III

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ALBA:

Llegamos a la cabaña de madera y nos refugiamos dentro. Me siento en el sofá viendo como Miki y Famous dialogan sobre las grúas y el tiempo restante para que aparezcan.

Me quedo mirándoles sin más, estoy aquí físicamente pero mentalmente tengo un cansancio abismal, no por nada, solo es que me faltan horas de sueño y ahora mismo son casi las 3:00 de la mañana.

Percibo un cálido tacto en mi pierna derecha que me devuelve a la realidad, es la mano de Nat. Un escalofrío recorre mi cuerpo, al principio frío pero termina siendo entrañable. La miro. Me mira. Sonreímos, ambas a la vez, adoro la conexión que tenemos.

— ¿Subimos? — pregunta ella alargando la sonrisa. Asiento sin borrar la sonrisa de mi cara, aunque no podría hacer eso ni queriendo.

Me pongo el pijama y me siento en la cama.

— ¿Sigues sin poder dormir? — me pregunta abriendo la ventana.

Vuelvo a asentir y siento el viento helado en mi piel, por instinto me arropo entre mis brazos.

— Ay Nat, cierra. Me hielo — protesto.

— Vale perdón, ya me lo fumo por la mañana — dice mientras cierra.

Observo como se sienta en el pequeño sillón que hay.

— ¿Te ayudo a dormir? — la miro extrañada, no sabía cómo quería ayudar y además, teniéndola cerca es difícil dormir tranquila, siempre se encarga de poner en funcionamiento a mi sistema nervioso.

— Buena suerte con eso — digo acompañándome de una pequeña risa.

Ella sonríe tras escuchar mi risa y coge la guitarra, la saca de la funda y procede a cantar una canción compuesta por ella a sus quince añitos, me sé perfectamente esa historia. Sonrió al escuchar las primeras notas de 'Ventanas de Avión'. Su voz transmite una profunda calma pero a la vez te pone los pelos de punta, me recuesto en la cama y me tapo como puedo con la sábana. Cierro los ojos y me meto en profundidad en la letra de la canción hasta caer rendida.

Al cabo de un rato, siento como Natalia me ajusta el edredón tapándome, sonrío ante el acto y entre abro los ojos.

— ¿Nat? — la llamo con la voz más ronca de lo común.

— Sí, dime — contesta ella con su mano aún posada en el edredón.

— Gracias —

Ella sonríe y me llena la mejilla de besos después de darnos un abrazo duradero. Nos miramos un par de segundos con una sonrisa fina y justo se escucha el sonido de la puerta abriéndose con Miki y Joan detrás de ella. Natalia les chista y ellos hacen caso. Me vuelve a mirar y me deja un beso en la comisura del labio.

— Te quiero — me susurra.

— Y yo a ti — contesto de la manera más sincera y bajita que puedo. Hecho esto, va a su cama.

Antes de que pudiera encerrarme entre pensamientos de ese último beso y sus palabras me quedo profundamente dormida.


NARRADOR:


5:42 de la mañana.

Noelia se levanta de la cama somnolienta, se coloca sus gafas y camina hacia la cocina con el fin de saciar su sed con un vaso de agua fría de la nevera.

La madera chirría lo que inquieta un poco a la joven a la vez que el fuego de la chimenea se va apagando lentamente y una sombra se esconde detrás de la puerta de la cocina.

Cuando Noelia decide salir de la cocina después de haber dejado el vaso en el fregadero se encuentra con una figura rugosa que a simple vista parece masculina, vestida de negro junto con una máscara tenebrosa simulando una sonrisa cosida y ojos tachados.

Noelia trata de gritar pero el enmascarado le tapa la boca sin dejar escapar el grito. Se escucha como saca el cuchillo afilado y lo planta en la clavícula de la chica, deslizándose por su cuello dejando una ligera marca que podría hacerse pasar por un arañazo corriente, le aprieta más la boca para que no salga voz de su garganta y le clava el cuchillo en la espalda dejándolo ahí un par de segundos y retorciéndolo dentro de ella.

— No se debe husmear — le susurra con una voz distorsionada sin desenmascarar su identidad.

La tira del pelo hacia atrás y vuelve a acuchillarla salvajemente varias veces, dejando rastro de su sangre por el suelo hasta que la morena se convierte en un cuerpo inerte. Muerta entre sus brazos.

Se asegura de limpiar todo sin dejar rastro de sangre en el suelo y coge su respectivo teléfono.

El asesino se la cuelga en el hombro y la lleva hacia el sótano, al final del sótano hay un congelador blanco y grande, se dirige hasta ahí y la mete dentro asegurándose de que el cuerpo no quede a la vista tapándolo con bolsas de hielo.

lago lluna negre // OT2018 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora