Capítulo 3| La soledad y sus efectos colaterales

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James me llevó a casa después de nuestra pequeña excursión, en cuanto llegue a mi casa me di un baño, comí cereal y por último encendí el televisor. El centro comercial era bastante agradable, ya saben, como un centro comercial. Mientras estuvimos ahí todo fue bastante normal, no hablamos de otra cosa más que de tiendas y en el camino solo hubo música, James era muy agradable y creo que podría ser mi nuevo amigo...

Me percaté de que mi padre no estaba en casa en cuanto me bajé del auto de James, y cuando disponía a dormirme escuché mi celular vibrar en la mesita de noche, revisé la notificación sin desbloquearlo y... Otra vez el sueño se me esfumó de un momento a otro, mi querido padre me acababa de enviar un mensaje diciendo que no venía a dormir pero no especificaba por qué.

Sentí que estaba sola, otra vez.

Me puse a recordar mi vida antes de venir aquí ¿Dónde está mi mamá? ¿Por qué no me ha llamado? ¿Se molestó mucho por lo que le dije? ¿Se habrá decepcionado de mí? Todas esas preguntas empezaron a tomar espacio en mis pensamientos; cada vez dolían más. Empecé a recordar lo infeliz que era en mi otra ciudad, lo mucho que me hacían falta abrazos, no de mis padres. Necesitaba abrazos de amigos, a mi parecer los abrazos de los amigos son muy diferentes a los que nos proporcionan nuestros padres.

El abrazo de un amigo es reconfortante, a su vez sientes que alguien te comprende y te apoya, otras veces sólo son abrazos rutinarios pero cargados de cariño y puedes sentirlo. Pero, lo más maravilloso es cuando no pides el abrazo y lo hacen de sorpresa, esa, es una de las sensaciones más hermosas de la vida.

En cambio los abrazos de nuestros padres, nos transmiten calidez de hogar, nos hace sentir que tenemos una casa, refugio, escape de las adversidades que hay allá afuera donde los humanos no tienen piedad de sí mismos.
Seguí pensando y lo recordé, uno de los momentos más vergonzosos que me han pasado...

Estaba comiendo en el receso, sola, como siempre, y se acercó una de las personas que más odio en el mundo Dakota Jones.
-¿otra vez comiendo sola pequeña Alaska? ¡Ah! ¡Ya recordé! ¡NO TIENES AMIGOS! pobrecita, si necesitas que te preste unos puedes llamarme.- dijo mientras se reía a carcajadas con sus amigos que la apoyaban desde su mesa- Adiós querida.
En ese momento juraría que mi cara era más roja que el carmesí, tenía un nudo en la garganta por el enojo que sentía esa chica estaba mal. Siempre fui de las que disfrutan su soledad, pero a veces, hasta el más solitario necesita un amigo. Y Dakota Jones era la menos indicada para recordármelo.

Me levanté de la mesa y fui al baño, donde para mi suerte, no había nadie así que ahí estuve el resto del receso.

Al recordar eso estaba otra vez furiosa, quería golpear algo y caí en cuenta de que todo era mi culpa. Mi culpa porque no tenía amigos, por no defenderme, por quedarme callada y no pedir ayuda a algún adulto. ¡Claro! ¡Todo puedo resolverlo yo sola! Solía repetirme eso una y otra vez durante muchos minutos. Cuando menos me lo esperaba me vino a la mente James, parecía que había esperanza en forjar una amistad verdadera, de esas en donde el amor es la base de todo. Y entonces me pregunté ¿le había agradado a James? Después de plantearme esa pregunta volví a la realidad. Miré la hora: 0:45 a.m.
Mañana hay escuela y no tengo ni una pizca de sueño ¡genial!

Entonces volví a caer presa de mi mente, los efectos de estar solo la mayoría de las veces son los mismos: nos ponemos a pensar y hablar en nuestro interior, reflexionamos.... Pero, otras veces, nuestros pensamientos son como armas y empiezan a disparar cuando menos lo esperamos.

A esto le llamo: perder el control sin haberlo tenido nunca, un juego que, si no sabes controlar terminarás peor de lo que estabas.

Sentí que volvía en mí todo lo que sentía cuando aún estaba en la otra ciudad todo ese sentimiento de querer llorar, de creer que el mundo no era tan bueno como lo describen, que no vale la pena estar vivo, en consecuencia quieres matarte pero sabes que si lo haces solo dejaras un enorme dolor a tus seres queridos.

Te entiendo, sé lo difícil que es recuperarse a la mañana siguiente y fingir que dormiste de maravilla.

Actuar normalmente para que los demás no se enteren pues ellos ya tienen suficiente con sus propios problemas.

Si, es horrible ¿sabes? Aún así yo se que todos podemos salir del hoyo, solo necesitamos un poco de paciencia para sanar y seguir adelante.

Volví otra vez, de mi mente y eran las 5.23 a.m. debía ir a la escuela y no dormí nada ¡perfecto!

Cuando termine de bañarme y cepillarme los dientes, bajé para desayunar mi papá ya estaba ahí, tenía el desayuno servido y estaba sirviéndose café recién hecho en la cafetera.
-Buenos días papá, ¿dónde estuviste anoche?
-Buenos días Alaska ¿Qué tal tu día ayer?¿Te divertiste con James?
-Si no me equivoco yo pregunte primero.
-Hija, no es importante...
-¡Pasaste la noche no sé en donde y no es importante! ¡Por dios! ¡¿Qué te sucede?! Me dejaste muy preocupada anoche.
-Tranquila, fue un asunto de trabajo...
Anda desayuna, se te va a enfriar.
-No gracias, no tengo hambre. Mejor me voy a la escuela
-Con cuidado, ¡te quiero hija!
-¡Yo también! - grité desde la puerta de afuera.

Algo estaba haciendo anoche, no sé qué pero no creo que sea tan bueno como para que me lo esté ocultando.
Mi padre nunca ha sido de esas personas que ocultan cosas, la comunicación entre nosotros siempre ha fluido con normalidad y sinceridad, no entiendo que esta pasando.

En cuanto crucé la puerta, un mensaje de James de hizo presente:

"Alaska, voy para tu casa espérame ahí"

Y eso hice...

-¡Hola!
-¡Hola, James!
-¿Qué tal la noche? ¿Dormiste bien?
-¡Sí! Perfectamente...
-Bueno señorita Dinozzo, su transporte espera- abrió la puerta del auto y subí, en cuanto entré la cerró.
-Dime James, ¿Por qué ser mi amigo?
-Bueno, en realidad no lo sé... Ahora que lo pienso eres muy fastidiosa. Y comes mucho. Creo... creo que... ¿Sabes qué? ¡Bájate del auto! Ya no te llevaré a la escuela- frenó en seco.
Se quedó serio por unos minutos y después soltó una carcajada.

-Alaska, ¿en serio creíste que soy capaz de hacer eso? - dijo esbozando una sonrisa burlona- no llevas más de una semana en mi vida y ya la hiciste más divertida, más alegre. Alaska, tu eres luz.
-Vaya, gracias supongo. - sentía mi cara arder- Soy muy tonta para responder a cosas así... En realidad siempre... Bueno yo...
-Guarda silencio, lo arruinarás.
-¿Arruinar qué?
-Esto. El momento, se siente la inspiración en el auto. Casi puedo tocarla.
-Eres un cursi.
-Pero dime, ¿soy un cursi de los lindos, o de los feos que nadie quiere?
-Eres un cursi, guapo, guapísimo. Casi tan guapo como Conor.
-¡Tenías que mencionar a ese chico!
-¿No te agrada?
-No es eso, pero no me gusta su forma de ser. Sólo lo quieren por ser popular.
-Intenta conocerlo al menos.
-Lo inten... Aguarda, con decir "inténtalo", te refieres a "yo lo intentaré haber si nos enamoramos".
-No. Bueno si, pero si su personalidad no es linda como su físico no servirá de nada. Además si consigo hacerme su amiga seria popular también ¿no?
-¿Estas insinuando que te harás su amiga sólo para ser popular?
-Si, bueno no es tal y como suena. Yo diría que ser su amiga y de paso ganar un poco de fama. ¿Me vas a decir que no te gustaría ser un poco más popular.
-Si... Bien ¿Cuál es tu plan?
-No tengo un plan.
-Bien, dejemos que esto fluya...

Alaska Dinozzo una chica popular, no tan popular. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora