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¿Los revolucionarios? Solo eran un grupo muy pequeño de personas en busca de atención mediante la herramienta de la rebeldía y la violencia, no eran más que eso.

Habían pasado ya dos meses desde que el movimiento había desaparecido, fueron amenazados con ir directo al bote sin  derecho a un abogado. La sociedad lo tomo con gran alivio.

Siempre  mostrando su inconformidad con pancartas y lanzando bombas Molotov hacia cualquier persona que se acercara. Eran personas sin corazón.

En una noche se soltó la amenaza por cualquier medio, las televisoras y radios ganaron audiencia al tener dicha transmisión, así, de la noche a la mañana dejaron de haber marchas por toda la ciudad, se mantenían escondidos.

Liberar su nombre era encadenar absolutamente toda su libertad, aún que contrariamente era absurdo mencionar que era un revolucionario.

Estaba asustado, tal vez la fiesta se vería interrumpida por el pelirrojo, sacaría armas y quemaría el lugar, gritando "Abajo el capitalismo".

Sin embargo, el solo estaba sentado frente a él, sonriéndole, mirándolo fijamente con unos grandes ojos ambar y con una cerveza en la mano.

—¿Porque son tan aferrados a llamar la atención?— preguntó sin pensarselo dos veces, era una de las preguntas que más lo torturaban.

Una sonora risa salió de los labios del pelirrojo, un tono rojizo lo tomo por sorpresa, no sabía que había preguntado para causar gracia. Realmente le causaba gracia la ignorancia que solían cargar las personas.

Bon había escuchado hablar de aquellos comunistas en la radio, más sin embargo no sabía nada del tema, no sabía la razón del por qué luchaban. Interiormente eso le lastimaba, odiaba no saber el porqué de las cosas.

Sin fundamentos, se dejó llevar por las voces ajenas, plantando un odio. Le repugnaban, sin importar si se trata de una muy buena y noble persona, tenía el mismo objetivo que su grupo social, era fastidiosa la idea de saber que había personas que cuestionaban la jerarquía de la sociedad, el veía todo en orden.

—Puedo mostrarte la razón.—dijo después de darle un sorbo a su botella, como si está fuese a brindarle el valor a sus palabras, lo miro directamente a los ojos, transmitiendo su confianza—John, te necesitamos.

En ese instante la fiesta comenzó a rodearse de un sin fin de dudas e incomodidad. Era descortés, ni siquiera tenía idea de quién era y le decía semejante cosa.

Algo dentro de sí tuvo la intención de salir corriendo y dejar abandonada toda idea de huir junto al pelirrojo. Pero era su única oportunidad de estar informado sobre aquellos vándalos desde una fuente confiable.

—Pero ustedes... robaron un banco, ¿Eso no los convierte en criminales? 

—Obvio no, los noticieros siempre muestran el lado oscuro de las cosas, es lo que provoca que la gente sea prejuiciosa, evita que razonen. Lo que nosotros hicimos solo es para un bien mayor, compramos armas, municiones y víveres, el resto fue donado a los barrios más pobres. Hicimos algo que el gobierno no ha podido hacer en siglos. ¿Y eso lo dijeron? Por supuesto que no, porque nosotros somos un virus para la sociedad y —dijo exaltado—ademas... Espera... Tu piensas que estoy loco, ¿No es verdad?

El silencio reino un par de minutos. No había palabras que reprochar, Bon sabía que eso era cierto, cada sexenio era lo mismo; "Está vez los de abajo saldrán de la pobreza", "Se apoyará la educación", "Notarán un cambio radical". Al final el pueblo terminaba igual de pisoteado, violado y no hacía nada por cambiarlo, es como si a las personas les gustase el sometimiento.

En cambio no había palabras para una pregunta, era la misma situacion en la que se encontró una vez de pequeño, cuando su madre le reprochaba una travesura y no había forma de negarlo.

—Tu decides John, tienes dos días para pensartelo. Mis amigos y yo estamos aquí de pasada, no, ¿Sabés qué? Nos vemos mañana y esperamos una respuesta de tu parte.

Dejó un par de billetes en la barra y se retiró, dejando a Bon sin habla alguna.

—Es...Bon.

Sabía perfectamente que tenía razón en todas sus palabras pero, en cambió, nunca había buscado alguna alternativa para erradicar el capitalismo, el era un poco feliz así, tenía becas que lo sustentaban por lo que no necesitaba hacer nada más que estudiar. Hasta ahora, se sentía como si le hubiesen dado una bofetada. Denigrado y avergonzado.

La respuesta ya estaba en su cara, necesitaba tomar las cartas y dar su mejor apuesta, pero no encontraba una manera sincera y congruente de decirle a su padre que se iría con un desconocido a varios países durante un tiempo indefinido dejando pausado sus estudios.

Solo habían pasado unos 10 minutos, era comprensible el hecho de que olvidó por completo preguntarle qué hacia esa mañana fuera de la escuela.

Volvió a su posición inicial, se recostó para acomodar ideas, necesitaba saber que hacer. No podía dejar sus estudios a medias, y menos ahora que estaba en la cúspide. Sin embargo, sabía que parte del futuro del país estaría igual si dejaba de estudiar, el solo era una cabeza más que utilizar, formaba parte de una masa de personas insignificantes.

Después de seguir escondido en su antebrazo por unos minutos, volvió a sentir la misma Palma en su hombro, alegre levantó la vista y con esa velocidad se esfumó por encontrarse con la cabellera rosa que lo había metido en aquel lío.

—¿Como se llama tu amigo? Es muy guapo, vestía muy... extravagante.—dijo con una sonrisa triste, acaba de perder todo.

Un sonrojo apareció en Bon, no sabía el nombre y nunca lo sabría. No tenía derecho a saberlo. Tampoco podria contarle a Fede que había estado hablando con un revolucionario, de esos que eran odiados en todo el colegio.

¿Nos estuviste viendo y no te acercaste? Fue muy descortés de tu parte, te he estado esperando—dijo de forma espontánea—¿No lo crees?

—No me gusta interrumpir la charla de un par de enamorados, por experiencia sé que 3 son multitud.

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⏰ Última actualización: Dec 21, 2019 ⏰

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