CELO

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Un largo suspiro salió de entre mis labios, bajando del autobús escolar que me había traído a mi nuevo destino, la escuela se alzaba majestuosa, tan grande como un estadio de futbol e igual de brillante, sobre la parte delantera se proyectaba un enorme anunció de los ganadores del torneo internacional de futbol, el equipo de la escuela en la que sería mi primer día. Tragué saliva y me puse en marcha, abrazando la pantalla como si esta fuera una especie de amuleto que me protegería en aquel nuevo lugar.

Al cumplir catorce años debemos hacernos el examen para obtener nuestra clasificación en la vida, y luego un examen que nos asignaría escuelas y posibles futuros en el nuevo orden mundial. Yo era un lobo Beta y, según el examen, un prodigio que había obtenido calificación perfecta. Al obtener mi primer resultado me había sentido aliviado, los Betas son considerados humanos entre lobos, sus instintos no son tan desarrollados como los Alfas o los Omegas, podría llevar una vida normal, sin embargo, el segundo resultado había cambiado todo.

Un día después de recibir mi resultado llego a mi casa un enorme paquete de La Compañía, la empresa que controlaba el mundo. En la caja había una pantalla nueva, cuatro juegos de uniformes, y las llaves de mi nuevo departamento, el siguiente ciclo escolar, tenía que mudarme a Nueva York y estudiar en la mejor escuela del mundo. Mis padres se habían alegrado al inicio, pero yo desde el comienzo me sentí mal, triste, ahora tendría que vivir solo en una residencia estudiantil y vivir sin nadie en una nueva ciudad. Completamente solo.

Estaba por subir las escaleras para entrar a la escuela cuando el aire abandono mis pulmones en un grito de sorpresa y miedo, la pantalla entre mis manos salió volando hacía el suelo y yo caí de nalgas mordiendo mi propia lengua. Miré hacía arriba enrojeciendo por completo de pura impotencia al encontrarme con tres enormes mastodontes.

Todos ellos chocaron sus manos entre si y el de en medio soplo un mechón de cabello café lejos de sus ojos y me mostro una sonrisa burlona mientras me guiñaba un ojo y se daba media vuelta para subir a la escuela, llevaban el uniforme de la escuela, a diferencia que en lugar de llevar un suéter liso color vino cubrían sus cuerpos con chamarras del equipo de futbol de la escuela. Michaels, Rogers y... Padalecki.

Recogí mi pantalla y me puse de pie, ignorando las risas burlonas a mi alrededor, ignorando el hecho de que aquel Padalecki parecía ser el típico chico que molesta a los más pequeños solo por diversión y yo era bastante más pequeño que él por lo que era un objetivo fácil y bastante vulnerable, tendría que evitarlo todo lo posible. Encendí mi pantalla y abrí mi horario desplegando un mapa para guiarme por la escuela y poder llegar a la primera clase.

Las clases del primer día fueron normales, todas similares, presentaciones, inclusiones, el típico, Soy, llegué aquí de, mis padres son de, nací en, quiero ser. Desde antes de que todo el mundo cambiara se hacía aquello, lo sabía por que a mi padre le gustaba mirar películas y series del pasado. Le gustaba imaginarse que el mundo no era distinto y que al terminar una de esas películas podría salir a la calle y mirar al cielo, sin encontrar cambios, aunque siempre que salía a la calle regresaba decepcionado. Nada era igual desde la gran guerra de las razas. El sol ya no brillaba en el cielo desde hace décadas, se había apagado y nos había dejado en un mundo helado y en tinieblas.

Por eso los Hombre lobo ahora eran la raza dominante, Vivian de la luz de la luna y sus cuerpos eran calientes, no necesitaban lo que otras razas si, por eso no nos habíamos extinguido y al ser compatibles con los humanos la reproducción creció, otorgando una nueva rama en nuestra especie, la de los Betas, prácticamente humanos.

Apagué la pantalla entre mis dedos y la metí en mi casillero, solo tenía eso, la pantalla y quizá permanecería vacío por mucho tiempo pero no importaba no lo necesitaba para nada más, el timbre de finalizado el día había sonado hace unos minutos y los pasillos comenzaban a ponerse desiertos, tan solo unos alumnos iban a las clases extracurriculares o a los clubes, algunos hacían sus audiciones aquel día y yo aspiraba entrar al equipo de Futbol, poner orgulloso a papá que había sido defensa en su época de estudiante.

Fui hasta el campo y tome asiento junto a los otros chicos que también harían su prueba para entrar, la mayoría de aquellos chicos eran Alfas, grandes incluso para tener mi edad, no podía oler ningún Omega cerca, lo cuál en cierta forma me ponía nervioso, era el chico más pequeño de ahí, me harían papilla. El entrenador se acerco a nosotros acompañado de un chico con su uniforme para el deporte, que se quito el casco y me ofreció la misma sonrisa que aquella mañana, mi cuerpo tembló, el tal Padalecki, era su último año, el mejor jugador que había tenido la escuela, el más grande los Alfas, un chico prodigio que había tenido calificación perfecta cuando hizo su examen y que viviría su ultimo año como el líder del equipo, el que nos haría la prueba. Conforme hablaba el entrenador me sentía más mareado, nervioso, ansioso.

Solté un gemido inconsciente cuando Jared se me acerco, era tan alto y en aquel uniforme se veía el doble de fuerte y fornido, me hacía sentir enfermo, con ganas de vomitar y tembloroso, lo más extraño es que también me sentía acalorado.

—Bien chicos, divídanse en dos equipos y formen una línea en medio del campo mirándose unos a otros, veremos quienes serán nuestros nuevos defensas—Su voz me hizo volver a gemir, esta vez con fuerza, todos voltearon a mirarme y pude ver como olisqueaban el aire, atraídos por mi nuevo aroma, enrojecí aún más y di un paso hacía atrás, tambaleándome. Mi cuerpo estaba actuando extraño, podía sentirme incluso abochornado una fina capa de sudor cubriendo mi piel y eso no lo causaba el tal Padalecki, no tenía ese poder por muy Alfa que fuera, además yo era un Beta, un humano. Negué con la cabeza incapaz de decir algo y corrí, corrí con todas mis fuerzas de regreso a la escuela.

Me perdí por varios pasillos hasta que encontré el correcto y con manos temblorosas abrí mi casillero para extraer la pantalla y rápidamente buscar la enfermería. Lloriqueé al sentir un tirón por todo mi cuerpo que me hizo caer de rodillas, y con sorpresa pude sentir mi primera lubricación bajar por mis piernas. Estaba teniendo mi celo. Mi primer celo.

—No, no, no, no—negué mientras hablaba intentando ponerme de pie, era imposible que estuviera en celo, los Betas no eran lobos, solo los Omegas tenían el celo, solo los omegas lubricaban como yo lo estaba haciendo, gruñí mientras me ponía de pie, suspirando para ordenar mis pensamientos, imponer la razón sobre los instintos

—¡Hey! El entrenador me mando a buscarte y.... Oh por la Luna—se detuvo enseco aquel chico, Padalecki, mirándome desde el comienzo del pasillo, ya mehabía puesto de pie, pero temblaba como una gelatina, sintiéndome débil. Sumirada se oscureció y emitió un gruñido que me hizo caer de nuevo de rodillas.Se acerco a gran velocidad a mí y me tomo del cabello para poder arrojarme alsuelo. De mi garganta salió un grito de terror, que fue rápidamente silenciadocuando su pie se puso sobre mi cabeza, aquel Alfa me estaba sometiendo como suOmega.    

La Luz Del FuturoWhere stories live. Discover now