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Vio como su padre se acercaba y antes de reaccionar, sintió como sus costillas comenzaban a desprender un alto dolor, despertando de nuevo en la  realidad. En un rápido movimiento tocó sus costillas y miró hacia arriba, y ahí estaba.

Aquel hombre obeso de igual cabello turquesa, mirándolo con odio y desprecio, había lanzado un puntapié en su hijo.

Bon solo se había sentado en el suelo, estaba asustado.

—¿Qué no deberías estar en la escuela, bueno para nada?—escupio sin vergüenza alguna. Sentía asco hacia su hijo.—Y apúrate, me tengo que ir a trabajar y no veo el desayuno listo.

El tiempo corría deprisa y entre más demoraba Bon en levantarse señor Smith perdía la cordura más deprisa.

—¡MALDITA SEA, TE ESTOY HABLANDO!—y así, soltó una bofetada en su hijo.
De quererlo, desaparecería a su primogénito y el sería el hombre más feliz del mundo.—Cuando regrese quiero el desayuno en mi plato

Asustado, Bon acarició su mejilla, tenía un ardor detestable, a pesar de conocer perfectamente esa sensación, siempre dolía, y no precisamente de manera física.

De un portazo salió el padre Bon de la cocina, dejando a Bon solo en la casa, haciéndolo recorrer un camino de dolor y tristeza. Es ahí donde Bon deseaba poder tener a alguien con quien desahogarse, alguien por quien valiera la pena soportar a su padre.

Rápidamente Bon subió a su habitación y metió sus cosas faltantes en su mochila, en un santiamén, se alistó en su uniforme. Mientras más rápido, menos posibilidades de que su padre llegará.

Corriendo salió de aquella casa abominable, tuvo miedo de haber desobedecido a su padre, era la primera vez que dejaba a su padre sin su orden cumplida.

Lo que no sabía era que a partir de esa mañana, todo sería completamente diferente, su pequeña decisión había cambiado su futuro radicalmente.

Sentía que algo le faltaba. Cómo un cuaderno o algo parecido, pero por más que analizó una y otra vez, nunca encontró qué era lo que se le olvidaba.

Detestaba que las personas fueran impuntuales, por ello el siempre llegaba con unos minutos de anticipación, y está, era la primera vez que cometía un grave error en su rutina. Tal vez Lili era una mala influencia.

Corría lo más rápido que podía, sus piernas le daban muy poco rendimiento. Pasaba horas sentado frente a un libro, el tiempo no era el suficiente para ejercitarse.

A una cuadra antes de llegar a la escuela se percató de que se encontraba un grupo pequeño de jóvenes que rodeaban a un alto, delgado y palido chico que no había visto antes por allí.

Se encontraba parado en una posición llamativa y al mismo tiempo dominante, poseía una sonrisa ladina y una mirada que demostraba seguridad de si mismo.
Este vio a Bon sin interés alguno, si alguien no se acercaba al grupo, no había razón por la cual invitarlo.

Sin saberlo, ese se había convertido en su primer encuentro.

Con todo el miedo del mundo, pasó sigilosamente al lado del grupo, pero algo llamó su atención, aquel chico sobresalía por otra cosa a parte de su gran altura. Poseía una cabellera roja, no se podía notar a simple vista si era teñido o natural, pero lo que si sabía era que sin duda combinaba perfectamente con su tono de piel.

Sin hacerle más caso, pasó sin tratar de llamar atención alguna, detestaba saber que le harían burla por su cabello teñido ridículamente de un color extraño, su tono de piel o simplemente por sus lentes. Sus lentes, fue en ese momento dónde recordó qué había olvidado.

Virus [FON] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora