Capítulo 1

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—¡Debe arrestarla!

Su habladuría incesante taladraba mis bellos oídos, sus chillidos aberrantes cual nutria paralítica, patético.

Levante la mano pidiendo la palabra, el juez y todos me miraron raro.

—Quisiera hablar —Mi chicle probablemente no era una bonita presentación, pero tenía hambre y fue lo único que conseguí para el desayuno.

El juez me otorgó la palabra. Vaya, me sentía como el predicador o algo así.

—Bien, le explicaré esa absurda situación y porque no es válida la demanda por lo que debería anular este caso.

El juez me miró tan raro como si yo tuviera la vagina en la cara.

—Usted le metió un palo de escoba a esta persona. —Asentí cansada.

—Así es —Voltee los ojos —Pero fue con el permiso del demandante...

El estúpido se puso a renegar y su abogado también por lo que el juez hizo sonar ese martillo, en lo personal amo esa cosa, ojalá algún día pudiera ser juez usar esa peluca ridícula (en la cual me vería fabulosa) y mandar a todos a la mierda ¡diciendo caso cerrado! Sería como la reina roja de la vida real ¡Y he dicho!

—Continue.

—Gracias. Vera, yo dije "Te invito cordialmente a que cierres la boca o voy a patearte el clítoris" y él dijo "Ja, el clítoris está dentro del cuerpo, no puedes hacer eso" por lo que yo le contesté "tengo un método parecido" y él contestó "a ver" y entonces yo simplemente se lo mostré.

—¡Me metiste una escoba por el culo! —Resulto ser lo mismo, no sé de qué se queja.

El juez me miraba con los ojos desorbitados.

—Ahora, él me insultó primero, durante un mes seguido me reventó las pelotas que no tengo y entonces le pedí cordialmente que se callara, entonces si el hace "a" y yo le indicó que puede pasar "b", pero él no accede entonces pasará "c" y eso es exactamente lo que pasó. El fue quien lo pidió, yo solo lo hice.

El juez solo pareció pensarlo y proclamó.

—Son un par de idiotas, este caso queda anulado.

Le hice una reverencia porque la merecía y entonces me levanté, mire a mi abogado quién parecía muy feliz y le dije.

—No te pagaré un centavo, yo gane este maldito caso, basura.

Me retiré mientras todos aplaudían (claro como esas cosas pasan.)

Iba en mis mejores fachas, porque era una auditoría, lo sé, hermoso, pero soy alguien pobre y caritativa ¿Qué carajo esperaban?

Caminé hacia mi casa, a paso lento mirando el cielo. Dios, ¿Por qué me diste esta vida tan culera?

(...)

—¡Jackson! No mames, yo ya te hacía en la cárcel. —Me abrazo Jhoan, mi mejor amiga, pero la pendeja tiene nombre de vieja y se chinga porque yo no y de huevos le diré Jhoana.

—Claro estúpida, yo en la cárcel y tú aquí bien gracias cogiendo.

—No pude ir, mi mamá está en el hospital.

La mire apenada. No se lo digo porque pues es su madre, pero su madre es una mierda de mujer drogadicta. Tiene a la mejor hija del mundo y vale caca.

—Jhoan, no tengo dinero para que liberemos a tu madre está vez, perdóname, pero no pienso prostituirme para eso.

—No es necesario Jackson, todo está pagado, gracias a un marihuanero con el que está saliendo mamá.

Mi cara se iluminó y la abracé.

—Me alegro enserio Jhoan.

—Por cierto... —Su rostro se tornó serio. —Tú mamá llamó.

—Pos que chido ¿No?

Tome una manzana de la barra y me senté en el podrido sillón para dos, por cierto, con casa me refiero a departamento en la peor zona de la ciudad.

A veces realmente quisiera ser una de esas pirujas que el men rico de a penas unos años más joven que yo es multimillonario, cogen, la saca de pobre, se casan y la deja, pero al menos ella sigue teniendo dinero y va al Starbucks, personalmente nunca he ido a una de esas mierdas.

—¿No vas a ir a trabajar? —Jhoan se sienta a mi lado y recarga su cabezota en mi hombro. —¡Enana! —susurra.

—¡Maldita perra desgraciada! —Al instante salto sobre ella y comienzo a golpearla con el viejo cojín que se robó de un motel barato.

—Ahhh, ya, perdón.

—Pinche jirafa, yo no tengo la culpa, pinche poste.

Sí, soy un duende andante, pero este duende puede meterte la putiza de tu vida.

ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora