¿Ｃｒｅｅｓ ｐｏｄｅｒ ｓａｂｅｒ
ｃｕáｎｄｏ ｖａｎ ａ ｔｉｒａｒｔｅ?
Haruka Nanami no lo sabia, y la terminaron apuñalando por la espalda.
Ella les había entregado toda su energía y felicidad a esos chicos.
Y ellos... ¿Que hicieron?
La tiraron a la basura en el instante en...
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— Todo me pertenece, eso nadie lo negara. Yo soy la Reina, la más bella y poderosa que jamás verás.
— Nfu~. ¿No es espléndido? El como todos esos hombres idiotas caen enamorados de mí.
— De seguro te pareció divertido el opacarme por tantos años, ¿No?. Recuérdalo, yo soy la que te destruirá.
La joven rubia pego un pequeño brinco al escuchar el como las tres féminas reían.
— ¿Q-Qué fue eso…? — se preguntó la blonda al darse cuenta que había vuelto a soñar, pero está vez fue diferente.
Ya no eran las mismas voces de antes, como la de la joven que pedía a gritos ayuda para escapar de un asesino o el hombre que disfrutaba violar a la joven aprendiz de monja.
Esas voces no pedian salvación o denigraban a alguien, si no que parecía como…
si anunciarán una guerra.
— ¿Ahora me odias, mi Rey?
Esa última voz resonó en la cabeza de Utau, que busco a la portadora de aquella voz por todos lados.
Lo único de lo que se dió cuenta fue de que se había quedado dormida en el café que solía visitar frecuentemente y una joven peli'negra la despertó.
— Señorita, no le aconsejamos dormir en esta lugar — le hablo amablemente una trabajadora — ¿Necesita que le retire?.
— Si, muchas gracias — agradeció para después disculparse con la trabajadora peli'negra que cumplió con su labor —. Disculpe, ¿Me traería otra taza?.
