-Deje su mensaje después de la señal.
Otra vez ese pitido.
-Hola, Harold. ¿Sabes? Preferiría oir tu voz antes que la de una máquina. Ahora mismo odio que siempre te negases a grabar algo para sustituirla. He vuelto a irme del tema.
Sonrío tímidamente recordando cada vez que me decía lo poco directa que era.
-Me he hecho un tatuaje, el primero de muchos. Adivina lo que es.-Continúo hablando al recordar que no va a contestarme.-Es una flor; la rosa que tú hiciste, para ser exactos. Encontré el dibujo en un cajón de mi casa y recordé lo que me dijiste cuando me lo diste. ¿Una flor para otra flor? ¿De verdad?
Río en mis adentros, escuchando su risa en mi mente.
-Me dijiste que, la primera vez que me viste, te recordé a ella, en su aspecto y olor. Todavía puedo ver tu expresión de concentración mientras la mejorabas, poniendo como excusa que no era justo compararme con un dibujo tan simple, aunque para mí estaba perfecta tal y como estaba.-El silencio inunda la línea telefónica.-No sé para qué te cuento esto. Ya lo sabes todo, pero siento la necesidad de hablar con alguien y tú eres-un pitido anuncia el final del mensaje-la única persona con la quiero hacerlo.