Nuestro querido Demonio Sebastian ya lleva 3 años sirviendo a su querido y joven amo Ciel Phantomhive, el pequeño conde lo sabe todo acerca de su mayordomo, a no ser de una sola cosa, esta es que su mayordomo siente algo por el pequeño conde de 13 a...
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P.O.V Ciel
¿Porque tenía que estar el aquí? ¿Acaso la Reina lo invito?.
Maldita sea!!!! Si no fuera porque estamos en el palacio de la reina este estúpido estaría siendo asesinado por Sebastian a petición mía!
Sentí un aura extraña..... Creo saber de quién viene...
Voltee a ver a Sebastian y si, esa aura provenía de el, ¿pero qué carajos le estaba pasando a este estúpido demonio?, Estos últimos días todo a estado raro.
Los sirvientes han hecho todas sus tareas domésticas sin haber incendiado o destruido la mansión.
Elizabeth se ha distanciado un poco y es más fría conmigo.
Madame Red ha estado un poco más atenta últimamente, además de que ahora habla bastante con Sebastián.
Y este estúpido demonio se esta comportando bastante raro.
¿De qué mierda me estoy perdiendo?
-Hola señor Francis....- Rompió el silencio Sebastian mientras “sonreía”.
-Hola mayordomo, veo que han estado bien- sonrió este con una mirada desafiante en su rostro
-Si, y mucho mejor porque usted no estaba presente- dijo Sebastian con la misma expresión de hace unos momentos, yo solo miraba a ambos en silencio, la verdad, no quería mantener una conversación con ese idiota, así que decidí que debía irme.
-Vámonos Sebastián- Dije para darle la espalda y comenzar a caminar, sin embargo sentí algo sobre mi hombro, al voltearme solo un poco pude ver a Francis cerca mío con su mano en mi hombro, un escalofrío recorrió mi cuerpo y golpee su mano alejándome rápidamente de el.
-No se me acerque- dije, sin más, comenze a caminar por la multitud de personas que se encontraban en la sala real y comenze a acercarme al trono real donde estaba su majestad.
Ya al estar frente a ella Sebastian y yo nos arrodillamos haciendo una reverencia mientras ella comenzaba a hablar.
-Mi niño!- Sonrió está estirando sus brazos- Ven aquí.
Yo no dude ni un segundo, me levanté y me acerque a ella siendo acorralado por sus brazos, eso era algo normal ya de hace tiempo, después de todo soy su perro guardián, no era totalmente de mi agrado pero por cortesía aceptaba sus abrazos.
-Es un gusto volver a verla, su majestad- Sonreí levemente mientras está continuaba abrazándome.
-A pasado ya un tiempo, mi niño, quiero que esta noche la pasemos genial- sonrío alejándose levemente de mí y sonriéndome.
-Si jeje- Trate de mostrar una de mis mejores y fingidas sonrisas dando el resultado esperado, la reina sonrió satisfecha ante mí gesto de “felicidad”.
