NAVIDAD

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En un lugar lúgubre y solitario donde sólo había un edificio protegido por varios guardias armados y por su aspecto altamente cualificados para atacar cuando algún incauto osara entrar en la zona o, mas bien, para el incauto que se le ocurriera escapar de allí.

Si ya de por si dentro era un sitio que asustaba y que daban ganas de pasar de largo y olvidarlo por dentro era mucho peor. Había muchos más guardias con toda clase de armas y científicos que iban y venían con camas donde había niños atados de pies y manos y que los tenían vendados para que supieran menos del lugar y así que no pudieran planear una salida de escape.

Aquello era un lugar donde se había perdido la humanidad, los niños que iban y venían eran solo meros conejillos de indias para crear a metahumanos de alto nivel y usarlos para el mejor postor, evidentemente ninguno de esos niños quería estar allí pero lo peor es que nada más registrarlos y ponerles el chip de localización se les implantaban un suero para que olvidaran todo su pasado y sus ganas de salir al exterior menguaran hasta en punto de que pensaran que su único propósito en la vida era estar continuamente en la sala de operaciones o en los laboratorios y de allí a su celda donde los mantenían totalmente aislados.

Algunos, casi la mayoría, se habían rendido y ya no luchaban pero había algunos que peleaban con uñas y dientes a pesar de las duras palizas que le daban luego los guardias pero, ya fuera por un halo de esperanza u orgullo, no permitirían ser utilizados cual rata de laboratorio y buscarían su libertad costara lo que costara. Uno de esos jóvenes era un chico de probablemente unos quince años, castaño cobrizo, uno de sus ojos marrones puesto que el otro estaba rojo tras una operación y alguna que otra cicatriz reciente tras otras modificaciones de las que tanto intentaba evitar pero que siempre perdía y era peor al haberse resistido.

Ya no sabía cuánto tiempo llevaba allí pero calculaba que llevaba un año o dos, era difícil saber el tiempo cuando vives en un lugar donde no hay ni usa sola ventana y te dejan sedado la mayor parte del tiempo. Estaba en su celda donde solo había una cama vieja, un retrete y un lavabo, nada más, nunca había tenido nada que fuera suyo pero no le importaba, sabía que cuando fuera libre conseguiría una vida mejor y probablemente viviera como el resto del mundo. Desde su último intento de huida habían pasado como unos tres meses hasta que se pudo volver a mover de nuevo con normalidad pero a pesar de la paliza eso no quitó que mientras estaba en cama aguantando los manoseos y máquinas que le conectaban los médicos él pensara en otra manera de escapar.

Esta vez probó por colarse en el conducto de ventilación que estaba a ras del suelo, era un plan simple, una vez casi consigue escapar así que podría intentarlo de nuevo.

Por desgracia habían reforzado esa salida mucho mejor que antes pero eso no quitaba que el adolescente no se rindiera y usó toda su inteligencia para abrir el conducto y colarse, todavía tenía el cuerpo adolorido y algo amorotonado tras las operaciones pero si esperaba hasta ponerse mejor seria viejo, nunca acababan sus modificaciones y dudaba que acabarían algún día.

Aguantando todo su dolor, reptó por el estrecho conducto hasta que pasó lo que seria la celda contigua a él y escuchó un llanto bajo él, no era la primera vez que escuchaba aquel sonido, allí no abundaban las risas sino las suplicas y los llantos de los niños que eran destinados allí así que pasó de largo, tenía un propósito que no iba a dejar nunca pero como la otra vez no tuvo esa suerte y debido a su peso la rejilla por donde pasaba cedió y cayó estrepitosamente dándose un fuerte golpe en la cabeza.

Cuando abrió los ojos se encontró con unos de color azul llenos de lágrimas, era el niño de aquella celda, un chico de a lo mejor doce años, pelo rubio, delgado y claramente asustado por su repentino inquilino

Navidad (MidnighterxApollo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora