La música del lugar retumbaba muy fuerte en mis oídos, no podía distinguir si lo que sonaba era música disco o reggaeton, pero no me importaba en absoluto, estaba disfrutando la noche. Después de tantos años mi deseo se había hecho realidad, y si, era una joven que recién cumplía los 18 años, en un antro lleno de mas jóvenes alcoholizados y mareados por las sustancias toxicas que habían ingerido.
—Vamos Eva, bebe un poco.— Habló mi mejor amiga, sus ojos rasgados color avellana se habían convertido en un par de orbes rojizos por lo que había bebido, su melena castaña larga que caía sobre sus hombros estaba completamente desordenada y en su frente podía ver como las gotas de sudor recorrían cada linea de expresión que hacia cuando me negaba a beber.
—No gracias, así estoy bien.— le contesté gritándole al oído ya que por el volumen de la música no podría escucharme, pero al parecer eso no le importó a ella ya que le pido al mesero bebidas servidas en dos pequeños vasos, mi padre los llamaba "caballitos", no tenia mucho conocimiento en el tema.
—Por tu cumpleaños numero 18.—Tomó ambos vasos y me entregó uno, lo tome temblorosa, olfateé su contenido el olor penetro fuertemente a mi nariz logrando que me mareara un poco. Era demasiado sensible para estar en estos lugares.
MayLin llevó el pequeño vaso a sus labios hinchados, que estaban así por haberse liado con un chico mucho más mayor que ella. Se acabó todo el contenido del vaso para después ponerlo en la barra y soltar un grito.
—Vamos Eva, pensé que las latinas eran más lanzadas.— Si, en Hong Kong me llamaban latina, soy originaria de Colombia. Les había pedido con tanto fervor a mis padres estudiar en un país asiático ya que tenía entendido que el nivel educativo era muchísimo más alto al que yo estaba acostumbrada. Llevaba un mes conociendo el país y MayLin había sido tan amable al compartir su apartamento conmigo.
Yo deseaba estar aquí, a pesar de no encajar perfectamente en el lugar me sentía muy a gusto, excepto por la parte de beber lo que me dio MayLin, eso si no me agradaba en lo absoluto.
—¿Qué tanto pasa por esa mente pequeña? Solo vacialo maldita sea, rápido.— me empujó el vaso a los labios haciendo que el liquido resbalara por mi barbilla. Lo poco que ingerí causó un ardor que recorrió y dañó mi garganta hasta llegar a mi estomago, no entendía por qué los adolescentes disfrutaban beberlo, yo quedé asqueada. Comencé a toser por el calor que me provocó aquel trago. Con rapidez tomé mi botella de agua para así aliviarlo mientras MayLin se reía de mi.
—Jajaja que puñetas eres.— se giró y comenzó a bailar con un tipo alto, su cara parecía de un bebé pero su cuerpo me decía que era todo un hombre experto. Tal vez yo también debería buscarme a una pareja con quien pasármela bien. Giré mi rostro para observar por toda la pista, no había ningún chico que me llamara la atención, algunos veían con bastante morbosidad mi cuerpo, supuse que era por mi origen latino. Hice caso omiso a sus comentarios vulgares, por un momento pensé que los chinos eran mas reservados, pero en todos los lugares hay malas personas así que no me admire. Cuando eché el ultimo vistazo a la pista pude ver a lo lejos a dos hombres, uno tenía los ojos bastante rasgados, unos hombros amenazantes de buena manera, su mirada felina penetraba en mi interior haciéndome estremecer, y su cabello negro azabache le daban ese toque de chico malo. Su acompañante era un poco menos alto que el, castaño y con brazos fuertes, a diferencia del anterior, el tenía sus ojos redondos sin quitar su rasgo asiático. Ambos eran muy atractivos. El chico con el cabello azabache se dió cuenta que lo miraba y me regaló una sonrisa ladina, sonrojada me giré hacia la barra evitando su mirada. Cuando me volví a girar para encontrarme con el, visualice que dos chicas asiáticas se encontraban con ellos, al parecer ya tenían buena compañía. Mis expectativas de hablarle a ese chico habían disminuido.
Después de una hora me sentía bastante aburrida en el lugar, al final de todo no era tan bueno como lo creía. Me bajé del banquillo donde me encontraba, estaba dispuesta a decirle a mi amiga que me iba, la busqué por todo el club y no había rastro de ella, me salí del lugar para poder hablarle a su teléfono, empezaba a preocuparme.
Uno... Dos... Tres timbrazos y ella no contestaba.
—Come on MayLin...— Al instante pude escucharla jadeante.
—¿Sí?
—MayLin, ¿Dónde carajos estas? llevo buscándote como una hora por el club.— no estaba bromeando.
—Ahhh... ocupada, puedes regresar sola ¿cierto? Ok, adiós.— colgó el teléfono, genial estaba con un chico y yo no tenia dinero para regresar, eran ya las 3 AM y las calles no estaban muy transitadas que digamos.
—Ok, aquí vamos.— dije para animarme. Mi paso era un poco apresurado, estaba temerosa pero al parecer no había nadie que me siguiera, amenoré mi caminar y comencé a disfrutar del fresco aire que chocaba con mi rostro, después de todo realmente no había sido tan malo como mencioné. A mi memoria llegó el chico con su mirada y sonrisa ladina que me había hecho estremecer, ¿Cuál será su nombre? me pregunté sin poder ocultar una enorme sonrisa en mi rostro. Oh vamos Eva, solo es un tipo cualquiera que lo viste en el club, no puedes actuar como una niña enamorada por alguien que seguramente no volverás a ver en tu vida.
De repente se escucharon pasos detrás de mí que se acercaban rápidamente, de inmediato apreté mi paso con temor, sintiendo como la bilis subía por mi garganta y el corazón a punto de explotar, ¿Sería bueno gritar o correr?, definitivamente correría y cuando estaba apunto de hacerlo la persona que me seguía grito.
—Hey linda, no temas, solo quiero conocerte.— Su voz era demasiado gruesa para ser la de un adolescente, por un momento me imaginé que podría ser el tipo que había visto hace un rato en el club, por inercia volteé para ver quien era, efectivamente, eran los dos chicos guapos que habían captado mi atención anteriormente.