Parte 1.

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(No me gustan los regalos. Me gustaron en su momento, en la infancia. ¿A qué niño no le gusta recibir una muestra de cariño, una señal de la importancia que generas hacia tus seres queridos, de estimación, del tiempo que se tomaron, la elección de un objeto que te guste?. Obviamente que, siendo niño a esto no lo tenes en cuenta, recién lo veo ahora, todo contaminado, añorando. No me gustan los regalos porque no son mas que egoísmo puro. Pasa que cuando somos chicos todo es más inocente, de verdad deseas que vayan a tu cumpleaños, tenes una sonrisa iluminada, sin rasgos de tanta maldad. Es más, disfruté darle un autito de colección a mi sobrino el cumple pasado, porque nunca te piden cualquier baratija, el pibe quería el auto de lujo para jugar con sus amigos y resaltar, y alimentarse un rato de altanería. Tenia que arreglarle el paragolpes a mi auto, y con lo que salía el arreglo le compre su juguete. Carito. Y ahora creo que me arrepiento, porque no tengo más guita y tengo que ir al mecánico. No tengo guita. Tendría que estar en mi casa viendo la manera de recortar gastos y cómo llego a fin de mes, pero ya vamos por la cuarta cerveza... Y lo que puede un niño, juega hasta con la valoración del dinero. Cuando recibió el regalo empezó a saltar como loco, después lo deja tirado como a cualquier cosa, pero hoy en día, a esa felicidad momentánea se me hace difícil conseguirla; y cuando me pasa intento retenerla el mayor tiempo posible).

- Y, ¿entonces? Yo voy a ir, vos hace lo que quieras. De vos estoy cansado, nosotros ya crecimos. Treinta años y seguimos en la misma.

Dicho esto, pagó la cuenta y me dejó solo. (Si, treinta años y todavía me deja solo en un bar, después de un par de cervezas. Me dejó solo. El problema es que yo mambeo, todo el tiempo. Lo incómodo que debe ser estar conmigo, adivinando que digo, que pienso, que quiero decir, una comunicación rara. Pero Fede no entiende, en grupo yo no puedo. Necesito un compañero de charla, o no charla. Porque ahora estando solo, ya pido otro copón, y me quedo hablando con una silla vacía. Yo empiezo a pensar, y si hay alguien enfrente, se me escapa alguna palabra, la camuflo de conversación y, zafa. Pero me dejó solo. La última vez se sentó el dueño del bar justo enfrente, no tengo ni idea de lo que decía, me empecé a reír, porque sí; pensó que me burlaba de él, se enojó bastante y no me dejo entrar durante toda una semana, todo ofendido hasta que Fede habló con él tratando de excusarme. Yo que él ni me gasto, no entiendo porque la gente se enoja tan rápido y por acciones tan mundanas. Mírame a mí. Me estoy quejando todo encaprichado, que mi amigo me abandonó. ¿Cuántos años tengo? ¿siete? Pará. ¿Por qué debería haber una edad en la que se pueda ser tan odioso? Que me tengo que controlar, que tengo que aprender a comportarme. Toda una vida aprendiendo). (El alcohol está para desacomodarte un rato).

Pagué el último trago. (Si vieran mi billetera... Un solo billete de vuelto y aun así se ve más lleno que mi casa. Si es por llenar siempre busco algún cuerpo para adornar mi cama. Pero, ¿a quién le quiero mentir? si lo único de lo que soy capaz es de llenar mis pulmones con humo. Y busco algún lugar abierto que me provea cigarrillos. Por ahí encuentro el negocio de enfrente, cuando son las dos de la tarde. Por ahí salgo en plena madrugada y tengo que caminar cuadras hasta encontrar un negocio. Pero siempre encuentro. Soy todo un emprendedor, persistente, siempre en busca de algo más mísero).

Veinte puchos en cuatro horas. Diez me los fumé de camino a casa. (Que horrible palabra fumar. Tan decadente que me describe. Hoy se me hizo pesado el pavimento. El resto me los estoy consumiendo, acompañado de un café, un gato que me mira desde la cama, todo aseado. Este animal es mas humano que yo. Y ahora vos, que me estas leyendo. Si pudieras verlo. Está siempre tan blanco y cariñoso. Yo no sé cómo hacen. Los animales en general, porque pueden ser terribles hijos de puta y aun así irradian una ternura, yo no se si es por el pelaje, o los ojos, que te transmiten como un aspecto que no vas a encontrar nunca en un ser humano. Creo que por eso me gustan tanto. Me recuerdan constantemente lo diferentes que somos sin siquiera establecer un juicio o separación, porque a todo esto lo pienso yo, como lo piensas vos ahora que te cuento, como cualquier análisis que hagamos. Que rebuscados que somos, ¿a todo le íbamos a meter concepto? En cambio, el felino sigue ahí, tan indiferente, y feliz, tan pacifico que transmite armonía pura. Y cuando ronronea... Aún con alguna mujer a mi lado, puedo jurar que, a pesar que he intentado complacerlas de atención, un gesto de mi querido amigo me satisface de amor, ese amor que se necesita a primera hora cuando te despertás, disfruto contemplarlo. A mi me perturba el amor humano, o será que le tengo desprecio, y eso que nos considero mas animales que el animal mismo. Si yo amara como amo a mi gato el cuerpo que duerme conmigo no seria solo cuerpo,y no solo dormiría a mi lado, me llenaría de plenitud tu presencia, no esperaría que seas, o dejes de ser. Si yo amara como amo a mi gato... Aceptaría. Pero si mi gato hablara, discutiría, me insultaría, se rompería el hechizo. De alguna forma puedo amarlo porque no acepta ni tampoco niega mi amor, solo existe. Yo lo alimento y por eso se queda, y él puede alimentarse solo, no depende de mí, pero le soy cómodo. Y yo necesito afecto. Necesito una mirada que no me fusile, que no me enjuicie. Ahora duerme con toda serenidad. Con el quilombo que hice al entrar cualquiera se hubiera alterado. Ahora que escribo,que huelo a decrépito, ahora que necesito un abrazo, que me arropen y me canten al oído. Ahora no ronronea. Ahora mi casa está en silencio. Y dudo que alguna vez haya tenido compañía).    

DesvaríoWhere stories live. Discover now