Capitulo 1: Despertar

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- ¡Detengan el mapeo! – Dijo un hombre de pelo canoso con una bata. - ¡Sus latidos caen!

Rápidamente los enfermeros y el doctor se movilizaron alrededor del chico que estaba postrado sobre la cama. El monitor cardiaco capturaba sus latidos los cuales estaban siendo cada vez menos. Su pecho subía y bajaba con menos frecuencia; sus pulmones estaban dejando de funcionar.

De repente el monitor cardiaco empezó a mostrar una línea recta y un pitido. Todos sabían lo que significaba.

- ¡Intúbenlo, ahora! – Gritó el doctor. - ¡Tiene un paro cardiaco!

Los enfermeros sin perder un segundo mas rasgaron su playera empapada en sangre para dejar su pecho descubierto. Otro enfermero ya había acercado el equipo de resucitación: unas paletas cardiacas. Presionaron unos cuantos botones en la maquina y las paletas empezaron a cargarse de electricidad. Después de que las frotaran entre ellas, las pusieron sobre su pecho.

- ¡Despejen! – Aviso el doctor a su personal.

El cuerpo de Caleb se sacudió violentamente, la descarga había sido moderada. Sin embargo, el monitor cardiaco no había cambiado. Un enfermero joven empezó a hacerle reanimación cardiopulmonar por unos segundos, esperando que aquel chico no muriera justo ahí.

Siguió haciéndolo por unos segundos más.

- ¡No responde! ¡Denle otra vez!

Prepararon de nuevo las paletas, esta vez con un poco mas de carga. Si Caleb no reaccionaba pronto, ya nunca despertaría. Todos los hombres de esa sala ya tenían la frente sudada y el doctor estaba empezando a perder la esperanza.

- ¡Despejen!

De nuevo el cuerpo del chico se sacudió solo que esta vez el monitor ya había cambiado. De nuevo registraba sus latidos y su pecho de nuevo subía y bajaba. El doctor se acerco al monitor para leer lo que sea que indicara la pantalla. Su corazón latía, pero algo no estaba bien. La frecuencia era anormal y el doctor sabía lo que significaba exactamente.

- ¿Cómo esta? – Dijo un hombre con un traje negro, tenía varios días sin rasurarse.

-Esta estable, pero tomó demasiado tiempo. – Anuncio el doctor. – Esta en coma.

Caleb estaba demasiado herido, pero desde la vista de cualquiera, pareciera que durmiera plácidamente. Los enfermeros comenzaron a aplicarle curación a sus heridas que iban desde su cabeza hasta su tórax. Casi toda su ropa estaba cubierta de sangre; su sangre. Era un milagro que estuviera vivo en esas circunstancias.

Al lado del chico, había más camas, pero estas estaban todas desocupadas. Era el único paciente que estaba en esa sala. El doctor y el hombre de traje se alejaron de ahí para que los enfermeros pudieran atenderlo adecuadamente. Caminaron hacia la salida de la sala.

Antes de que el doctor pudiera decir algo, el hombre del traje habló.

-Inícienlo.

Una semana después.

El muchacho caminaba al lado de la carretera, su amiga iba solo unos pasos atrás que él. Ya había oscurecido y las estrellas se dejaban ver en el cielo. Ningún auto pasaba por ahí, al menos no frecuentemente. Después de la batalla sobre la carretera interestatal, seguramente las autoridades habían cortado el paso. La magnitud de desastre había sido enorme, y eso, el chico se lamentaba.

Ambos amigos no se hablaban, solo caminaban. La tensión era palpable.

-Oye, ¿Cómo esta tu brazo? – Dijo el muchacho. La chica solo resoplo. – Vamos, al menos dime que pasaste de estar muy enojada a solo estar moderadamente enojada.

El portador de la luz: Jamais VuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora