I : ¿Juntos por siempre?

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El matrimonio es... La unión de dos personas por medio de un contrato legal.


El matrimonio es...


El matrimonio es...


— La peor estupidez que pudieron inventar. —Respondió el azabache a la nada, con el cigarrillo entre los dedos.

"Con este anillo serás mía según ley como mi esposa.


Yo los declaro casados".


Sus caóticos pensamientos iban en un carrusel, desordenándose a cada parada del mecanismo. Si hubiera sabido que exigir el divorcio iba a tenerlo tan devastado y confundido sin razón, jamás lo hubiera pedido.

El recuerdo de la noche que destruyó esa cápsula que le había quitado las alas no lo dejaba conciliar el sueño. Cada gesto, cada palabra, cada sollozo salido de esos labios que tanto amó besar, lo destrozaban internamente, era una tortura sofocante. Pero si él estaba así, ¿cómo estaría ese ser que tanto amó? Porque... "Amó", sería la palabra correcta, ¿no?

Sus primeros años de relación no fueron fáciles. Entre los celos incontenibles de ambos y los errores de Sasuke, había sido sumamente complicado mantener esa balanza, pero el tiempo acomodó las piezas hasta encajarlas a la perfección. Y el mismo tiempo fue también el que se encargó de destruir esa preciosa imagen formada. ¿O había sido uno de los protagonistas de esto? Con un suspiro profundo cerró los ojos en un vago intento de dormir, pero su mente jugaba con él, y lo único que pudo ver, fue esa espeluznante escena que devastó toda la felicidad que se creaba en ese pequeño nido de amor que fue víctima de una tormenta.


Una figura masculina había entrado a la sala a una hora imprudente de la que no estaba enterado, ni le interesaba. Al encender la luz vio en el sillón el cuerpo acurrucado de su esposa, seguramente esperándolo. Fue una desventaja tremenda que fuese tan liviana de sueño, ya que al primer ruido que hizo Sasuke al quitarse los zapatos, disipó su cansancio de inmediato.

— ¿Sasuke? —Murmuró, frotándose los ojos al levantarse—, ¿por qué llegas a esta hora? Teníamos planes...

— Quería divertirme un poco, es todo. —Contestó sin más, alzando los hombros.

— Claro, como conmigo te aburres.

— No empieces, ¿quieres?

— ¡Estoy aburrida de todo esto! Haces lo que quieres, no tienes respeto por mí... Sasuke, no soy tu prima, ni tu hermana. Soy tu esposa.

— Imposible de olvidar, si me lo repites cada cinco minutos.

— Ese no es el punto...

— ¿Quieres saber mi punto? Mi punto es que estoy hasta la mierda de esto, de que me controles, de tener que decirte cada uno de mis pasos. Es una pesadilla llegar acá.

— Sasuke...

— Nada, Sakura. Ya estoy aburrido de todo esto.

La discusión pudo haber frenado ahí, pudo pasar a una pelea tonta, insignificante, pero para Sakura no pudo ser así. Guardó silencio, intentando reprimir el llanto que le presionaba la garganta, pero fue en vano; gruesas lágrimas descendieron por sus mejillas hasta perderse en el suelo.

Su paciencia se había acabado.

— ¡¿Y qué quieres que haga?! ¡Si desde que nos casamos eres otra persona! Te molesta todo de mí, te largas por ahí después del trabajo y llegas en la madrugada. Me convertí en nada en tu vida... ¡Nunca me das ni una explicación! ¡Y si me preocupo tanto, es porque te amo!

No pudo más. Su débil cuerpo de muñeca perdió la fuerza, cayendo al suelo, de rodillas. Temblaba, extenuada, ella era frágil, más si se trataba de ese hombre por el que daría más que su propia vida. Y ese hombre despreciable y culpable de ese llanto que partía el alma, no hizo más que soltar una risa burlona antes de romper todo.

— Esto se acabó. Eres una molestia.

Esa simple frase trivial despedazó su bola de cristal de cuento de hadas, haciéndola sentir esas ganas depresivas de dejar de existir. Intentaba bajar la intensidad del llanto, pero este sólo incrementó. Estaba rota por dentro, no podía más. Tenía claro que ese era el fin de todo, de años de amor, en donde ella fue feliz, en donde ella dio todo de su parte por hacer feliz a la persona que amaba... sólo ella.

Vinieron unas hirientes frases más por parte del varón mientras arreglaba un bolso improvisado y metía ahí cosas que ni él sabía si eran indispensables, y lo que no pensó que pasaría, pasó: Sakura le rogaba, literalmente, de rodillas, que no se fuera, que solucionaran el problema, que no volvería a hablarle de esa manera, e, irónicamente, que ella podía cambiar. ¿Cómo podía rebajarse a ese nivel, sabiendo que, en todo ese tiempo, jamás le falló al pelinegro? El amor que le tenía era respuesta suficiente.

A pesar de esa humillación, el hombre ni se inmutó. ¿A quién engañaba? Era la excusa perfecta para terminar con todo eso. Él jamás quiso casarse, nunca quiso hacerlo, porque sabía que iba a cambiar todo.

Y claro que lo hizo.

Pero esos ojos llenos de ilusiones y esperanza cada vez que se tocaba el tema le ablandaron el corazón... El mismo que ahora era una roca indestructible.

Con el último rastro de fuerza que le quedaba, su estrategia para hacer cambiar de opinión al de mayor altura fue intentar derretir su frialdad con un cálido abrazo, pero... falló.

Eso había sido hace tres meses exactamente, de los cuales se había enterado que el estado de su ex pareja era deplorable.

La misma madrugada que se había ido, notificó a su abogada para que hiciera la demanda de divorcio, y aunque esto llevó tiempo, finalmente sólo faltaban horas para iniciar el proceso. Tan sólo horas para ver a Sakura después de meses.

Debía dormir para estar listo mañana, sin embargo, cada vez que cerraba los ojos, lo único que lograba visualizar eran esos ojos sin brillo, pidiéndole perdón por errores que nunca cometió.

Al final se levantó y fue a registrar el ropero, arreglando lo que se pondría mañana. No supo si fue una casualidad de la vida, pero cuando abrió el clóset su mirada lo traicionó al quedar fija en esa funda negra y grande... Ahí estaba el traje de su boda.

El día de su boda. Ah, qué maravilloso había sido ese día.

Su preciosa muñeca se había encargado de todo con lujo de detalle, todo era perfecto. Nada salió mal. Nada podía salir mal con esa sonrisa emocionada y esos ojos que destellaban una felicidad incontenible. Lo recordaba todo, desde el inicio al final.


" — Desde hoy estaremos juntos para siempre, Sasuke-kun. "


" — ¿Este color está bien, Sasuke-kun? "


" — Podría hacer esto todo el día...  — Gimoteó una agitada Sakura, moviendo sus caderas de arriba hacia abajo en esa profunda penetración, con esa delicadeza y sensualidad que tanto la caracterizaba. "


" — Eres mi vida entera. Lo sabes, ¿verdad? Daría lo que fuera por verte sonreír. "


Un nudo de apoderó de su garganta. ¿Hace cuánto no oía esa voz? ¿Hace cuánto tiempo no aspiraba su aroma? ¿Hace cuánto no sentía esas caricias, esos labios? ¿Cómo pudo dejarla escapar? Y lo peor: ¿Qué clase de hijo de puta era? Su boca se entreabrió, sus orbes se inmovilizaron.


Al fin pudo percatarse de su error.

Marriage? 「  FINALIZADO」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora