Llega la noche. Algunos duermen, otros recién despiertan. En lugares remotos y escondidos del público, gente se encuentra para darle un rumbo no tan aconsejable a su vida. Muchos lloran sin saber que son observados, aunque también se pueden encontrar a quienes solo disfrutan del resplandor de la luna.
Octavio se encuentra sentado en su ventana observando melancólico aquella esfera blanquecina que en este momento solo muestra la mitad de su cara. Se siente triste, raro. De la nada surgieron pensamientos que le hicieron replantear como estaba viviendo. Se dio cuenta que no aprovechaba sus días. Él no sería eterno y hasta ahora sentía que estaba desperdiciando su vida, por lo que decide ir a una fiesta que organiza la chica que lo trae loco. Se va a arriesgar. Se va a declarar.
En un patio de una pequeña casa se encuentra Mariana. Está acostada en el pasto observando el cielo estrellado. Últimamente no se siente para nada bien. Su ánimo está por el suelo. Ya no sonríe, pero no la podemos culpar, es entendible. Todavía duele. Mirando al cielo pregunta en voz alta a la estrella más brillosa "¿Serás vos abuelo? ¿Me estarás viendo?" Una lágrima corre por su mejilla y ella la deja. Mientras tanto en la ventana su madre se encuentra observándola. Le parte el corazón verla así, sin embargo, entiende que no puede sanar rápido.
Cruzando el puente de su ciudad un anciano vuelve a su casa. Decide pararse a la mitad del recorrido y observar el paisaje nocturno mientras se replantea varias cosas ¿Había vivido bien? ¿Hizo lo que realmente quería? ¿Aprovechó al máximo su estadía en este mundo? ¿Ayudó a alguien? ¿Dejaría una huella por más mínima que sea? Aquellas ideas le molestan y a la vez son las que más le preocupan, pero luego se acuerda de sus hijos y en las maravillosas personas en que se convirtieron. También aparece en su mente su esposa que fue la que llenó de color su monótona vida, entonces se da cuenta que ellos son los que hacen valer su estadía en este mundo y los que la hacen maravillosa.
Francisco está en un callejón bastante oscuro. Tiene un paquete en su mano y está muy nervioso. Sus ganas de salir corriendo, de huir, se incrementan a cada segundo. Siente como suda. Años haciendo lo mismo, sigue sin acostumbrase. Si tan solo su hermano no lo hubiera metido en aquello. Un auto estaciona en la entrada de aquel lugar de perdición cortando sus pensamientos. Francisco se acerca sigiloso para entregarle el paquete a la conductora, quien se ve totalmente fuera de sí, la muchacha le pregunta si trae balas y él afirma. Le entrega el dinero y luego se marcha. Francisco por fin puede respirar aliviado de nuevo. Otra noche sin que lo maten.
Martina se siente ansiosa. Está en una fiesta que ha dado una amiga. En realidad su mejor amiga quien, aunque no lo quiera admitir, le gusta. Hace un año atrás ella se daba cuenta de eso. Ahora se mueve de un lado a otro nerviosa tratando de juntar valor para ir a confesárselo. Lo que no sabe es que en ese mismo momento su amiga se esta besando con un chico.
Ana no para de llorar. No puede creer lo que va a hacer, pero no ve otra escapatoria. No encuentra un mejor camino. Temblorosa toma el arma entre sus manos mientras voces surgen en su mente. "Lo que hiciste estuvo muy mal" "Nadie te va a perdonar" "Nadie te quiere, te necesita, ni mucho menos te extrañaría" "No sos nadie" "Es la mejor decisión que podés tomar" "Por fin vas a hacerle un favor al mundo" "Hacelo ya. No los hagas esperar más" Entonces Ana coloca el arma en su cabeza. En la radio del auto suena la canción Asleep de The Smiths. Mientras comienza la melodía ella seca las últimas lágrimas y aprieta el gatillo.
Un grupo de amigos están en el banco de una plaza riéndose de cosas aleatorias. Hay que admitir que se encuentran un poco pasados de copas y cualquier cosa les da gracia. Comienzan a jugar a verdad o reto solo para pasar el tiempo, aunque todos sabían que en realidad jugarían a reto o reto, ya que no hay verdad alguna para contar. Empezaron con Santiago, al cual lo retaron a trepar a un árbol. En un vago intento de cumplir con lo que le pidieron el muchacho llega a la primer rama, pero pierde el equilibrio y cae de espalda. Se queda un rato adolorido hasta que luego se ríe contagiando a los demás. Era el momento de Ezequiel, a quien le dicen que tenía que embocar la botella vacía de su mano en el tacho de basura que se encontraba del otro lado. Él lo intenta hacer pero desvía su mano, por culpa del alcohol de su organismo, casi golpeando la cabeza a uno de sus amigos. Todos se quedan callados y se miran. Luego estallan en una carcajada al unísono y continúan con su juego un tanto peligroso.
En una casa, un poco alejada del centro de la ciudad, vive Carmen, quien se encuentra esperando a su esposo. Como si lo hubiese invocado este entra por la puerta. Trae la cara un poco decaída como si algo malo hubiera pasado. Carmen al verlo se preocupa !¿Pasó algo Diego?" es lo primero que le dice. El hombre con voz triste responde "Hay algo que debo contarte." Acto seguido levanta la vista hacia su esposa y una sonrisa enorme se dibuja en su cara "¡GANÉ LA LOTERÍA! ¡CUARENTA MILLONES, AMOR! ¡CUARENTA!" Carmen no lo podía creer. Diego la toma de sus manos y la levanta del sofá para abrazarla fuertemente. Al separarse la vuelve a mirar y exclama "¡No puedo esperar a que llegue Ana! Se va a emocionar tanto cuando le diga que vamos a comprar boletos para irnos al Caribe, ella que tanto lo quería conocer"
Artemisa y Benjamín disfrutan de la noche en su balcón. El muchacho tiene la cabeza apoyada en las piernas de su novia. Ella se encuentra mirando la luna mientras escucha atentamente las palabras que salen de la boca de su amado. Le está leyendo un libro. Lo habían comenzando hace unos días y ya se encuentran en el final. "Entonces él apretó su mano y mirándola fijamente abrió sus labios como si fuera a decirle unas últimas palabras, pero en lugar de eso los volvió a cerrar mientras soltaba su mano. Se fue. Se fue como si nunca hubieran compartido una historia. Se fue como haciendo parecer que las despedidas son fáciles." Benjamín termina de leer, cierra el libro y mira a Artemisa. Le caen unas solitarias lágrimas por las mejillas, sin embargo, al verlo a él sonríe.
La noche pasa sin detenerse. Agostina toma una limonada en su casa mientras escribe sus historias en un cuaderno. Fernando se acaba de sentar en el barandal de un puente solo porque se cansó de estar parado. Tomás rompió con su novia porque ella era muy fría. Casiopea disfruta bailando en un club un poco inseguro, no sé da cuenta cuando le meten una pastilla en el vaso. Lautaro simplemente se sentó a observar las estrellas. Una pareja de ancianos recién se acuesta. Una niña entra llorando a la habitación de sus padres diciendo que había tenido una pesadilla. Millones de personas, millones de historias diferentes, millones de secretos y la luna, silenciosa en lo alto, es testigo de cada uno de ellos.
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Historias Cortas
Historia CortaHistorias cortas de cualquier cosa que no tienen relación entre ellas, no hay mucho más para decir