Parte 6. Familia.

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Tuve que ver a mi hermano después de años. Mi vieja falleció hace unos 3 meses y tengo que ayudar con todo el papeleo, no lo puedo alargar más, por mucho que quiera. Podría haber venido hace tiempo, y haber estado en el momento fúnebre y todo el luto cirquero, pero no lo sentía, hasta ayer. Mi amigo, el deforme, empezó a darme todo un discurso...

-Vos no sonreis. Y tendrías qué. Deberías. Está difícil, pero, mírame a mi. ¿No te causa un toque de gracia? Ni burlarte podes. Que poca vida.

-No es así. Yo intento. ¿Qué me venís a dar clases vos? Si te reís regodeandote en pura queja.

-Me rio.

-Pero...

-Me río.
Vos tenes que aprender a mentir. A la gente le gusta. Si querés te enseño.

-A ver, dale, te escucho.

-Pedimelo.

-Por favor.

-Viste jaja de vos si que me río. Tenés que ir con tu familia. Vos sé como quieras conmigo, pero a ellos pibe, mentiles. Llorales un rato. Que sufriste. Que no sabías que hacer. Y toda esa cursileria de la muerte, ya sabes como es.

-A mi vieja la vi.
El día que murió.

-¿Y?

-La vi.
Osea después de morir.
Ella vive lejos, nunca me interesé en visitarla. Se me apareció ese mismo dia, acá en la casa. ¿Ves ese pasillo? Se paró ahí, al lado del espejo.
"Llorame", me dijo.
Yo me quedé helado. No entendía nada.
"Llorame"
"Te extraño"...
Yo me acerqué y ella me beso en la frente. Desapareció.
Como recién llegaba del bar, pensé que era imaginación mía. Hasta que me avisaron del accidente y, bueno,
no se.

- Vos no sabes ni delirar.

- Pero no deliraba. Pasó.

- Siempre te pasan cosas, en tu mente. Porque la vez que te veo estas acá, sentado con esa cara de pelotudo. Mejor escuchame. ¡A mí!. No a tu imaginación. Y anda a ver a tu familia, no jodas.

(Retomó el vino y otra vez me acompaño en el silencio).

Es un gran amigo, pensé. Me quedé observándolo... La cantidad de arrugas que tiene. Cejas gruesas y hasta canosas, debe ser por lo gringo. La piel manchada, está hecho mierda. Encima de ese cuerpo enfermo, encima de todo... Bien feo. Y, ¿por qué siempre tan altanero? Yo creo que se cree tan poca cosa ante los demás, que tiene que actuar todo este aire de superioridad, como para zafar. Pero, ¿cuándo deja de actuar? La boca no le tiembla nunca. Por muy grande que sea la puteada, por mucho que se trague palabras. Siempre anda con alguna boina, debe ser para resaltar, le gusta la atención aunque la aborrezca. ¿Cómo habrá quedado así? Nunca le pregunté. ¿Habrá sido un accidente o fue cosa de nacimiento? Dejé de mirarlo porque se sentía bastante observado. Me di cuenta por sus ojos, ya a punto de mandarme a cagar.

- Estás pensando en voz alta.
Encima de borracho, imbécil.

Se las arregló para ir hasta la puerta y yo me quede ahí sentado, esperando que el orgulloso inválido saliera por la puerta.
Ni cerrarla podía.
Tremendo personaje.
Él si me hace reír.

Me quedé mirando la sala vacía. El tiempo pasa lento y lo recorro con la mirada. Desde la mancilla de la puerta, hacia el suelo, arrastro la vista poco a poco y la subo por la mesa. Allí reside el vino, uno distinto, en el lugar de siempre. Esta casi vacío y habrá que reemplazarlo. Ojalá fuese así de fácil, porque mis pies, torpes, no pueden sostenerme. Tomé la bebida restante y, suavemente, me incline de lado, dirreccionandome al piso helado. Sentí una mano aún más fría debajo de mi cabeza, recostandola con sumo cuidado sobre la baldosa. Sentí sus labios en mi frente. Sentí mientras me arropaba. Colocó un cigarro entre mis labios y lo prendió con delicadeza.
-"Estas perdido, hijo mío.
¿No lo recuerdas?
Tu madre falleció antes de que nacieras".

Cerré los ojos, sin temor.
Si no es ella, es otra.
Y si no es otra, seré yo.
Miraba motivada hacia la ventana. Decidí escucharla:

"Hay que quererse.
Sobre todo en los desbordes".

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⏰ Last updated: Aug 11, 2019 ⏰

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