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Azul, azul, azul…era en lo único que podía pensar el alemán, aquellos ojos azules, ese azul que salía cuando cesaba la tormenta, no podía dejar que pensar en aquellos ojos y lo azules que eran y que decir de aquellos labios rojizos que el inglés poseía.

Erik Lehnsherr, bien conocido como: "Magneto" estaba enamorado de Charles Xavier quien era conocido como el "Profesor X", sólo bastaba con ver al ahora profesor para enamorarse, estaba tan enamorado que había aceptado ser profesor en su escuela para mutantes, bien enamorado estaba que celaba a Charles como si fuera su novio, curiosamente y bien sabido era que a Charles le gustaba eso, entonces... ¿cuál era el problema?, la actual pareja del telépata, esta chica llamada: Moira, no iba a mentir, no le agradaba para nada, él podría ser feliz con ese hermoso castaño si Moira nunca se hubiera entrometido con Charles.

—Erik…Erik... ¡Erik! —.
Él implicado se había perdido en sus pensamientos, logrando olvidar que estaba hablando con Charles, o más bien, él le estaba, estaban en la oficina del telépata, según él era algo importante, pero el magnetista se había perdido a media conversación.
—Lo siento, Charles, no preste atención, — musitó Erik volviendo su vista a aquellos ojos azules —. Te estaba diciendo que... bueno—dicho eso, el menor se sonrojó, en sus ojos ese pequeño inglés se miraba tan hermoso sonrojado.
¿Pero que era tan vergonzoso para dejarlo así? ¿Acaso se le iba a declarar? ¿Acaso Charles había reaccionado a todas sus indirectas y dejaría a Moira para estar con él?
—¡Le pediré Moira que se case conmigo esta noche! — dijo el inglés emocionado mirando a su mejor amigo.
¿Casarse? No, no, no, no, Charles no podía casarse con ella ¿por qué? ¿por qué de todas las noticias tenía que decir eso? El alemán sintió un horrible nudo tanto en la garganta como en el estómago, aun sintiendo aquello, se limitó a fingir una sonrisa, la cual, se notaba que era forzada.
—Oh…estoy tan feliz por ti, mi buen amigo, por fin te liberas de la soltería—.
¿Le dolió decir eso?, claro que sí, ahora tendría que ver como el amor de su vida se casaba con alguien más.
Charles notó que algo no estaba bien, tal vez solo era cosa suya así que decidió darle la otra noticia a su mejor amigo que seguro lo haría saltar de emoción.
—Quiero que seas mi padrino, que me ayudes con lo de hoy, iremos a ver los anillos y bueno sé que tengo un buen gusto, pero tú igual, digo eres alemán y debes tener gusto excelente—.
¿Debería sentirse feliz?, Erik solo sintió su mundo venir abajo, sintió nauseas, hizo un esfuerzo en ocultar aquello y pensó en lo que el menor le había dicho, y si él tenía buenos gustos, después de todo le gustaba Charles así que sus gustos eran más que excelentes.
—Claro que iré contigo, no puedo dejarte elegir cualquier tontería— el cobrizo se levantó de su asiento—. Paso por ti a las cinco, aun son las dos, tienes tiempo de pensar bien todo, iré a arreglar mis clases y descansar un poco, nos vemos en un rato, pequeña rata de laboratorio—.
Como era de costumbre le dio un beso en la frente a Charles antes de salir e irse a su habitación, una vez ahí el alemán dejó salir su frustración, arrojó varias cosas y los objetos de metal a su alrededor temblaron.
—¿Por qué? ¿por qué ella? Vamos Erik cálmate. Ya perdiste mucho y ahora lo pierdo todo... ¿qué hice para merecer esto? —Erik estaba frustrado, molesto, con ganas de llorar, se sentía igual que cuando mataron a su madre, si Charles se casaba con Moira... ¿qué motivos de quedarse ahí tenia?, ninguno, su único motivo era que Charles algún día terminará con Moira y él podría cortejar al inglés como se era debido, pero no, al parecer Charles no lo quería, al parecer sólo lo quería como amigo.
—El padrino, pero nunca el novio...que ironía— susurró llevando sus manos a su cara.

Las horas pasaron, por su parte Erik estaba lamentándose en silencio y despreciándose por ser poco para Charles y bueno Charles estaba en su despacho mirando a la ventana.
—Pensé que estaría feliz, es mi mejor amigo y no se alegró por mi boda—.
El menor se sentía dolido, había llamado a Logan para hablar, después de todo Logan era como un padre para él, aparte de lo viejo y gruñón, Logan siempre estaba al pendiente de él, y a su manera sentía su cuidado, claro.
—Charles, a veces dudo si en verdad eres un genio—esta vez hablo Logan, y este mismo no sabía si aquel castaño era o muy inocente o muy tonto.
—¿De qué hablas? —preguntó Charles mientras se daba vuelta mirando de frente a su compañero.
—¿Es enserio?, me dices que Erik no estaba feliz por tu boda ¿por qué será?, pequeño reacciona, Erik no está feliz porque le gustas—.
Ante eso Charles soltó una risa y negó—No, no, no, eso no es posible, Erik y yo somos mejores amigos, él es hetero, lo sé, por eso se besó con Raven, si yo le gustará él me hubiera besado, digo. A mi si me gustaba, pero me di cuenta que Erik solo me ama como amigo y bueno no podía cambiar la sexualidad de Erik, así que Moira llegó y ya sabes lo demás.—habló el telépata con tranquilidad, aun así, recordar aquel beso entre su hermana y Erik, hizo que su rostro generara una mueca de desagrado, sintió celos, le gustaba Erik y mucho, no podía  decir que ese sentimiento ya no estaba, claro que estaba, aun le gustaba Erik y Moira era su escape a ese amor frustrado, y esperaba que con el tiempo, aquel sentimiento se esfumara.
Logan sólo rodó los ojos y suspiró. —No me meteré en tus decisiones, pero sólo te digo esto, piensa bien lo que haces, no quiero verte luego lamentándote—.
Con eso dicho Logan se retiró, así mismo, el menor se quedó esperado a Erik para ir a ver los anillos, pero ahora ya no sentía tanta emoción. ¿En verdad amaba a Moira? ¿o sólo era un atajo para olvidar a Erik?
Un golpeteo en la puerta lo distrajo, se levantó y se dirigió a la puerta que al abrir se encontró con Erik, se había olvidado de la hora, su mirada se clavó en el alemán y el atuendo que tenía, una camisa de cuello alto negra junto un chaleco gris, pantalón negro y zapatos del mismo color, se había peinado hacia atrás. Sintió su corazón ir a mil por hora, se veía hermoso, era como si el que se fuera a comprar los anillos era Erik y no él.
—¿Nos vamos? —.
La voz de Erik hizo salir al castaño de sus pensamientos, que sólo se limitó a asentir y salir de su estudio. ¿Por qué se sentía de esa forma si Erik no le gusta? ¿bueno ya no lo hacía o tal vez aun le gustaba? 
—¿Estas bien? —.
Y nuevamente aquel alemán hablo, esta vez se detuvo y sostuvo el mentón de Charles para que este lo mirará.
—Te noto raro, ¿te sientes bien? —.
Charles se tensó un poco, Erik estaba muy cerca, no, Erik siempre hacia eso, pero ahora si lo tenía bastante nervioso.
—Estoy bien, solo estoy nervioso, no sé qué tipo de anillo le debería comprar a Moira—la mirada de Erik pareció perder emoción, más de la que ya había perdido, soltó al castaño y se separó un bastante
—Tal vez ahí te puedan recomendar algo—.
Eso fue dicho de manera neutral.
Ambos hombres habían bajado a la entrada
—Iré por el auto, espera afuera—musitó Erik antes de retirarse al garaje por alguno de los tantos carros de Charles.
Cuando el menor se quedó solo suspiró y se pasó las manos por la cara.
—¿Qué me pasa?, no, no, no, no me puede gustar, eso pasó hace mucho y él está enamorado de Raven no de mi—.
Charles aún tenía en mente que a Erik le gustaba Raven, lo que el castaño no sabía es que ese beso que Erik se dio con Raven hace años fue producto de un intercambio, Erik solo había besado a la mutante azul sólo para que esta se callara y no dijera el secreto de Erik sobre su amor por el telépata.
Cuando el auto estuvo afuera, Charles se subió sin problema alguno.
En todo el camino hubo silencio, cosa que lo sorprendió pues siempre que salían Erik era de iniciar conversación, pero esta vez no era así, sabía que algo estaba mal, Erik estaba raro, más serio, más apagado e incluso su mirada se notaba opaca, tal vez era mejor esperar hasta llegar a la tienda para hablar o algo. Cuando llegaron Erik se bajó y le dio la vuelta al carro solo para abrirle la puerta a Charles como ya le era de costumbre.
—Llegamos—susurró el cobrizo—, te esperare en el auto, tomate tu tiempo —.
Dicho aquello, Charles miró de mala manera a Erik y procedió a hablar.
—No, tu vienes conmigo, te traje porqué me importa tu opinión, eres importante para mí y que estés presente en esto lo hace más importante—.
Erik sintió su corazón estrujarse, como Charles podía ser así, ¿acaso no notaba las indirectas que le daba?, ¿importante en su boda? Sólo se sentiría así si él fuera el que se casaría con Charles y no Moira.
—Me halaga que pienses así de mí, Charlie, supongo que está bien, vamos—.
El magnetista había forzado una sonrisa, esperando que sus emociones cooperaran para lograr pasar desapercibido por el telépata.

Casate conmigo,No con ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora