Soy un Robinson Crusoe perdido en la curvatura de tu pelvis,
me deslizo hacia el interior, caigo en una isla de lozana esponjosidad
en la bahía de tus caderas lamo y me alimento, mi lengua se adentra
queriendo arrancar los gritos y las palabras escondidas en tu sexo.
Lamo y me alimento hasta que tus líquidos untan toda mi cara,
resbalan por mi barbilla, bajo mi mirada poseída por tu vagina rojiza.
Me devora a la vez, es un acto simultáneo, una alimentación mutua,
el cómplice intercambio de líquidos que arremete en mis papilas.