte suya.
– Tienes que dejarlo Lucia, sé que apenas nos hemos conocido, tengo claro eso, pero de alguna manera me siento culpable ¿sabes? fui yo quien se ofreció a llevarte, esto no hubiera pasado si...
– No no no, Abraham esto no es culpa tuya. ¿Tú no te preocupes vale? Estaré bien.– no quería que él se sintiera culpable de algo que no había hecho.
– ¿Qué te parece si hoy me acompañas al lago Castine?– noté la leve emoción en su voz.
– Me encantaría, pero no puedo salir, ya no me dará permiso.– bufé deseando que nada de esto estuviera pasando.

años antes me hubieran dicho que el matrimonio era así de feo, hubiera escapado sin dudarlo. Abraham estaba tardando en responder, pero sé que seguía en la línea pues podía escuchar su respiración.

– Escapemonos.– dijo al fin.

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⏰ Última actualización: Oct 06, 2019 ⏰

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CONFIDENT - Abraham Mateo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora