capítulo 4: Los pensamientos de quien sostiene la pluma.

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Los rayos del sol comenzaban a salir, mientras estaba en mi habitación desolada, triste y fría.

Frío que me acompañará desde hace años, con los ojos bien abiertos mirando la monotonía de la vida que cursaba.

Me levanto de la cama para ir directamente al cuarto de baño, desvistiendome para tomar una ducha fría como de costumbre. Reflexionado en el interior mientras el agua recorre mi cuerpo, mientras mi frio cuerpo contrasta con el frio del agua, pensado en el pasado, en el futuro que me depara y el en presente.

Una pequeña sonrisa se forma en mis labios, acompañada de satisfacción, esperanza y plenitud.

Las cartas

Las escribía de vez en cuando, en mi divagues preguntándome que pensaba esa persona. Ella, la mujer que sabía sus más profundos pensamiento, la que leía sus cartas o no.

No importa, su alma estaba en ellas y si no eran vistas puede que no importe, no debía de tener contacto con ella. Además del que tuvo ayer...

Debía estar fuera, en sus actividades. En vez de eso estaba en su casa lo que hizo que huyera lejos de ese lugar.

Dejo la ducha, prosiguió a prepararse para su trabajo. Realizando la rutina que hacía ya tiempo realizaba, después de la muerte de sus progenitores.

Donde tuvo que crecer, que madurar y emplear un papel el cual no debió ocupar Hasta dentro de unos años, en la edad que ahora profesaba aun no debía de tener a cargo lo que sus padres tenían en aquellos tiempos. La felicidad, la libertad y plenitud era algo de lo cual carecía hoy en día. La felicidad perdida con su familia, al igual que su libertad que perdió en su niñez, su plenitud. Su alma. No estaba en paz y era algo de lo que estaba consiente.

En un hogar frio y lujubre, camino por los pasillos haciendo resonar sus pisadas, siendo el único humano que reside en la estructura. No hay mujer o hombre que acompañe su soledad, bueno; dejando de lado el personal que sólo hace su trabajo de atenderle en el día dejando todo desolado por las noches.

Una persona con una buena vida, sin ser exagerada pero decente teniendo todo pero a la vez nada.

Divagando en sus pensamientos, se movió automáticamente Hasta estar detrás de un escritorio.

Del escritorio que utilizo su padre, la habitación en donde trabajo él hombre que formó su futuro y tomó las riendas de su propia vida sin miramientos, un hombre tenaz, fuerte decidido, inteligente y astuto. Él hombre que enamoró a su madre, el hombre que se casó con ella y le dio una familia, un hogar feliz.

Su padre, hermano de su tía Scarleth.

Un hombre del que Nesecita la experiencia.

Su madre de la que Nesecita consejos.

Una vida para nada normal, una vida desolada y triste.

Llena de penurias, ocultas que nadie ve. Las personas solo ven lo superficial en vez de lo que realmente importante.

Lo desagradable del echo que dirijan sus miradas de lujuria hacia su persona, de envidia, de superioridad, de pena, de lastima...

Odiando ser visto como una paloma lastimada, recordando más Lo siento, que otra cosa en su vida comenzó con el papeleo que tenia en frente.

No es un persona sociable, le daba igual. Nada ocurría después del trabajo, solo negocios y si alguien quería algo más solo lo ignoraba sin importar le nada.

No era una persona expresiva pero intentaba no dañar a las personas que no se lo merecían, que eran amables y le respetaban. Una de ellas su tía Scarleth.

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