Historias Cortas

La Encajera

Acá estoy yo, sentado en un bar del centro de París un miércoles a la medianoche, tomando ya mi sexta copa de whisky y escuchando al fastidioso periodista del noticiero central hablar sobre el caso de "La Encajera". Mi caso, o bueno, mi ex caso. Al terminar mi bebida empiezo a recordar los sucesos de los últimos días.

Todo comenzó el lunes a eso de la una y media de la madrugada cuando salía de mi oficina tras un día muy agotador. Ser detective no es fácil. De camino a mi casa tengo que pasar por el frente del museo Louvre, antes de llegar podía observar a lo lejos las luces rojas y azules típicas de los autos de la policía y efectivamente al doblar la esquina allí esta. En la puerta del museo se encuentran los oficiales, junto a ellos hay un hombre alto y musculoso con el ceño fruncido y la mirada perdida, que supongo yo es el guardia que estaba de turno. Me iba acercando poco a poco cuando alguien con sobretodo negro se cruza en mi camino. Al enfocarme en la persona veo que es mi compañero de oficina, Jean Delacour, me cuenta rápidamente que han robado la pintura "La Encajera", que se cortó la luz del museo a la una en punto y volvió a la una y media y que la policía quiere que yo sea el detective que esta a cargo de este caso. Lo cual hice.

Al hablar con la policía ellos me contaron lo mismo que Jean, salvo que agregaron que el guardia, el hombre alto, fue atacado de atrás y se desmayó. Luego de la charla me adentré a la escena del crimen. Desde lo lejos se observaba claramente el lugar vacío en donde tendría que haber estado el cuadro, Delacour no exageró cuando dijo que no había rastro de nada, excepto que al acercarme a la pared de tal manera que mi nariz estaba a milímetros de tocarla pude oler un perfume de mujer. Definitivamente es el Chanel N°5. Saco la lupa de mi bolsillo y en la pared se pueden ver gotitas del perfume, las cuales son bastantes recientes, ya que al pasar mi dedo por el lugar mi guante quedo impregnado con el olor y un poco húmedo. Podemos rescatar que el ladrón es una mujer y una bastante elegante como para usar aquel perfume.

Al salir del museo pedí al guardia que me lleve a la sala de las cámaras, las cuales volvían a funcionar, para ver las grabaciones del día hasta la una de la madrugada. Tanta gente pasó por aquel cuadro y todas sin ninguna actitud sospechosa. Lo único que pude observar fue que a las doce y cincuenta y ocho la pequeña fuente de la entrada, que tiene chocolates para la gente que ingresa, estaba repleta de bombones con envoltorio rojo. Salvo 2 que eran violetas. Luego la cámara se corta y vuelve a la una y media y la única diferencia es que aquella fuente ahora esta completamente rellena de los bombones rojos. Pequeño detalle que probablemente no sirva de mucho.

Me acuerdo haber salido y ver a Jean esperándome. En sus ojos veía algo así como intriga, la cual al verme a mi se le esfumó. Sabía que no tenía mucho más de lo que él había visto. Decidí irme a mi casa. Pasé de largo directo a la cama sin cenar pensando que el día siguiente lo tenía que ocupar completamente en el caso.

Suena la alarma que tanto odio, sin embargo, al levantarme y observar por la ventana lo hermoso que se ve París amaneciendo no me arrepiento de levantarme temprano. Desayunar en el departamento me parece una pérdida de tiempo. Agarro mi taza con café, un croissant que estaba sobre la mesa y me dirijo al trabajo.

La verdad es que es hermoso el recorrido hacia el edificio donde trabajo. En especial en otoño con los colores de las hojas muriendo contrastando con la vida de las personas que pasan. Cuando llegué a esta ciudad me fascinaba ir caminando a cualquier lugar. Me encantaba observar cada detalle, cada árbol, edificio, persona. Con el tiempo me seguían encantando las calles de París pero estaba harto de caminar, por lo cual, adquirí una pequeña moto. No la uso para ir al trabajo porque me queda lo suficientemente cerca para que sea un desperdicio de combustible usarla para ir hasta allí. Al llegar saludo a Jean y cuelgo mi abrigo junto al suyo. Este hombre siempre llega demasiado temprano.