Un trato navideño

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- Es increíble que me hagas pasar por esto, incluso en estas fechas- habló con fastidio la cabra y primer subordinado del pervertido Satanick, quien tenía por nombre Envi. Este se encontraba sentado en una silla dentro de una de las tantas celdas de las mazmorras de aquél lúgubre castillo - Es agotador lidiar contigo tantas veces ¿sabes? Es increíble lo rápido que me has hecho perder la paciencia Licorice - agregó mientras rodaba su único ojo visible, manteniéndose de brazos cruzados e inmutable ante la actitud infantil del otro ser masculino en ese lugar.

- ¡Sólo cállate y libérame de una vez Envi!- Ordenó el de ojos ámbar mientras intentaba liberarse de las cadenas, para así poder asesinar finalmente a la cabra - ¡Si no me liberas ahora mismo, te mataré! - Exclamó el más joven mientras se detenía de forcejear y así jadear con fuerza. Su cuerpo se encontraba cansado y herido por la pelea anterior que había tenido con la cabra, perdiendo la pelea, junto a su orgullo, nuevamente.

- He de admitir... Que a pesar de que eres alguien bastante molesto e irritante... Me sorprende tu tenacidad y fuerza de voluntad - confesó el más antiguo de los demonios mientras reía con levedad para luego acercarse al peli negro y levantar su rostro, viendo como este lo miraba con el ceño fruncido - ¿Cuántas veces has intentado asesinarme? ¿Y cuántas veces te he dejado en el suelo en pocos minutos? - Preguntó con diversión, viendo como el semblante del menor se fruncía aún más, si eso era posible.

- ¡Eso no me interesa! ¡Lo intentaré tantas veces sean necesarias, hasta que logre matarte a ti y al asqueroso Diablo al que le sirves! - Vociferó con odio el joven demonio mientras volvía a forcejear para intentar liberarse - ¡Todo para que mi madre esté feliz y tranquila! - Agregó con total honestidad su mayor deseo, ignorando el hecho de que aquello era una perfecta arma que la cabra podría usar para su beneficio.

- Ummmm, interesante deseo - murmuró la cabra separándose del hijo de su señor, retrocediendo y dando media vuelta mientras ponía su dedo índice en su mentón, maquinando la forma en que podría usar la tenacidad del niño a su favor.

Claro que era muy obvio que el joven iba a ser difícil de tratar, él era uno de aquellos que han tenido que soportar el horrible temperamento explosivo del joven demonio, siendo alguien que constantemente hacía sufrir a su señor, provocando que muchas veces llegara con heridas bastantes graves, por lo que tenía que pensar muy bien sus planes si no quería molestias y lluvias en estas fechas.

Fechas...

¡Pero claro! Que tonto de su parte el haber olvidado en esos momentos la importancia de estas épocas del año, en especial para su señor Diablo y para todos los niños.

Niños...

Deseos...

Felicidad...

Perfecto... Ya lo tenía, el niño sólo deseaba que su débil y patética madre fuera feliz ¿cierto? Quizá podría usar eso a su favor, tal vez no de una forma permanente, pero sí por estas fechas, ya que así, podría intentar persuadir al mocoso que trajera a su madre a Pitch Black, ocasionando que su Diablo estuviera feliz de tener a su cucaracha a su lado, aunque claro... Para ello, él tendría que hacer algo para que el menor diera a torcer su brazo, cosa que sería complicado para él gracias a su orgullo y por la terquedad del niño, por lo que después de unos largos minutos meditando... El demonio cabrío suspiró y dio media vuelta.

- Bien... Licorice... Tú ganas - habló finalmente el peli oliva mientras caminaba nuevamente hacia el demonio más alto, quien tenía una mirada desconfiada y confundida por las palabras del contrario- te propongo un trato.

Programación quebrada- One-shots y Drabbles EnviLicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora