Prologo: Fin de semana

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¿Qué tal? Espero que esta historia les guste. Sinceramente no se si este en la categoría correcta pero con el tiempo quizá ustedes puedan decirme conforme avance la historia.

Sin mas por agregar, gracias por leer y pues disfruten esta primera parte.

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Aquel muchacho realmente comenzaba a sentirse molesto de oír lo que salía de la boca de su amigo. Lo único que quería es relajarse por un momento en lugar de escuchar sus preocupaciones sobre los exámenes finales de la siguiente semana. En su mente solo cabía la posibilidad de tomar un poco de alcohol, lo cual sinceramente no hacía con mucho ánimo de emborracharse, solo pasarla bien con sus amigos en el bar al que se dirigían; no le gustaba perder la inhibición de su entorno.

-En serio te lo digo Caleb, los finales son lo peor del ciclo. – Su amigo coloco su brazo alrededor de su cuello. – Si repruebo, puedo olvidarme de ser veterinario.

Caleb simplemente resoplo un poco antes de contestar.

-Sabes, acabamos de tener una semana llena de deberes y lo único en lo que puedes pensar es en los exámenes finales en un fin de semana. ¡Apenas llevamos dos horas fuera de la escuela!

-Si, sí. Don buenas notas no tiene nada de preocuparse porque siempre saca diez.

Sus amigos del asiento delantero y el tercero que estaba al lado de él en los asientos traseros se rieron. Caleb quito el brazo de su amigo y lo empujo un poco para que lo dejara de molestar. Realmente estaba molesto de solo oír quejas de su amigo.

La camioneta en la que iban avanzaba a través del trafico mientras comenzaba a ocultarse detrás de aquellas montañas al norte. Un bache aquí y allá en el camino hacia que el vehículo saltara un poco, pero a los chicos no les molestaba, de hecho, disfrutaban el salto mientras se mofaban un poco del conductor, dueño de la camioneta.

Caleb le soltó una zape en la nuca a su amigo que conducía cuando casi golpea cabeza con el techo de la camioneta en un salto. Su amigo solo rio al igual que él. El copiloto iba viendo su celular y el chico no dudo un minuto en arrebatárselo. El muchacho del teléfono trato sin éxito de recuperarlo y sus amigos de los asientos traseros comenzaban a reírse de los mensajes que escribía a una chica de su colegio.

- Querida Lillie, quiero que sepas que mi corazón late al mil por hora como esta camioneta. – Comenzó a decir Caleb, aunque realmente no había un mensaje que dijera eso. – Y que mi entrepierna esta tan rígida como la palanca de velocidades.

Todos soltaron una carcajada a excepción del chico de celular, el cual estaba rojo. En un movimiento rápido, por fin pudo recuperarlo de Caleb, aunque eso no ceso las risas que aun prevalecían. Su amigo solo se limito a guardar el dispositivo en su bolsillo.

-Vamos chicos. – El muchacho estaba avergonzado. – Saben que ella me atrae y ustedes no lo hacen más fácil.

-Ni lo haremos mas fácil, David. – Dijo Caleb con una sonrisa.

-Ya llegamos. – Dijo el conductor.

-Ya era hora, Mark. – Dijo David.

Los muchachos comenzaron a sentirse un poco animados ante la idea de conseguir algo de movimiento en el bar. La última semana había sido fatal para ellos, llenos de deberes y solo querían desahogarse con el alcohol y con las chicas. Ya tenían 17 años cada uno de ellos a excepción de Mark que tenía 19, así que tenían permitido entrar sin problemas. Cuando bajaron de la camioneta, Caleb casi tropieza con su amigo el que tenia preocupaciones por los finales.

El portador de la luz: Jamais VuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora