Parte 33

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Cuenta Lali:

Ya pasaron dos horas, viajar con Pablo jamás me imagine que sería tan aburrido, lo único que hace es mirar al frente sin decir ni una palabra mientras la música suena en la radio. Canciones melancólicas que lo único que te dan ganas es de llorar. Mientras tanto, intentaba pensar como podría preparar la sorpresa; aunque eso estaba mas que sabido, lo que me atormentaba la cabeza era que le iba a decir, y digamos que esa música mucho no me ayudaba a poder pensar.

Quizás le parezca raro el hecho de que aparezca de la nada con un montón de regalos, cuando las cosas no terminaron del todo bien, mejor dicho, nada bien. Ir allá de la nada cuando se suponía que nuestra etapa había cerrado, y que nunca mas nos volveríamos ver, por el dolor que me causo y todo el resto. Creo que antes debería hablar con él. Era raro que su madre me aceptase tan rápido y no me preguntara --¿Estas segura? o ¿Se arreglaron?, o tal vez un: ¡¿Que ahora te arreglaste con mi hijo?! o quizás directamente me cortara el teléfono. Me hace pensar que no le contó nada de lo nuestro a su madre.

Aquella pregunta de si debería hablar con el antes no me dejaba pensar ni dormir, y la única persona con la que podía cuestionarlo, en este momento, era Pablo. Si no lo hablaba con alguien me iba a volver loca.

Tras dos horas de silencio, me decidí a hablar.
— Pablo.
— ¿Que? —dijo relajado.
— Tengo una pregunta... Para vos, ¿debería mostrarle la sorpresa a Peter y después hablar con el, o hablo con el y después le muestro la sorpresa?
— ¿Cuál es la sorpresa? —respondió sin sacar los ojos de enfrente ni por un segundo.
— Bueno, pensaba comprar algunos globos, con una caja de chocolates.
— Pero,  ¿para que le vas a regalar algo?
— ¿Para que me perdone? —dije pensativa.
— ¿No lo tenías que perdonar vos a él?
Tiene razón yo estoy yendo para decirle que quiero estar con el y que lo perdono.
— Bueno, entonces ¿que podría hacer?
— Yo creo que cuando el vuelve de la cena con su familia, yo  podría esperarlo en la cocina, así cuando me vea podamos hablar y  pueda convencerlo de ir al hotel donde nos vamos a hospedar. Entonces cuando lleguemos allá le voy a decir que  valla entrando a tu cuarto, el pensando que es el mío,  y vos vas a estar ahí, y le vas a decir todo.  — Sin apartar la vista del volante Pablo dijo todo lo que necesito escuchar.
— ¿Alguna vez te dije que sos el mejor?
— Si, cuando gustabas de mi en 4to y 5to grado.
— ¡Cállate!
Después de un minuto de silencio.
— Espera, ¿como sabías?, ¿te contó Cande?
— Era obvio.
— Presumido.
Dio una risita.
— ¿Cuanto falta?
— Media hora.

Refundación {LALITER} (2/3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora