Capitulo I

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   Nunca supe cómo empezar una historia, mucho menos como contarla, no es como si me faltaran cosas sobre las que narrar, sencillamente tengo el sensacional talento de poder pasar horas frente a una hoja en blanco con la pluma en mano sin escribir una sola palabra, el bufón suele decir cosas ofensivas al respecto; que carezco de ideas, que no tengo nada que contar, que a eso se le llama "falta de talento" y no un talento en sí....  seguro tantas bromas le hicieron perder la cabeza.

    Mientras filosofaba mi más que obvio bloqueo creativo, el buen bufón finalizaba su último acto con un elaborado malabarismo, los niños reían y emocionaban con ello, las damas admiraban más bien su rostro y los hombres aunque envidiados por su carisma natural, aprovechaban el momento para darle algo de alegría a sus monótonas vidas.

- Y ahora, damas y caballeros, niñas y niños, llegó la hora de pagar el espectáculo...- recalcó el bufón.

En ese momento, al verlo rodeado de tanta gente no pude evitar pensar: - "si ganara un penique cada que su ridiculo monólogo funciona..."- por suerte caí en cuenta de que efectivamente gano un penique cada que su ridiculo monólogo funciona

- ...pero no se asusten, que el precio a pagar no es moneda o tesoro alguno... se trata de algo más único y más valioso... ¡sus sonrisas!-en ese momento, nuestro querido bufón saltó dando una pirueta y desapareció en el aire, dejando tras de sí un festín de nubes coloradas, serpentinas y dulces.

- ¡Es magia mamá! ¡magia! -gritó uno de los niños asombrado mientras muchos otros aplaudían y aclamaban ante semejante espectáculo.

  
    Y ahora, cuando todos aplauden llega mi momento de brillar; tomo varías botellas de mi almacén y cuidadosamente recorro el entusiasta público mientras las destapo una a una y entonces... entonces surge la verdadera magia, un espectáculo aún más grandioso que el antes visto, uno que solo yo puedo atestiguar, veo cómo luces amarillas y brillantes emanan de cada integrante del público, como danzan y ríen tal y como los libros cuentan de auroras y cometas en tierras lejanas, veo como todas estas luces, aunque recorriendo distintos caminos, terminan al final dentro de los diminutos recipientes de vidrio que cargo conmigo, y cómo éstas se llenan de aquel elixir brillante que todos aman y anhelan: "felicidad".

   Unas horas más tarde, ya me encontraba a varías millas del pueblo junto con mi querido bufón, el cual por cierto, practicaba con su molesta flauta.

- Sabes, tú truco del malabarismo ya es bastante bueno para los niños, no hace falta que... practiques, con la flauta todo el camino -proferí con cierta irritación.

- Muy cierto, pero como sabrás, la mitad de tus queridos frascos no es siquiera de los niños, es de las damiselas que acuden a mi llamado.

- Discúlpame pero puedes ver en mis botellas que todas son amarillas, amarillas como la más dulce miel.

- En realidad... hay una algo anaranjada...

   Paré el carruaje de golpe causando que el bufón se cállese de su sitio dando lugar a un estruendoso golpe.

- ¿Serás mangurrián? ¡casi me matas!- gritó el bufón.

   Ignoré de lejos sus comentarios y comencé a contar cada botella amarilla una y otra vez, abriendo y cerrando candados como poseído por un miedo invisible a los ojos del bufón.
     Entonces la encontré, él frasco distinto al resto y una de mis adquisiciones más recientes, obtenido esta misma tarde.

- Es solo color miel... ja, esto no... ¡esto no es anaranjado grandísimo idiota!- le grité con una mezcla de rabia y satisfacción.

- Tranquilizate, si, me equivoqué, pero no es para tanto... oh, espera, porfavor no llores, yo no quería...

   No pude aguantar las lágrimas, sentía tanto odio como alivio en ese momento, como si me hubiera salvado de un terrible destino en el cual caí debido al bufón, pero no fue su culpa, no, no lo fue, tan solo se trató de un accidente pero... gracias a dios no pasó de eso, un accidente.

El resto del recorrido lo pasamos en silencio, el bufón dejó de tocar su flauta y con esto llegó el silencio, tenía tanto sin sentirlo, pero por alguna razón esta vez no era agradable, se sentía incómodo y longevo, tan palpable como una espesa niebla.

- ¿Que significa una botella anaranjada?- Por fin dijo el bufón.

- Nada bueno, eso te lo aseguro.- dije regresando así a mi tan fascinante silencio.

El hechicero de emociones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora