La cena

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Connor quería hacerles una broma a los campistas de Deméter, pero yo me negué. No estaba muy seguro de por qué, supongo que me sentiría culpable de comerme su desayuno y luego devolver el gesto tirando crema de torta por su cabaña. De todos modos, mi hermano se sorprendió de mi negativa y me hizo burlas sobre Katie y yo. Aún no entiendo qué nos ve de estar enamorados.

No logramos hacer ninguna broma y se estaba haciendo tarde para mis ejercicios, porque al contrario de lo que todo el mundo piensa, yo salgo a correr para mantenerme en forma. Doy una vuelta alrededor de las cabañas, luego voy hacia los campos de fresas y descanso un rato allí, y luego vuelvo a el sector principal del campamento, para esperar las clases que toquen.

Ya se estaba poniendo el sol cuando llegué a mi lugar habitual de descanso: un árbol muerto, porque si no lo estuviera los espíritus me molestarían.

Pero allí estaba la chica-flor, juntando las fresas y replantando algunas semillas. Tenía un vestido nuevo que le sentaba de maravilla y se veía hermosa frente al atardecer. Sentí un sentimiento extraño, que no me gustaba en absoluto. Y si...? No, nunca, olvídenlo. Ese sentimiento había sido una alucinación mía.

- Kat-la llamé-, me das una fresa? Aún tengo hambre, el puré no llena.

-Da gracias a los dioses que al menos comiste algo, Stoll. Las fresas no están listas para comer.

-Y cuándo lo van a estar?

-En mi cabaña las voy a limpiar mejor, para comerlas.-Rió. Su risa era muy dulce y melodiosa y era también algo difícil de escuchar.-Ahora también vas a cenar conmigo, Travis?

Travis. Qué extraño. Nunca me llamaba por mi primer nombre. Estaba acostumbrado a ser el Stoll o El Insoportable, pero ahora quería que me dijera siempre Travis.

Accedí a cenar con ella, que no se pudo negar aunque me hubiera ofrecido comer en broma. Fuimos hacia su cabaña pero yo no entré, por una regla de no estar solos que, de no haber sido por Kat Kit, hubiera quebrantado. Elegimos comer sin el resto del grupo, decisión que tomó Katie, vete tú a saber por qué. A decir verdad, eso me pareció no tanto valiente como riesgoso para ella, teniendo en cuenta que hacía 2 días le jugábamos bromas medianamente pesadas.

Nos sentamos en el campo de fresas, porque ahí estaba todo verde, florecido y con un clima perfecto. La luz de la luna nos daba de lleno y era como un foco de luz muy bonito. La chica-flor había traído una canastita hábilmente construida, de algún puesto de la playa. Adentro había un montón de frutas desconocidas que, por suerte, estaban muy sabrosas, y una sopa, que no sabía como había conseguido. La sopa estaba realmente horrible pero me la tomé de buen grado, seguramente por eso Katie me había dejado afuera congelándome durante hora y media.

Hablamos de un montón de cosas, aunque se hacían unos enormes silencios. Pero no eran incómodos, para nada, sino que nos permitían observar el lugar, la luna o a la persona junto a ti.En algún momento, ella y yo empezamos a cabecear, hasta que nos reclinamos contra un árbol. Acomodé su cabeza contra la mía y cerré los ojos. No quería desepertarla para llevarla a la cabaña.

Tratie- Mis flores favoritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora