Hogwarts

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El último día de agosto pensó que era mejor hablar con sus padres por si se habían olvidado de que este año entraría a Hogwarts.
Así que bajó al salón, donde su madre hacía papeleo. Se aclaró la garganta, para que supiera que
estaba allí.

—Mmm... ¿Mamá?

Su madre levanto un poco la cabeza, para demostrar que la escuchaba.

—Mmm...¿Recuerdas que mañana debo ir a Hogwarts?

Su madre asintió dando a entender que si se acordaba.

La chica sonrió feliz y volvió a subir a su cuarto a revisar de nuevo su equipaje.

A la mañana siguiente, Elizabeth se despertó a las tres, tan emocionada e ilusionada que no pudo volver a dormir.
Se levantó y se puso ropa muggles: no quería andar por la estación con su túnica de bruja, ya se cambiaría en el tren.
Miró otra vez su lista de Hogwarts para estar segura de que tenía todo lo
necesario, se ocupó de meter a Kirlia en su jaula y luego se paseó por la casa, esperando que sus padres se levantaran.
Dos horas más tarde, el
pesado baúl de la chica estaba cargado en el coche del ministerio. Sus padres delante y la niña detrás.

Llegaron a King Cross a las diez y media. El señor Wolf cargó el baúl de su hija en un carrito y lo llevó por la estación.

—¿Pasa algo, cariño?—Pregunto la señora Wolf a su hija.

—Sí —dijo Elizabeth—. Lo que pasa es que... es que no se cómo...
—¿Como entrar en el andén? —preguntó dejando escapar una carcajada.

Elizabeth asintió con la cabeza.

—No te preocupes —dijo—. Lo único que tienes que hacer es andar recto hacia la barrera que está entre los dos andenes. No te detengas y no tengas
miedo de chocar, eso es muy importante. Lo mejor es ir deprisa. Si estás
nerviosa,entra con papá.

—De acuerdo.¡Vamos allá! —dijo el señor Wolf.

Se colocó detrás de su hija, empujó el  carrito y se dirigió hacia la barrera.
Se inclinó sobre el carrito y comenzó a correr (la barrera se acercaba cada vez
más).  Cerró los ojos, preparada para el choque...
Pero no llegó. Abrió los ojos.
Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h». Elizabeth miró hacia atrás encontrándose  con el rostro  sonriente de su padre
y más atrás vio una arcada de hierro donde debía estar la taquilla, con las palabras
«Andén Nueve y Tres Cuartos».

El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las
piernas de la gente. Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles.

—¡Esto es impresionante!

—Hogwarts es mejor.—Dijo su madre a  su lado.

El señor Wolf de improviso abrazo a su hija fuertemente. Era un  abrazo cálido al cual la señora Wolf no tardó en unirse.

—Cuídate mucho, cariño.

—Y escríbenos  muy a menudo.

—Lo haré.

La chica sonrió de oreja a oreja mientras se despedía de sus padres y se fue a buscar un vagón vacío.
Los primeros vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunos
asomados por las ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar.

Elizabeth empujó su carrito por el andén, buscando un asiento vacío.
La chica se abrió paso hasta que encontró un compartimiento vacío, cerca del final del tren. Primero puso a Kirlia y luego comenzó a empujar el baúl hacia
la puerta del vagón. Trató de subirlo por los escalones, pero sólo lo pudo levantar un poco antes de que se cayera golpeándole un pie.

𝐒𝐢𝐦𝐢𝐥𝐢𝐭𝐮𝐝 |𝐑𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora