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Inevitablemente el pequeño JungKook crecería, aunque fuera difícil de aceptar, encontraría a alguien perfecto para él, se enamoraría y se iría.

Aunque esto último fue difícil de aceptar por NamJoon, que consideraba a TaeHyung como alguien lo suficientemente maduro, responsable y con todas las buenas intenciones para con su hermanito. De hecho, el castaño había mostrado más de una vez lo cuidadoso, amoroso ~solo al limite que se le permitía~ y sobre todo había mostrado que iba por una relación seria.

JungKook fue insistente, NamJoon muy consciente de lo poco que podía ofrecerle a su pequeño hermano lo pensó, analizó y recordó: "TaeHyung podría cumplir cada pequeño capricho del menor" ~aunque este último fuera tan modesto de alegrarse con lo más mínimo~, TaeHyung era el único aparte de SeokJin que podía leer a JungKook como si fuese un libro.

Le dejó ir, pero Jungkook no dejó que el contacto se perdiera ni con NamJoon, ni con SeokJin.

- ¿Y bien? Dime ¿Cómo ha sido?

- Él está más bonito.

- Eso lo sé, pero dime ¿Hablaron?

- Le he pedido perdón, realmente lo lamento.

- ¿Y que ha dicho SeokJin? ¿Te ha perdonado?

El mayor asintió con melancolía. JungKook se sentó cerca y palmeó la pierna de NamJoon.

-¿Cómo van esos estudios?

Preguntó con inocencia y NamJoon le miró sonriente.

- Van bien... Yo... Creo que terminaré lo que he empezado, está vez lo haré.

- Estoy tan orgulloso.

NamJoon notó el brillo que hace mucho no veía en su pequeño hermano.

- ¿Está siendo bueno contigo?

- ¿Eh?- JungKook se sonrojó- Claro que sí, hyung- su sonrisa se ensanchó creando pequeñas arrugas en los bordes de sus ojos- Estoy pasando buenos días.

NamJoon veía a JungKook con detenimiento, a su memoria viniendo el primero de la lista de sus mejores días.

El primer día que vio a JungKook, era muy pequeñito, sus manitos sobre su pecho, sus mejillas rosadas húmedas por las lágrimas, sus labios curvados soltando pequeños sollozos.

Su familia era tan ruidosa, sus padres discutían otra vez por motivos que a su corta edad no entendía. Supuso que su hermano, del que había oído hablar en una de las tantas discusiones, se encontraba en el cuarto que decidió curiosear y no se equivoco.

Movió la cuna, golpeándose la cabeza con uno de los tantos juguetes que colgaban sobre esta. Chilló, un sonido muy agudo en verdad.

Ese día fue el primero, el más feliz. El día en que su corazón se conmovió y se agitó de pura felicidad al ver a su pequeño hermanito reír.

Se prometió y le prometió entonces que cuidaría de él como el más fino y delicado tesoro, y en ese entonces no tenía ni idea que al final JungKook terminaría cuidando más de él cuando estaba en coma.

JungKook era por siempre su primer día bonito, del cual se sentía orgulloso. El segundo día más feliz de su vida fue cuando besó a SeokJin...

Open your eyes // NAMJINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora