Deseo de Navidad...

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Desde que había sido ingresado en Mount Massive, solo había dos cosas en las que podía pensar.

En que siempre estaría solo, y que nunca volvería a festejar una navidad.

Siempre añoraba que llegara esa fecha, su madre cocinaba una deliciosa cena y su padre cortaba un gran árbol.

No...

El mismo sabía que era mentira.

Pero no perdía nada soñando.

Su miserable vida solo le alcanzaba para ello.

En verdad era lo único que quería.

Una cena navideña, con su familia.

Sentarse todos a disfrutar un rico pavo, decorar el árbol, intercambiar el árbol, besar su amada bajo el muérdago y compartir al menos un bonito momento en su miserable vida.

Solo eso quería...

Acaso era mucho pedir.

Por lo menos tenía un breve alivio a su miseria todos los días a las 9 de la mañana, cuando Jeremy Blaire y su sequito.

Aunque solo uno llamaba su atención.

Un hermoso rubio ajeno a todo este infierno, que se tomaba nota de todo lo que Blaire gritaba.

Además, había notado que de vez en cuando les entregaba comida a algunos de los pacientes, y también hablaba con algunos del primer nivel, los menos locos.

Se notaba su dulzura e inocencia, pero también se notaba el control que Blaire ejercía en el.

Le gritaba siempre, lo jaloneaba, insultaba y para después abrazarlo y pedirle que le perdonara, pues aseguraba amar al rubio.

Este solo sonreía con tristeza y le perdonaba.

Cosa que le molestaba, un ser tan bello e inocente no debería humillarse así por un falso amor.

Si el pudiera salir un momento de esta maldita celda, tomaría a ese rubio precioso, lo abrazaría y besaría, y sobre todo le protegería de todo el mundo.

-pss compañero quizás yo pueda ayudarte a cumplir tu sueño. -

-de que hablas ahora Trager-

-a diferencia de muchos aquí, yo no estoy ciego, veo perfectamente como miras a Waylon Park-

Así que ese era su nombre.

Waylon...

Hermoso igual que él.

-él fue mi empleado, así que puedo conseguírtelo...-

- ¿Por qué debería creer en tu palabra? -

-soy tu única opción, puedes quedarte en este maldito lugar soñando despierto, o entregarme las tijeras que escondes bajo tu colchón-

Eddie lo medito un momento, y luego le entrego las dichosas tijeras.

Por un momento temió que este le apuñalara al dormir.

Pero poco perdería si eso ocurría.

Quizás habrá logrado descansar dos o tres horas, pero los ruidos afuera no le permitieron seguir durmiendo.

Abrió sus ojos, dándose cuenta que la puerta estaba abierta, y Trager no estaba en ningún lugar.

Ni el, ni ningún otro paciente.

Feliz navidad DarlingWhere stories live. Discover now