Fuego en el Fuego (grindeldore/dumblewald Oneshot)

Capítulo único

My mother said I'm too romamtic

(Mi madre dijo que era demasiado romántico)

She said "you're dancing in the movie"

(Me dijo "estás bailando en el cine")

I almost started to believe her

(Casi estaba empezando a creerla)

Until I saw you and I knew

(Hasta que te vi, y lo supe)

Los dos jóvenes saludan sonrientes desde el interior del marco, abrazados. Los recuerdos llegan cuando mira aquella foto. No puede evitar dibujar una sonrisa en sus labios mientras cierra los ojos. Casi se ve transportado a aquella época de rebosante alegría y despreocupación. Una época sonriente donde él, no tenía preocupaciones. Recordaba que se pasaba las tardes sentado en la puerta de su casa, escribiendo. E incluso a veces días. Del amanecer al atardecer, la pluma volaba sobre el papel, relatando hermosas historias de amor. Miles de amores; imposibles, correspondidos, tóxicos, pasionales. Miles de sentimientos que él mismo no había experimentado, pero imaginaba con añoranza. Recordaba las reprimendas de su hermano por no encargarse de las tareas del hogar. A su madre llamándole para que entrara para comer y a su alegre hermanita saltando a su alrededor al pedirle que le contara la historia que estaba escribiendo. Y recuerda que fue así como ocurrió todo. Imaginando sentimientos que no había experimentado, cuando al fin, los experimentó. Cuando los vivió en sus propias carnes. Jamás se habría imaginado que algo así fuese verdaderamente posible. Hasta que lo vio. Aquel alto y esbelto joven de impecable y repeinado cabello rubio platino, piel pálida y labios finos.

Abrazando la foto, recordó aquella sensación. Cuando le dirigió la mirada y vio aquellos hermosos ojos. Heterócromos; el izquierdo de un azul gélido tan claro que parecía blanco. El derecho, era un oscuro pozo que parecía no tener fondo. Recordó cómo el corazón le dio un vuelco al ver aquel brillo. Cómo sintió que moría al ver la luz del sol reflejarse en aquel espejo oscuro, dejando ver varias betas que describían ríos de agua negra sobre sus ojos. Cómo aquella mirada corta y furtiva le pilló por sorpresa y le heló por completo. Cómo todo pareció congelarse, mientras algo en su interior comenzaba a arder.

Recordó como su corazón parecía latir al ritmo de aquel elegante y delicado caminar de seda. Cómo, después de haber visto aquello, todas sus historias dejaron de tener sentido. Cómo, después de haber mirado a aquellos ojos, las miradas apasionadas que se dirigían sus ficticios amantes eran muy poco realistas. Cómo todo aquello que había sentido era completamente distinto a lo que había imaginado jamás.

Y desde entonces todas sus historias giraban entorno a esos congeladores ojos. Al brillo que desprendían al ser iluminados por el Sol. A esa mirada penetrante que dejaba sin aliento y a ese lento y sutil aleteo de pestañas. Y desde entonces todo su mundo comenzó a girar entorno a él. Entorno a sus delicadas y habilidosas manos, que sostenían la varita con una fuerza y una elegancia despiadadas. A su impecable caminar y a esa manera que tenía de alzar la ceja cuando algo le llamaba la atención. A ese pequeño e imperceptible amago de dirigir la mano hacia donde se encontraba la varita cuando se ponía nervioso o se asustaba, haciéndolo parecer estar siempre cauto y alerta cual gato salvaje, procurando no hacer ruido y sin saber que el corazón de aquel pelirrojo comenzaba a cantar a todo pulmón cuando lo veía.