Dulce Secreto.

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— ¡Efgh! ¡Tíohp Skhuwt, dola! —Saludo el niño con la boca llena de dulces.

— ¡Hola, campeón! ¿Qué, llenándote de dulces antes de cenar? No deberías de hacer eso —El niño hizo un puchero y puso su mejor expresión de cachorrito apaleado sabiendo que  para su tío era imposible resistirse a esa expresión– Arg, está bien. No se lo diré a tus padres —Dijo limpiándole una mancha de chocolate de la mejilla.—

— ¿Lo prometes?

— Lo prometo. —Juro guiñándole un ojo.

— ¿Prometes el qué?

— ¡Jesús, Stiles! —Chilló agudamente Scott llevándose la mano al pecho mientras Stiles y Bobby se reían de él.

— Mi venganza por todos estos años de mini infartos provocados por vuestro estúpido sigilo lobuno.

— No te quejabas de mi estúpido sigilo lobuno cuando lo aprovechaba para colarme en tu habitación y hacerte mamadas nocturnas. —Susurró Derek en su oído pillandolo completamente desprevenido. Las mejillas de Stiles comenzaron a calentarse y a colorearse hasta competir con el nivel de un tomate. Y Derek sonrió ladinamente por el olor a intensa vergüenza que emanó de Stiles y deslizó sus manos por dentro del suéter que llevaba para alcanzar su suave piel. El olor se mezcló con una pizca de excitación y Derek sonrió aún más.

Scott gruño tapándose la nariz con fuerza y Bobby olfateó desconcertando.

— Está Bobby delante, idiota —Se quejó Stiles tratando de apartar las manos de Derek de su cintura.— Si piensas que vamos a fol-

— ¡Okay, de acuerdo! Ya tuvimos suficiente. Me llevo a Bobby. ¡Arreglen sus asuntos en privado y en silencio! —Amenazo Scott arrastrando a Bobby fuera del salón.

Antes de que se fueran, pudieron oír como Bobby le preguntaba a Scott que era una mamada. Ambos se echaron a reír sin poder evitarlo al ver la cara de circunstancias de Scott tratando de responder.

———

Las manos de Derek acariciaban con ternura la espalda de Stiles. Mientras, el castaño levantaba su rostro del pecho de Derek para observarle. La mirada tan cariñosa que Derek dirigía solo para él le dejó sin palabras como tantas otras veces había sucedido. Con la diferencia de que esta vez, la intensidad de los sentimientos que estaba experimentado hizo que se deshaciera en lágrimas. Derek siguió mirándole como si fuera el ser más preciado del universo, aunque ahora, pequeños signos de preocupación se dejaban ver en su expresión.

— ¿Qué pasa? —Preguntó besándole dulcemente la frente.

— Yo... Yo sólo... Estoy... —Se callo, desviando la mirada. — Te quiero mucho, Derek.

Derek levantó una ceja, no del todo satisfecho con su respuesta.

— Eso no es lo que ibas decir. —Afirmó sin lugar a dudas.

— No, no lo es. —Confirmó.

Derek esperó a que Stiles se explicará. No lo hizo. El castaño solo se inclinó para besar a Derek en los labios.

— Ahora no es el momento. Están por llegar los chicos... Pero luego nos sentáramos a hablar tú y yo y seré claro, ¿vale?

Derek le miró por largos segundos antes de asentir dudoso. La intriga y la preocupación no eran sus mejores amigas, pero esperaría si eso era lo que Stiles necesitaba.

Este último suspiró aliviado y se quitó de encima de él para deslizarse fuera de la cama en busca de ropa limpia. Derek se quedo ahí, quieto, reflexionando sobre que le estaba ocultando Stiles mientras lo veía vertirse con el cutre jersey de Navidad que su padre le regaló hace un año.

Navidades en Manada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora