Calikusu- parte 1

Parte sin título 2

Me preguntaba qué escribir. El reloj de cuco que colgaba debajo de la imagen de color de la Virgen en la pared seguía avanzando, pero lo postergué. Aflojé la cinta alrededor de mi cabeza y comencé a dejar que mi cabello cayera lentamente sobre mis ojos. Sosteniendo mi pluma en mi boca con una mano, seguí mordiéndola y dándole vueltas y más vueltas entre mis dientes. Cuando los filósofos y los poetas son blancos, tienen hábitos extraños como rascarse la nariz y tirar de la piel de la barbilla; el hecho de que estaba mordiendo mi pluma y dejar que mi cabello cayera sobre mis ojos fue un canto en el que estaba sumido en mis pensamientos. Misericordiosamente mis períodos de pensamiento eran raros: porque de lo contrario debería haber conservado una apariencia continua de mechones desaliñados, como la conocida bruja de los cuentos de hadas.

Han pasado años desde esos días, y ahora, cuando empiezo, en una ciudad extraña, en la habitación de un hotel extraño, simplemente como una defensa contra la soledad de una noche que parece no tener fin, para grabar mis recuerdos, uno ha tirado en mi cabello de nuevo como una niña pequeña, y tratando de hacer que caiga sobre mis ojos. En cuanto a la razón de esto, me parece que todavía soy una niña, una niña despreocupada y despreocupada, que se deja llevar fácilmente por la vida que la rodea. Ciertamente, en momentos de estrés, para dejarme sola conmigo misma y con mis propios hábitos, solía intentar tender una cortina con mi cabello entre el yo y el mundo. En cuanto a dar vueltas y vueltas a mi bolígrafo en mi boca como un pincho de carne, realmente no he resuelto ese misterio. Lo único que sé es que en un período en el que empezaba a parecerme a una dama joven y, sin embargo, tenía los labios sin manchas de tinta, me presenté un día antes de que alguien que viniera a visitarme a la escuela pareciera, aunque tenía un bigote pintado, y en consecuencia me avergonzaba de mí misma.