Díctamo

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En Hogwarts había 142 escaleras, algunas amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas. Algunas llevaban a un lugar diferente los viernes.
Otras tenían un escalón que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar. Después, había puertas que no se abrían, a menos que
uno lo pidiera con amabilidad o les hiciera cosquillas en el lugar exacto, y puertas que, en realidad, no eran sino sólidas paredes que fingían ser puertas y luego te aplastaban.

También era muy difícil recordar dónde estaba todo, ya que parecía que las cosas cambiaban de lugar continuamente. Las personas de los retratos seguían visitándose unos a otros.
Los fantasmas tampoco ayudaban. Siempre era  desagradable que alguno se deslizara repetidamente a través de la puerta que se intentaba abrir.

Nick Casi Decapitado siempre se sentía contento de señalar el
camino indicado a los nuevos Gryffindors, pero Peeves  se encargaba de poner puertas cerradas y escaleras con trampas en el camino de los alumnos retrasados. También les tiraba papeleras a la cabeza, corría las
alfombras debajo de los pies del que pasaba, les tiraba tizas...

Pero aún peor que Peeves, si eso era posible, era  Argus Filch y su bicho peludo.

Filch tenía una gata llamada Señora Norris, una criatura flacucha y de color
polvo, con ojos saltones como linternas, iguales a los de Filch. Patrullaba sola por los pasillos. Si uno infringía una regla delante de ella, o ponía un pie
fuera de lo permitido, se escabullía para buscar a Filch, el cual aparecía al instante. Ese hombre era peor que los fantasmas.

Todos los estudiantes lo detestaban, y la más soñada ambición de muchos era darle una buena patada a esa gata.
Y después, cuando  las aulas ya estaban localizadas, estaban las clases.

Había mucho más que magia, como la chica descubrió muy pronto, mucho más
que agitar la varita y decir unas cuantas palabras de un libro.
Tenían que estudiar los cielos nocturnos con sus telescopios, cada miércoles a medianoche, (cosa que a la chica le entusiasmaba),y aprender los nombres de las diferentes estrellas y los movimientos de los planetas. Tres veces por semana iban a los invernaderos de detrás del castillo a estudiar Herbología, con una bruja pe-
queña y regordeta llamada profesora Sprout, y aprendían a cuidar de todas las
plantas extrañas y hongos y a descubrir para qué se usaban.

Pero la asignatura más interesante era Historia de la Magia, la única clase
dictada por un fantasma. Binns hablaba monótonamente, mientras escribía nombres y fechas. Qué un fantasma diera una clase podría resultar aburrido para muchos,pero para un reducido grupo eso era una pasada. No siempre puedes tener un fantasma de profesor

El profesor Flitwick, daba las clases Encantamientos, era un brujo diminuto que tenía que subirse a unos cuantos libros para ver por encima de su escritorio. Al comenzar la primera clase, sacó la lista y, cuando llegó al nombre de Elizabeth, dio un bufido de desaprobación y paso rápidamente a otro.

La profesora McGonagall era diferente.
Estricta e inteligente, les habló en el primer momento en que se sentaron, el día de su primera clase.

—Transformaciones es una de las magias más complejas y peligrosas que aprenderéis aquí —dijo—. Cualquiera que pierda el tiempo en mi clase tendrá que irse y no podrá volver. Ya estáis prevenidos.

Entonces transformó un escritorio en un cerdo y luego le devolvió su forma
original. Todos estaban muy impresionados y no aguantaban las ganas de empezar, pero muy pronto se dieron cuenta de que pasaría mucho tiempo antes de que pudieran transformar muebles en animales. Después de hacer muchas anotaciones complicadas, les dio a cada uno una cerilla para que intentaran convertirla en una aguja. Al final de la clase, sólo Regulus y Elizabeht habían hecho algún cambio en la cerilla. La profesora McGonagall mostró a todos cómo se habían vuelto plateadas y puntiagudas.

La clase que la mayoría esperaba era Defensa Contra las Artes Oscuras, pero las lecciones de este profesor resultaron ser casi una broma. Solo hablaba sobre la cosas que se debían hacer cuando uno se encontraba con mortifagos y la manera en la que debían huir.

El viernes fue un día importante para Elizabeht. Por fin era capaz de ir por la escuela, sin perderse ni una vez.

—¿Qué toca hoy? —preguntó Elizabeht a Blair, mientras huntaba mermelada en sus tostadas.

—Pociones Dobles con los de Slytherin —respondió Blair—. Slughorn es el Jefe de la Casa Slytherin. Dicen que siempre  favorece a aquellos que tienen una habilidad sobresaliente...Típico de las serpientes,¿no?

—No todas las serpientes son malas—dijo Elizabeht.

—Lo dices por Black,¿Verdad?

La chica castaña solo bajo la cabeza hacia su plato y mordió su tostada.

Justo en aquel momento llegó el correo,rompiendo el momento incómodo.
Kirlia ya le había llevado varias cartas de sus padres.

Aquella mañana pasó volando entre la mermelada y la azucarera y dejó caer un sobre
en el plato de Elizabeht,esta la abrió de inmediato.

Querida Elisabeht (Decía con una letra muy pulcra),
sé que tienes las tardes del viernes libres,yo también las tengo;así que ¿te gustaría quedar con nosotros sobre las cuatro? Queremos saber todo sobre  tu primera semana. Esperamos tu respuesta.

Sirius,James,Remus y Peter.

Elizabeht cogió una pluma de su bolsa y escribió por detrás: «Sera divertido,nos vemos esta tarde(llevaré a Blair)», y la envió con Kirlia.
Fue una suerte que chica hubiera aceptado la invitación de los chicos, porque la clase de Pociones resultó ser la peor cosa que le había ocurrido en sus once años de vida.

Al comenzar el banquete de la primera noche, Elizabeht había pensado que el profesor Slughorn era un tanto...extraño. Pero al final de la primera clase de Pociones supo que había acertado. No era sólo que Slughorn parecíera extraño,sino que lo era y mucho.

Las clases de Pociones se daban abajo, en un calabozo. Hacía mucho más frío que arriba,y habría sido igualmente tétrico sin todos aquellos animales conservados, flotando en frascos
de vidrio, por todas las paredes.
Slughorn,como Flitwick, comenzó la clase pasando lista y, como Flitwick, se
detuvo ante el nombre de Elizabeth.

—Ah, sí —murmuró—. Elizabeth. Conocí a tu padre. Un hombre... interesante.

  Slughorn terminó de pasar lista y miró a la clase. Sus ojos azules ponían nervioso a cualquiera. Parecía que el profesor Slughorn estaba al acecho esperando para saltar sobre su próxima carta de triunfo.

—Hoy estamos aquí para aprender la sutil ciencia y el arte de hacer pociones —comenzó. Hablaba con un tono agudo—. Aquí habrá muy pocos
movimientos de varita. No
espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente,pero espero que os lo toméis enserio.

Silencio fue lo que siguió a aquel pequeño discurso. Elizabeth y Blair intercambiaron
miradas divertidas.

—¡Black! —dijo de pronto Slughorn sobresaltando a todos—. ¿Para que se utiliza el díctamo?

¿Díctamo? Elizabeth miró de reojo a Blair,
que parecía tan desconcertada como ella.

¿Qué diablos es era eso?

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⏰ Última actualización: Jan 10, 2020 ⏰

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𝐒𝐢𝐦𝐢𝐥𝐢𝐭𝐮𝐝 |𝐑𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora