I

778 44 14
                                    

JULIA:

Entramos dentro uno a uno y en lo primero que me fijo, inevitablemente, es en unos lúgubres cuadros colgados en la pared de madera, justo subiendo las escaleras, de todo tipo y tamaño. Me quedo perpleja unos segundos mirando los cuadros antiguos mientras el resto revolotea investigando la casa.

— Que siniestro esto, ¿no? — comento al aire señalando con la cabeza los cuadros.

Miki se encogió de hombros. — Sería lo que se llevaba en la época. No sé. — contesta dispuesto a seguir mirando la casa.

Después de haber observado toda la casa, regresamos a la entrada junto con las maletas que dejamos inicialmente ahí.

— Bueno ¿y ahora qué? — dice María alto para que se escuche entre el chanchullo creado.

— Pues tendremos que hacer un reparto de habitaciones, ¡digo yo! — contesta Dave saltándose las eses como buen andaluz que es.

— Er Dave tiene razón. — dice Marta entonando las dos últimas letras.

— Pues al lío cariños. — contesta África con una sonrisa, agarrando sus dos maletas enormes y dirigiéndose a María.

— Pero criaturas, ¿cómo lo hacemos? — pregunta Dave mirando a todos los presentes.

Yo me había fijado antes en el número de habitaciones y camas, las justas para dieciséis personas, lo que no me cuadra nada es que hay una habitación de más, sin muebles, pero no tiene importancia.

— Hay cuatro habitaciones con cuatro camas en cada una, una de matrimonio y otras dos sueltas. — resuelvo la duda de todos y comienzan a ponerse en grupos de cuatro, yo sabía perfectamente con quien ir porque lo teníamos hablado de antes, Sábela, Marta y Alfonso me miraron esperando a que me una a ellos, les sonrío y cuando cojo la maleta para llevarla conmigo me cruzo con Carlos de frente.

— ¿Te quieres venir con nosotros? — me pregunta con una sonrisa.

— Me encantaría, pero voy con las chicas y Alfonso — contesto lo más amable posible.

Él mira hacia atrás y observa como estos tres están esperándome, asiente y sonríe de nuevo.

— Bueno, si necesitas algo o lo que sea estoy con el Dave, ¿vale? — le regalo una sonrisa agradecida y me junto con mis compañeros de habitación, Alfonso abre la puerta.

— Pasen señoras — dice este sonriendo.
— Bueno, señoras o señoritas ¿no? porque mayor soy pero de momento no necesito garrote — contesta Sábela provocando nuestra risa.

La habitación era espaciosa, con un teléfono, el cual estaba descolgado, que me extraña bastante, encima de la mesa con un par de caramelos.

Nos quedamos argumentando quien dormiría en cada cama.

MARILIA:

Me encontraba un poquito saturada del viaje aún, de hacer la maleta y deshacerla, y sigo dándole vueltas al momento de Miki y Joan contando esa historia. No dejo de pensar en esa maldita historia.

Así que para liberar las tensiones me fui a dar un buen baño caliente. Es lo que más me relaja, cuando estoy en la bañera con el agüita calentita, las sales y esas bolitas de Lush que se meten en el agua y se pone de colores, me encanta.

Abro la puerta y entro en el baño y me dirijo directamente a abrir el grifo mientras cojo las toallas. Metí un pie en el agua, que sorpresa que se hubiera calentado tan rápido.
Me meto completamente cubriendo todas las partes de mi cuerpo con espuma esponjosa y cierro los ojos, relajada y bien a gusto.

lago lluna negre // OT2018 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora