Mi ángel de la Luna llena

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Santiago era un hombre triste, lloraba día y noche la perdida de la mujer a la que amaba. A veces sentía que perdía la cordura, pasaba tanto tiempo pensando en ella que a veces creía que la veía, que hablaba con ella pero él mismo se convencía de que eran locuras, que era algo imposible.

Todo el tiempo recordaba cómo había llegado hasta ese punto, quien era su esposa había muerto frente a el pero no recordaba cómo había sucedido. Veía sangre, su cuerpo muerto pero nada más el tiempo que duraban esos pensamientos era eterno.

Santiago ya no comía, ya no bebía, ya no dormía, no tenia apetito, ni sed, ni sueño, se sentía muerto y lo único que quería era dejar de sufrir.

Una noche que volvía a ver un recuerdo, un fantasma o un espectro de su esposa con su cabello largo y rubio y llena de luz alrededor, se atrevió a preguntarle que por qué seguía apareciendo si estaba muerta. Ella no contestó, pero lleno sus ojos y su boca de sangre y comenzó a retorcerse, en ese momento Santiago comenzó a creer que de verdad era su fantasma con quien él hablaba, quiso comprobarlo e intentó tocarla, sus manos no la atravesaron, sintió su cuerpo solido y real, como antes lo sentía, de tanta tristeza comenzó a llorar y el cuerpo de su amada comenzó a desvanecerse.

Santiago descubrió que solo en lunas llenas podía ver el cuerpo de su amada por lo que comenzó a esperarla cada luna llena y una escena similar a la anterior se repetía, cada vez que la veía, Santiago volvía a preguntarle lo mismo. "¿cómo puedo verte si estás muerta? Yo te vi morir" en todas las ocasiones la mujer volvía a morir y a desvanecerse. Santiago se dio cuenta que debía hacer algo diferente.

En la próxima visita del fantasma de la mujer, Santiago decidió hacer como si nada pasara, al verla le sonrió y le beso la mejilla como cuando ella estaba viva, ella sonriente le abrazo y Santiago comenzó a hablarle como si nada, ella solo asentía o negaba, nunca hablaba. Luego de una larga charla Santiago se despedía y ella se desvanecía, así siguió por muchas lunas hasta que se ganó su confianza, muchas veces ella volvía a repetir diferentes escenas de muerte, Santiago descubrió que solo lo hacía cuando él nombraba a la misma muerte, a los fantasmas, a dios o al diablo.

A veces Santiago le recordaba momentos de cuando estaba viva y la luz que la rodeaba brillaba con más intensidad, como si ella se sintiera feliz, pero el todavía necesitaba comprender por qué aparecía con la luna llena y por qué podía verla y tocarla como si aun estuviera viva. Cada vez que Santiago pensaba en su propia existencia se perdía, olvidaba lo que pensaba y no lograba conectar sus ideas.

Comenzó a dejar de buscar a su mujer, la ignoraba cuando la veía, ella se ofendía y volvía a repetir su muerte. Tantas veces sucedió esto que la mujer al ver que el ya no la quería, hacia su acto con mayor intensidad, con más violencia, con más sangre y con más sufrimiento mientras Santiago la seguía ignorando. Luego comenzaba a lastimarse ella misma, y repetía su acto con más frecuencia en la misma noche, ya no era uno por noche llegaban a ser hasta cinco. Se dio cuenta de que no estaba funcionando y que no lograría obtener otra vez el amor de Santiago de esa manera, las siguientes veces que lo visitó ya no repitió su acto, solo se sentaba triste y pensativa al lado de su amado.

La ultima luna llena, Santiago deseaba volver a su vida normal y creía que la forma de hacerlo era deshacerse de ella buscando un cura que le ayudara. Aunque la amara, aunque le doliera. Por primera vez en mucho tiempo, salió de su casa abandonada y empolvada, con mucho dolor se dirigió a la iglesia que se encontraba más cerca, no lograba ver a nadie en las calles ni dentro de las casas. Cuando entró en la iglesia comenzó a sentir una presión tan fuerte que podía ver como se deformaba su cuerpo, salió de allí, lo intentó muchas veces más pero nunca logró entrar, estaba seguro de que lo que pasaba era que su esposa se lo estaba impidiendo. Para el después de todo lo que había pasado todo era posible.

Su intuición lo dirigió hacia el río de su pueblo, el cual era muy peligroso, tenía fuertes corrientes, era muy profundo y desembocaba en el mar, para una persona que no sabía nadar como él, era una trampa mortal, sin pensarlo dos veces se arrojó en el, decidió acabar con su vida pero lo que Santiago no sabía era que ya estaba muerto.

Estaba pagando el precio de su atentado a la vida humana, al estar en el agua lo recordó todo.

Una noche de verano, hace muchas lunas llenas atrás, Santiago y Angélica que era su mujer festejaban sus 5 años de casados, Santiago había organizado una cena romántica sorpresa para ella, él era un hombre muy atento y cariñoso. Tuvieron una cena muy agradable, ambos estaban muy felices y enamorados, al dirigirse a la habitación, comenzaron a desnudarse y a hacer el amor como siempre lo hacían desde que se habían casado.

Luego de ésto unas horas más tarde por la madrugada, se escuchó en la puerta principal alguien que forcejeaba la cerradura, Santiago se despertó y al oír los ruidos, noto que su esposa estaba a su lado y que era un tercero quien intentaba entrar en la casa. Le pidió que no se moviera de ahí y tomó el arma que tenia debajo de la cama, se levantó a detener a quien ya entraba por esa puerta, sin decir nada, sin tratar por otros medios de detenerlo, Santiago jaló el gatillo hiriendo la pierna del primer ladrón, luego llegó el segundo ladrón y comenzó a disparar. Ninguno de los ladrones tenía un arma. Santiago mató al segundo ladrón y cuando volteó a ver al primero, este ya no estaba donde lo había herido, un rastro de sangre se dirigía hacia la puerta trasera de la casa, allí a lo lejos vio una silueta corriendo herida, y sin dudarlo disparó. Se dirigió al cuarto a ver a su esposa y ésta no estaba allí, corrió al ver el cuerpo al que había disparado último, allí estaba ella.

Al parecer, Angélica intento detener al primer ladrón y este la hirió, luego corrió a pedir ayuda y fue ahí que Santiago disparó. Él sabía que era el único que tenía un arma y temió que nadie le creyera que había sido un accidente entonces en un arrebato de locura y terror, levantó el cuerpo de su esposa y camino varias calles hasta el río con su cuerpo en brazos. Se despidió con un beso y arrojó el cuerpo de su mujer allí. Entre lágrimas se dio cuenta de lo que había hecho, quizás podía mentir y decir que la había abandonado, limpiar la sangre y decir que ella había desaparecido o que un tercer ladrón la había secuestrado, para eso debía matar al primero para que no hablara, pero el ya no quería más muertes. Se arrojó al río con la intención de morir junto con su amada y antes de ahogarse le pidió a Dios que en el más allá le dejara ver a su mujer. Que no sea la muerte quien los separe.

Santiago no sabía que gracias a su pedido estaría condenado a vagar por toda la eternidad, olvidando y recordando todo lo que había hecho y sufriendo en soledad.

Al recordar que fue él quien mató a la mujer que más amo, al arrepentirse y llorar por tantas lunas más, un día ella se hundió en el río con él, luego le tomo de las manos y lo saco de allí, le dijo que lo amaba y juntos se sumergieron en el agua, allí desaparecieron y pudieron descansar en paz, en la eternidad junto a todas las personas que una vez amaron y que hace tiempo los esperaban, ya no habría lunas llenas, ya no habría soledad, y sobre todo ya no habría tristezas.

Dedicado A Un AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora